Un periodista en el hurac¨¢n
?Qu¨¦ tanto carg¨® en la conciencia la vergonzosa no-cobertura del 2 de octubre de 1968? Ya habr¨¢ momento de desentra?arlo
Ya habr¨¢ oportunidad de considerar los errores que cometi¨® Jacobo Zabludovsky durante sus siete d¨¦cadas en el periodismo. Debi¨® haberlo hecho el propio Zabludovsky, quien se neg¨® a examinar a fondo sus nexos con el poder durante la segunda mitad del siglo XX, cuando el PRI exig¨ªa colaboraci¨®n y, en el peor de los casos, subordinaci¨®n. ?Qu¨¦ tanto pudo haber resistido Zabludovsky? ?Debi¨® haber denunciado o hasta renunciado? ?Qu¨¦ tanto carg¨® en la conciencia los peores episodios, como la vergonzosa no-cobertura del 2 de octubre de 1968? Llegar¨¢ el momento de desentra?ar todo aquello.
Por ahora, valga el reconocimiento de un par de virtudes inusuales. Primero, su devoci¨®n por la cultura en su definici¨®n m¨¢s amplia. En un oficio en el que la fascinaci¨®n por la pol¨ªtica reduce al periodista a una suerte de autismo, Zabludovsky opt¨® por llevar a la pantalla mexicana otros asuntos con otros protagonistas, muchas veces fascinantes. Era un maestro de la entrevista. La entend¨ªa no como la b¨²squeda obsesiva de ¡°la nota¡± sino como una conversaci¨®n. Su intenci¨®n era revelar al personaje, no exhibirlo: la biograf¨ªa antes que el esc¨¢ndalo. Zabludovsky recurr¨ªa a su sentido del humor y a su abundante cultura (era un lector voraz, mel¨®mano y gastr¨®nomo) para desarmar interlocutores. El resultado es una serie de encuentros deliciosos que, de no ser por ¨¦l, jam¨¢s habr¨ªan aparecido en la televisi¨®n de habla hispana. Ah¨ª est¨¢ su duelo con Mar¨ªa F¨¦lix, mezcla de asombro, coqueteo y provocaci¨®n. O la entrevista a Mario Moreno, con el fin¨ªsimo sarcasmo cantinflesco en primer plano. O la charla con Salvador Dal¨ª, en la que, algo perplejo, trata de acompa?ar al genio de Figueres en sus divagaciones fant¨¢sticas. A lo largo de todas ellas, Zabludovsky mantiene alerta la capacidad de asombro y hace gala de una velocidad intelectual admirable. Vale la pena verlas de nuevo. No hay, ni por asomo, nada parecido en la televisi¨®n actual, presa de la s¨ªntesis y los campos minados.
Zabludovsky instruy¨® a varias generaciones de periodistas mexicanos, en prensa, televisi¨®n y radio. Todos le guardan respeto
La otra gran virtud de Zabludovsky fue haber hecho escuela. De manera casi anecd¨®tica, me considero uno de sus disc¨ªpulos: fue ¨¦l quien me abri¨® las puertas del periodismo televisivo cuando ten¨ªa solo 17 a?os. Hay una largu¨ªsima lista de profesionales del oficio que le deben mucho m¨¢s, incluso una amistad. Zabludovsky instruy¨® a varias generaciones de periodistas mexicanos, en prensa, televisi¨®n y radio. En mi experiencia, todos, sin excepci¨®n, le guardan agradecimiento y respeto. Fiel a su curiosidad universal, Zabludovsky ayud¨® a formar periodistas de espect¨¢culos, reporteros de pol¨ªtica y narradores deportivos. Incluso tuvo la suerte de engendrar periodistas desde el antagonismo. ¡°Estudi¨¦ periodismo para ser todo lo contrario a Jacobo¡±, me dijo un colega unas horas despu¨¦s de conocerse la noticia de la muerte. En el fondo, si se le piensa bien, no hay mejor halago. Intuyo que Zabludovsky habr¨ªa disfrutado esa aversi¨®n. Setenta a?os en el ojo del hurac¨¢n. ?Hay algo mejor para un periodista?
Babelia
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