Quilapay¨²n: Memoria musical viva de Chile
La banda de folk andino toca esta noche en La Mar de M¨²sicas
Vistos por el mundo entero como uno de los s¨ªmbolos de Chile, Quilapay¨²n son algo m¨¢s importante: son memoria viva. Un rasgo que se muestra a la perfecci¨®n en uno de los fundadores de la banda y actual director, Eduardo Carrasco. Su voz tiene el tono exacto de un anciano venerable, expres¨¢ndose con claridad sobre asuntos de ayer y de hoy, adquiriendo una peculiar gravedad cuando recuerda con serenidad los d¨ªas que pod¨ªan haber sido los de su asesinato sino fuera porque Salvador Allende le salv¨® por casualidad de morir, seguramente, acribillado a balazos tras ser torturado como su amigo V¨ªctor Jara, que antes de ser cantautor ejerci¨® como director de Quilapay¨²n. ¡°El golpe de Estado de Pinochet nos pill¨® fuera de Chile. Hab¨ªamos salido como delegaci¨®n cultural de pa¨ªses no alineados que tuvo lugar en Argelia a comienzos de septiembre de 1973. Allende nos eligi¨® a nosotros pero ¨¦l desisti¨® de ir por la compleja situaci¨®n en el pa¨ªs. Si no fuera por ¨¦l, no estar¨ªamos aqu¨ª, y, si se hubiese venido, la historia ser¨ªa distinta¡±, dice Carrasco, sentado en el hall de un hotel del barrio de Bellas Artes.
Junto al director actual de Quilapay¨²n, est¨¢n Ricardo Venegas e Ismael Odd¨®, que ocup¨® el lugar de su fallecido padre, Willy Odd¨®, en esta formaci¨®n que ha contado con 25 integrantes desde que se cre¨® en 1965 como un tr¨ªo que tocaba en ambientes universitarios. En la actualidad, tienen dos facciones: la francesa, surgida tras el exilio de 1973, y la chilena, resurgida y asentada con el regreso de Carrasco a Chile con el plebiscito de 1988. ¡°En ese plebiscito fuimos invitados a participar en el acto final de la campa?a del no. Fue muy raro porque no hab¨ªamos pisado Chile desde 1973, cuando poco antes de irnos participamos en una gran manifestaci¨®n en la plaza de La Moneda a favor del Gobierno de Allende y cantamos El pueblo unido. Y, de vuelta en 1988, volvimos a cantarla. Nos encontramos en la misma situaci¨®n 15 a?os despu¨¦s¡±, recuerda Carrasco.
Esa situaci¨®n en una banda como Quilapay¨²n, cuyo nombre significa ¡°tres barbas¡± en el idioma mapuche, pasaba por la conciencia pol¨ªtica y social, sobre todo, a partir de 1970 con la elecci¨®n de Allende como presidente. ¡°Jugamos un rol en todo el proceso de las luchas electorales previas para la elecci¨®n de Salvador Allende¡±, explica Carrasco. ¡°Eran los tiempos de la Unidad Popular. Hab¨ªa un gran desequilibrio entre los medios de comunicaci¨®n que apoyaban la derecha y los que apoyaban a Allende¡±, a?ade. Fueron los tiempos de las ¡°canciones contingentes¡±, inventadas por ellos en un pa¨ªs dividido despu¨¦s de que por primera vez en la historia de Am¨¦rica Latina un gobierno socialista llegase al poder por la v¨ªa democr¨¢tica en medio del tenso contexto de la Guerra Fr¨ªa. Estas canciones eran cantos folcl¨®ricos, con l¨ªneas mel¨®dicas muy efectivas y un gran impulso coral. ¡°Habl¨¢bamos de los problemas pol¨ªticos del momento. Respond¨ªamos a las necesidades propagand¨ªsticas del Gobierno¡±, afirma Carrasco. ¡°Por ejemplo, una canci¨®n contingente era A comer merluza. No hab¨ªa costumbre de comer pescado y la carne era cara. Convoc¨¢bamos a la gente a comer merluza e incluso al final de la canci¨®n hab¨ªa una receta de c¨®mo prepararla¡±, cuenta Ricardo Venegas. ¡°En este sentido, El pueblo unido es la Capilla Sixtina de la canci¨®n contingente¡±, dice Carrasco entre risas.
