Los cartones de Goya, en cinemascope y a todo color
El Prado devuelve el brillo a ¡®La era¡¯, la obra m¨¢s grande del artista, y aprovecha para reordenar las salas de pintura espa?ola del XVIII
Entre 1776 y 1792, Francisco de Goya pint¨® las series de cartones que despu¨¦s se convertir¨ªan en tapices, en la Real F¨¢brica de Santa B¨¢rbara, y de ah¨ª pasaban a adornar los palacios reales. El pintor hab¨ªa vuelto ya de su viaje a Italia deslumbrado por el mundo cl¨¢sico. Carlos III le pide que colabore para dar nueva vida a la Corte. Entonces, el artista realiza 45 ejemplares en los que recrea meriendas junto al Manzanares; escenas festivas con se?oras protegidas con sombrillas o disfrutando sobre columpios; ni?os jugando en las praderas; puestos de mercadillo en los que deslumbra la calidad de la loza.
Adem¨¢s de la vida cortesana, tambi¨¦n pint¨® escenas rurales en las que los campesinos festejan el final de la dura jornada dormitando sobre la paja y tomando un vaso de vino. De esto ¨²ltimo trata La era (1786), un cart¨®n cuyas enormes dimensiones (2,76 por 6,41 metros) hizo imposible que fuera incluido en la exposici¨®n Goya en Madrid, clausurada hace un mes y visitada por 630.000 personas.
El Museo del Prado aprovech¨® para someter el cuadro a una puesta a punto gracias a la cual se ha eliminado la oxidaci¨®n natural de los barnices y ahora los cielos azules y la paja amarilla vuelven a lucir con el mismo brillo que imprimi¨® la mano de Goya. Ante el impactante nuevo aspecto de la composici¨®n m¨¢s grande de Goya, Miguel Zugaza, director del Prado, ha asegurado esta ma?ana que al museo ha llegado tambi¨¦n el cine de verano, en pantalla gigante y a todo color. La era reaparece con un amplio marco dorado y cl¨¢sico con la que se realza su importancia, un adorno similar al que poco a poco disfrutar¨¢n los restantes cartones.
Almudena S¨¢nchez, responsable de la restauraci¨®n, precis¨® que a diferencia del destino que tuvieron muchos cartones, este no se encontraba en mal estado. ¡°El artista los entregaba a la f¨¢brica para que se realizaran los tapices y lo habitual era guardar la pintura sin demasiados cuidados. Muchos cartones se han perdido. Con La era hubo suerte y sus problemas solo han sido de suciedad. No faltaba ning¨²n trozo ni hab¨ªa rozaduras preocupantes¡±, precis¨® la experta. ¡°En 1870, los cartones llegaron a El Prado desde el Palacio Real. Desde entonces, solo han recibido retoques puntuales¡±, y a?adi¨®: ¡°Gracias a la limpieza, ahora se distinguen n¨ªtidamente los rostros de los hombres y de los ni?os que descansan en el campo, se aprecia el silueteado en rojo de algunos personajes y se ve la transparencia del vino como nunca la hab¨ªamos visto¡±.
El profundo lavado de cara de La era ha servido tambi¨¦n como pretexto para reorganizar las salas de la planta segunda dedicadas a los cartones de Goya y a la pintura espa?ola del XVIII. La responsable del ¨¢rea, Manuela Mena, ha decidido liberar a Goya de todo cors¨¦ museogr¨¢fico y, animada por Miguel Zugaza, ha rebordeado las salas de manera que, cualquiera que sea el acceso a la zona Sur de la segunda planta, resulte un fest¨ªn visual del Goya m¨¢s l¨²dico. Esta nueva distribuci¨®n acaba con la contemplaci¨®n de las obras en nichos sucesivos para hacer que los cartones jueguen entre ellos y que el espectador participe tambi¨¦n de la diversi¨®n. As¨ª, las tres obras m¨¢s espectaculares (La cometa, Juego de pelota a pala y La era) comparten el mismo eje visual. En los pasillos que rodean las salas cuelgan Ri?a de gatos, Perros en tra¨ªlla y Caza con reclamo.
Las obras de Goya se exponen junto a las de pintores espa?oles del XVIII que participaron tambi¨¦n de la pintura cortesana, como es el caso de Bayeu, Maella, Carnicero y Paret. Su maestro, Mengs est¨¢ representado en una sala con algunos de los cartones que el Goya m¨¢s joven consider¨® como obras maestras. La nueva distribuci¨®n intercala piezas escult¨®ricas y ornamentales que permiten apreciar c¨®mo Goya se inspir¨® en temas que ya figuraban dentro de las colecciones reales y en la Antig¨¹edad que tanto le fascinaba. El espacio remodelado se beneficia de la iluminaci¨®n led (patrocinado por Iberdrola) que permite apreciar el colorido en todos sus matices y mejora la conservaci¨®n de las obras.
La alegr¨ªa de David Hockney
Cuando Goya llega a Madrid y recibe el encargo de los cartones para tapices solo ten¨ªa 28 a?os. Era un hombre joven que pronto pas¨® a formar parte de los c¨ªrculos art¨ªsticos y noct¨¢mbulos de la ¨¦poca. Un ambiente que retrat¨®.
Manuela Mena, seguramente la mayor experta mundial del artista, cont¨® que escenas como la que reproduce en La era no son copiadas del natural. Sol¨ªa tomar apuntes y reproducir las caras que conoc¨ªa junto a los objetos que hab¨ªan atra¨ªdo la atenci¨®n. "Son im¨¢genes magistrales de la vida diaria que representan la c¨²spide de lo goyesco porque su manera de captar la esencia humana hace que sus personajes sean universales", explica Mena. "Hay un homenaje tambi¨¦n a Los borrachos de Vel¨¢zquez", agreg¨®.
Mena record¨® que cuando visit¨® estas salas el artista brit¨¢nico David Hockney, uno de los grandes del pop, coment¨® que la contemplaci¨®n de los cartones le produc¨ªa tal alegr¨ªa que no dudar¨ªa en instalarse en una tienda de campa?a frente a ellos.
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