Un cine de verano para 2.000 personas a orillas del Guadalquivir
El Open Star de Sevilla, con pantalla de 470 metros, es de los m¨¢s grandes de Europa
Una gran tela se iza en el puerto fluvial de Sevilla, pero el soporte no es un m¨¢stil. Es una estructura de 26 metros de altura sobre la que se han instalado los 470 metros cuadrados de tejido que forman la pantalla del nuevo cine de verano a orillas del Guadalquivir. De esta superficie, la imagen se proyecta en 350 metros cuadrados por los que se van a ir sucediendo 21 pel¨ªculas hasta final de mes, de las que podr¨¢n disfrutar 2.000 personas cada noche. Una macrosala de cine al aire libre en tiempos de las minisalas.
"?Ponme otro gazpachito!", se oye en una de las barras del recinto. Ha ca¨ªdo el sol y Fast & Furious 7, la pel¨ªcula con la que se inaugura este ciclo veraniego, acaba de empezar con casi 20 minutos de retraso seg¨²n el horario previsto (22.00). Antes, hab¨ªa demasiada claridad. La espectadora que ped¨ªa el gazpacho no est¨¢ sentada en ninguna de las 29 filas de sillas numeradas que hay frente a la pantalla. Est¨¢ junto con un grupo de amigas en una de las terrazas desde la que se divisa la pantalla. "Nuestros maridos est¨¢n all¨ª [se?ala al patio de butacas], pero nosotras aqu¨ª estamos en la gloria: hablamos, tomamos algo y vemos la pel¨ªcula", afirma sentada de espaldas a la pantalla.
La pantalla tiene el tama?o de un edificio
de seis plantas
Open Star, nombre que recibe este cine, no es una sala convencional y tampoco es un cine de verano al uso. Su reclamo son las novedades t¨¦cnicas, la oferta gastron¨®mica, de ocio y la magnitud de las cifras que maneja, tanto en n¨²mero de butacas ¨Cla media en los cines de verano en Espa?a son 632 asientos y esta los triplica¨C como en el tama?o de la pantalla, similar al de un edificio de seis plantas. A¨²n as¨ª, el productor de Open Star International, Jaime Cantos, no se atreve a asegurar que sea la pantalla m¨¢s grande de Europa, se queda con un "de las m¨¢s grandes". Sin embargo, presume de los 52.000 vatios de potencia de sonido y de los dos proyectores simult¨¢neos de 33.000 l¨²menes cada uno. Cantos concibe Open Star como un espect¨¢culo m¨¢s cerca de un concierto que de un cine. Antes, su mundo era el de la m¨²sica, con la crisis iz¨® velas y vir¨® el rumbo. En lugar de recorrer mundo con estrellas de la canci¨®n, decidi¨® hacerlo con exitosas producciones cinematogr¨¢ficas pero d¨¢ndoles las caracter¨ªsticas de los espect¨¢culos que sol¨ªa montar.
Como si de un concierto se tratase, el horario de apertura de puertas es anterior a que el artista salga al escenario, en este caso, a que comience la proyecci¨®n. El viernes solo una decena de adolescentes aguardaban a que abrieran las puertas. Pocos transe¨²ntes conoc¨ªan la existencia de ese nuevo cine, a pesar de que el olor a palomitas inundaba el lugar y de la gran pantalla al borde del r¨ªo. Trabajadores, p¨²blico y Cantos coinciden en que funcionar¨¢ "el boca-oreja". Cantos sabe por experiencia que los primeros d¨ªas no son buenos. El viernes solo vendieron 302 entradas, conf¨ªa en que mejorar¨¢. "Hemos venido a Sevilla para quedarnos", sentencia. Tiene la firme intenci¨®n de volver cada mes de julio al mismo lugar.
Como medida para atraer p¨²blico ya ha previsto dejar las entradas a 9 euros, en un principio ese era el precio para la venta anticipada. Demasiado caro para una ciudad donde el cine como mucho cuesta 8 euros y el cine de verano m¨¢s conocido, en el patio de la Diputaci¨®n, cuesta 4 euros. Ante esto Cantos vuelve a apelar a que Open Star no ofrece solo una pel¨ªcula, "ofrece una experiencia". No parece que est¨¦n muy de acuerdo los paseantes de esta zona de Sevilla, que al encontrarse con la novedad se paran a contemplar la pel¨ªcula. Dos tercios de pantalla se ven desde fuera, algunos se sientan en los bancos del paseo y se quedan un rato, ya ver¨¢n si la acaban. Tampoco parecen tener ganas de entrar los j¨®venes que hacen botell¨®n en las inmediaciones, ni siquiera saben que a partir de cierta hora (m¨¢s tarde de las 23.00, cuando la pel¨ªcula ya est¨¢ avanzada) la entrada es gratuita, eso s¨ª, las consumiciones en la terraza se pagan. Un grupo de seis chicos de entre 19 y 20 a?os apuntan a sus copas, hechas por ellos mismos con bebidas compradas en el supermercado. "?M¨¢s barato que esto?", se preguntan, si no es as¨ª, no les interesa.
Cantos est¨¢ m¨¢s preocupado por la contaminaci¨®n lum¨ªnica, que junto con el viento son sus peores enemigos. Necesita la mayor oscuridad posible y en el centro de la ciudad siempre es dif¨ªcil de controlar. Y el viento es uno de los motivos por los que no monta Open Star en lugares de costa donde las rachas son frecuentes y ser¨ªa peligroso, ya que la pantalla actuar¨ªa como una vela de un barco y podr¨ªa volcar.
Durante el transcurso de la pel¨ªcula la fauna de la Ribera del Guadalquivir ha cambiado y como uno de los personajes de Fast & Furious 7 los espectadores comienzan a recordar las experiencias de los cines de verano de la ni?ez, las lib¨¦lulas que plagaban el cine al atardecer han dado paso a los molestos mosquitos y la brisa que paliaba el calor de las 9 y 10 de la noche se ha convertido en "demasiado fresca" para los m¨¢s frioleros. Los que llegaban con tiempo y se hac¨ªan selfies con la pantalla de fondo, se levantan en cuanto acaba la pel¨ªcula, sin dar tiempo a que pasen los t¨ªtulos de cr¨¦dito, que ni siquiera se proyectan enteros. El recinto se vac¨ªa r¨¢pido, pocos son los que se quedan disfrutando de la terraza a orillas del r¨ªo.
Babelia
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