Or¨¢culo del mundo hispanohablante desde la pantalla casera
En 1950, vio nacer la televisi¨®n en su pa¨ªs y con ella naci¨® el Jacobo Zabludovsky ¨ªcono del periodismo en ese medio
De los 87 a?os que vivi¨®, casi 70 los dedic¨® al periodismo. A los 18, en 1946, entr¨® a la radio en un M¨¦xico de finales de la Segunda Guerra Mundial que entraba de lleno a la modernidad. La radiodifusi¨®n era el medio de masas por excelencia.
A sus 22, en 1950, vio nacer la televisi¨®n en su pa¨ªs y con ella naci¨® a su vez el Jacobo Zabludovsky ¨ªcono del periodismo en ese medio. Arranca all¨ª una nueva vida profesional que durar¨ªa casi 50 a?os, hasta el 2000. Antes de convertirse en el or¨¢culo del mundo hispano-hablante de la llamada pantalla casera, en este medio lo invent¨® todo en cuanto a programas de noticias, conversaciones y entrevistas. Experiment¨® en grabaciones y transmisiones en vivo, en el estudio o a control remoto, incluyendo, entre muchas haza?as informativas, la cobertura de la entrada de Fidel Castro a La Habana con su revoluci¨®n triunfante, en enero de 1959.
Ese mismo a?o, apenas pasados sus 30, ya aparec¨ªa en el reparto del semanario Siempre! al lado de veteranos como Lombardo Toledano, Indalecio Prieto, Nemesio Garc¨ªa Naranjo. Era el elenco de una pluralidad desconocida en los medios mexicanos de entonces, cuando ni siquiera se hablaba de la pluralidad como algo a conquistar en la representaci¨®n pol¨ªtica y en los medios. Muri¨® con la compu y con el micr¨®fono a cuestas, enviando hasta la semana anterior su columna de primera plana a El Universal y conduciendo hasta hace muy poco su noticiario radial del mediod¨ªa.
Es cierto que su llegada juvenil al periodismo, en 1946, coincide con la primera campa?a presidencial del PRI, la entonces nueva expresi¨®n partidista del sistema de partido dominante. Un sistema, por lo dem¨¢s, hay que decirlo, afamado en el mundo de aquellos a?os por d¨¦cadas de estabilidad pol¨ªtica y crecimiento econ¨®mico con renovaci¨®n peri¨®dica de poderes civiles, algo que contrastaba con las dictaduras militares, los golpes de Estado y las revoluciones que asolaban entonces al universo iberoamericano, empezando por la dictadura franquista en Espa?a.
Tambi¨¦n es cierto que la mayor parte de su desarrollo profesional se dio en un sistema que, al monopolio del poder pol¨ªtico por un partido, se agregaba un entramado para monopolizar tambi¨¦n la definici¨®n de la agenda del debate p¨²blico a trav¨¦s de una serie de controles de los medios.
Su llegada juvenil al periodismo, en 1946, coincide con la primera campa?a presidencial del PRI, la expresi¨®n del sistema de partido dominante
Pero ante la cr¨ªtica en autom¨¢tico a los periodistas de espacios y ¨¦pocas de restricci¨®n de las libertades informativas, siempre recuerdo la respuesta de Ryszard Kapuscinski a alguien que le reproch¨® a este gran narrador que hubiera sido corresponsal de la agencia noticiosa estatal de la Polonia del bloque sovi¨¦tico. Fue en un seminario en el que particip¨¢bamos en Cartagena de Indias organizado con la Fundaci¨®n de Nuevo Periodismo que alentaba Garc¨ªa M¨¢rquez, tambi¨¦n presente y testigo en el lugar.
Hoy, en casi todos los pa¨ªses hay libertades informativas plenas. Pero, alert¨® Ricardo, como se le dec¨ªa en M¨¦xico, en estos pa¨ªses, hoy, si un periodista miente, por error, por negocio, por sensacionalismo o por compromisos clientelares, en el peor de los casos recibir¨¢ alguna sanci¨®n administrativa o laboral y, en el mejor, para ¨¦l, ser¨¢ premiado por los beneficiarios pol¨ªticos o comerciales de la mentira o el amarillismo. En los pa¨ªses bajo controles informativos totalitarios, como los del bloque sovi¨¦tico, ante una equivocaci¨®n sobre los l¨ªmites de lo permitido por los guardianes de la causa socialista de aquellas ¨¦pocas, record¨® Kapuscinski, lo menos que pod¨ªa perder el periodista era el empleo.
Aunque quien esto escribe perdi¨® en M¨¦xico el suyo en la secuela de las represiones del 68, la verdad es que nunca fue el mexicano un sistema totalitario. S¨ª, autoritario, pero con flexibilidades tales que permit¨ªan abrir espacios para la informaci¨®n y la cr¨ªtica y para desarrollar carreras profesionales de largo aliento, como la de Jacobo. Por cierto, entre los cr¨ªticos de estas horas a su memoria, no alcanzo a ver a alguno con su voracidad lectora, su cultura general. Hace unas semanas me visit¨® en el Fondo de Cultura Econ¨®mica a retomar nuestra conversaci¨®n de libros. Lo record¨¦ hace a?os desechando una novela del Cela post nobel. O llam¨¢ndome a El Nacional para preguntarme por el traductor de un texto Isaac Bashevis Singer que hab¨ªa publicado Fernando Solana Olivares en nuestro suplemento cultural. O comentando al aire, hace unos meses, en Radio Centro, El capital en el siglo XXI de Tomas Pikety que le hab¨ªa yo enviado unos d¨ªas antes. Tristes con su muerte, celebramos su vida, me dijo ayer su nieta Gabi, mi querida exalumna, en el pante¨®n jud¨ªo, bajo el aguacero....
Jos¨¦ Carre?o Carl¨®n es director del Fondo Cultura Econ¨®mica. Fue director del Departamento de Comunicaci¨®n, Coordinador del ?rea de Periodismo y Director de la Divisi¨®n de Estudios Profesionales de la Universidad Iberoamericana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.