El legado brit pop y la raverbena
Noel Gallagher y The Prodigy capitalizan la segunda jornada del FIB
Dicen que el pasado es un buen lugar para visitar, pero un mal sitio para quedarse a vivir en ¨¦l. El circunloquio en el que la escena pop actual se encuentra atrapado con tal de desmentir la evidencia -que el eterno retorno sobre lo a?ejo sigue dictando nuestra agenda, quien sabe si ya sin enmienda posible- encuentra contadas objeciones en creadores que no quieren mirar atr¨¢s. Al menos, no m¨¢s de lo necesario. El peso de su legado es considerable, y generalmente m¨¢s lustroso que su actual hoja de servicios, pero su obstinaci¨®n en defender su presente con u?as y dientes y no reparar en la herencia m¨¢s de lo necesario les honra. Y tanto Noel Gallagher como The Prodigy, emblemas de los noventa con reciente producci¨®n en las cubetas de las tiendas (si es que quedan), mostraron anoche una encomiable intenci¨®n por bascular entre pasado y presente de una forma sostenible. Ocurre que la vigencia de sus discursos es desigual, y tanto sus canciones como su defensa en escena han enfilado la senectud de distinta manera.
El excabecilla de Oasis, por su parte, apunta de forma cada vez m¨¢s meridiana a las canas de Paul Weller (salvando todas las distancias) -uno de sus referentes- como salvoconducto para una madurez si no indispensable, s¨ª plenamente consistente. Ofreci¨® un concierto m¨¢s que digno, apuntalado en la funcionarial solidez de su banda -The High Flying Birds- y una irreprochable solvencia interpretativa. Es consciente de que los nuevos reto?os que brotan de su pentagrama no pueden brillar con el fulgor de los cl¨¢sicos de Oasis, pero eso no le hace invocar el karaoke colectivo m¨¢s de la cuenta (aunque prendi¨®, y de qu¨¦ forma, con Champagne Supernova y sobre todo con esa Don't Look Back In Anger final). Porque aunque el aperturismo formal (desarrollos ambientales, saxof¨®n en primer plano) que imprimi¨® a su ¨²ltimo (y mejor) disco en solitario no se traduzca al escenario, lo cierto es que temas como The Mexican tampoco palidecen. Su estampa ahora mismo es la de un compositor m¨¢s diligente que genial, que-no obstante-envejece con innegable aplomo. Y al fin y al cabo, su cl¨¢sico ADN mel¨®dico no deja de formar parte del tu¨¦tano que siempre aliment¨® este festival.
M¨¢s espinoso es abordar si el dance rock de The Prodigy preserva alguna vigencia, m¨¢s all¨¢ de esa misi¨®n revientapistas que tan funcional resulta en cualquier festival, ya de madrugada. Porque han emborronado tanto (y no solo por el grano con el que opacaron las proyecciones de su directo desde las pantallas) su ensalada de breakbeats inmisericordes que cuesta creer que una vez fueran vanguardia, el excitante lavado de cara del punk desde presupuestos rave. Como Gallagher, tampoco sestean m¨¢s de lo necesario en su rabioso legado (Voodoo People, Smack My Bitch Up, Firestarter), pero expelen toda su metralla de una forma tan tosca que no queda m¨¢s remedio que asumir que su propuesta ha encanecido francamente mal. S¨ª, una raverbena en toda regla. Divertida siempre que uno no repare en la fosilizaci¨®n de Liam Howlett y los suyos.
Por lo dem¨¢s, la jornada fue mucho m¨¢s concurrida que la del jueves, orbitando sobre los esperados 30.000 asistentes y certificando la viabilidad de los muchos espacios de ocio esponsorizados, como ese South Beach que simula la piscina de un hotel de Miami y revienta su aforo a partir de las tres de la ma?ana sin que una guitarra suene desde su cabina. No queda rastro de carpas indies al uso, al menos aqu¨ª (?alguien habl¨® de yugo hipster?). En el saldo estrictamente musical, alguna sorpresa, mimetismos reconfortantes en lo for¨¢neo y valores de futuro en el apartado estatal. Entre los primeros, unos Moodo?d envueltos en purpurina y lentejuelas, que resultaron entra?ables por lo aparentemente desubicado de su propuesta, una suerte de soundtrack porno chic que se alimenta de psicodelia, glam y rock progresivo, con resultados no siempre bien enfocados pero en todo momento interesantes. Muy, muy franceses, desde luego: por algo les capitanea Marc Padovani, guitarra de los estimulantes Melody's Echo Chamber. Menos singular es la apuesta de Public Acces T.V., que obliga a preguntarse si tal o cual de sus canciones suena m¨¢s a The Strokes o a The Libertines. Lo suyo constituye un fresco tentempi¨¦, tan disfrutable y vitam¨ªnico como directamente olvidable una vez se ha digerido. Y en coordenadas similares andan tambi¨¦n los brit¨¢nicos Palma Violets, m¨¢s talluditos que ellos y convertidos ya en habituales de nuestros escenarios. Su actuaci¨®n se puede resumir en los mismos cuatro puntos que cualquiera de sus anteriores visitas: buenas maneras, desparpajo, ese simp¨¢tico sesgo cr¨¢pula que se gastan y la acostumbrada incomparecencia de temas memorables.
En el nutrido apartado estatal, el folk pop expansivo (c¨®mo cuesta no invocar el manido terreno de lo ¨¦pico) de los murcianos Nunatak hab¨ªa abierto la programaci¨®n de la tarde, enhebrado con buenas hechuras y rebosante de esos estribillos coreables que parecen ir buscando audiencias mucho mayores, en frecuencia que podr¨ªa ser compartida con Izal o Vetusta Morla. Su set pr¨¢cticamente se solap¨® con el del d¨²o gaditano Hol?grama, que introduce el oyente por un sendero m¨¢s oscuro pero tambi¨¦n m¨¢s gratificante a largo plazo, entre el kraut rock, la nueva psicodelia y los ecos de Suicide, asumidos con un trazo personal. Uno de sus miembros luci¨® camiseta de Camar¨®n de la Isla, haciendo patria chica. Elsa De Alfonso y Los Prestigio, por su parte, atraparon de forma muy intermitente la atenci¨®n del personal, dif¨ªcil de fidelizar tras esa aparente indolencia que en lo sonoro remite m¨¢s a Extraperlo que a ninguna de sus bandas nodriza (Doble Pletina, Beach Beach). La Bien Querida mostr¨® el irregular apuntalamiento del giro synth pop que operaron en su ¨²ltimo ¨¢lbum, y Polock lucieron m¨¢s tarde el brillo sint¨¦tico de su pop electr¨®nico de tiral¨ªneas, aunque solo fuera por los escasos minutos que pudimos degustar de su concierto.
La de esta noche se presume como la m¨¢s concurrida del fin de semana, con las actuaciones de Los Planetas o Blur, sobre todo, ejerciendo de reclamos. A ver qu¨¦ tal lucen las canas Damon Albarn y los suyos, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de su ¨²ltima visita.
Babelia
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