Con su discurso did¨¢ctico, el director de Quilapay¨²n, que aparte de m¨²sico es fil¨®sofo, se?ala otra se?a de identidad importante de la banda por aquellos agitados a?os. ¡°Hab¨ªa un deseo de mostrarse hispano-latino-americanista muy bonito, que no tiene nada que ver con los nacionalismos latinos actuales. Produjo muchos fen¨®menos muy importantes como el boom de los escritores. Cuando le¨ªas Cien a?os de soledad, no lo le¨ªas como una literatura colombiana sino como una literatura de este mundo. Lo mismo ocurr¨ªa con Julio Cort¨¢zar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa¡ Hab¨ªa un deseo de autoafirmaci¨®n de este lado del mundo frente a la omnipresencia de lo anglosaj¨®n, que siempre ha sido muy poderoso. No ten¨ªamos ninguna guerra contra ellos. Nos gustaba la m¨²sica anglosajona, como los Beatles, pero quer¨ªamos afirmar lo nuestro¡±. Con sus caracter¨ªsticas barbas y ponchos negros, que ilustraron el estilo de una regi¨®n y una ¨¦poca, Quilapay¨²n absorbieron en sus primeros y cruciales a?os todo un legado folcl¨®rico hispano. ¡°Muchas veces se habla de bolivarismo pero esto excluye a Espa?a y, en este caso, no se exclu¨ªa. Nuestro repertorio del a?o 1965 al 73 son canciones de todos los pa¨ªses latinoamericanos y tambi¨¦n Espa?a. Como las de Chicho S¨¢nchez Ferlosio que llegaron de forma clandestina. Grab¨® un disco de forma an¨®nima. Fue publicado por organismos de la lucha antifranquista. Circul¨® mucho por Chile y tomamos muchas canciones de ¨¦l, como La hierba de los caminos o Dicen que la patria es¡±. Pero Carrasco se lamenta: ¡°La cosa militar destruy¨® estas bases culturales¡±.
Despu¨¦s del fat¨ªdico 11 de septiembre chileno, tras ese golpe militar que parec¨ªa ¡°impensable¡± pese a la tensi¨®n seg¨²n Venegas, el grupo se exili¨® en Francia, donde se ganaron la solidaridad internacional. No fue el caso del r¨¦gimen franquista, que les hab¨ªa prohibido actuar en 1967, pero s¨ª de buena parte de la poblaci¨®n. Su primer concierto en Barcelona en 1974 fue ¡°apote¨®sico¡± e ¡°inolvidable¡±, en palabras de Carrasco. Esta noche act¨²an en el festival La Mar de M¨²sicas en Cartagena.
El escritor Ariel Dorfman escribi¨® que 11 de septiembre de 1973 fue el d¨ªa en que ¡°las cosas cambiaron para siempre en Chile¡±. Bajo el f¨¦rreo y opresivo control de Pinochet, se impusieron toques de queda y detenciones pol¨ªticas mientras se aplicaba una doctrina econ¨®mica neoliberal basada en el tratamiento del shock del economista Milton Friedman. Reducci¨®n dr¨¢stica del gasto p¨²blico, despidos y privatizaci¨®n de la educaci¨®n y las pensiones. Los miembros de Quilapay¨²n hicieron vida en Par¨ªs, pero en 1988 Carrasco decidi¨® regresar con el plebiscito que decid¨ªa si Pinochet segu¨ªa en el poder. ¡°Nos encontramos con un pa¨ªs muy distinto. La dictadura no solo instal¨® un r¨¦gimen social y econ¨®mico sino que logr¨® instalar una cultura que respond¨ªa a sus intereses. Hab¨ªa autoritarismos por todos lados, hab¨ªa relaciones de muy poco respeto entre las personas¡±. Gan¨® el ¡°no¡± (55% de votos frente al 47% del ¡°s¨ª¡±), pero el resultado mostr¨® un pa¨ªs dividido. ¡°Una de las herencias que nos dej¨® la dictadura ¨Cexplica Carrasco- fue una gran soberbia y prepotencia de los sectores m¨¢s conservadores de la sociedad. Sus valores han sido los que m¨¢s han prevalecido. La Concertaci¨®n no fue capaz de invertir esa situaci¨®n, de generar una especie de nueva situaci¨®n espiritual y cultural que pudiera reafirmar la democracia pero tambi¨¦n modernizar el pa¨ªs¡±. El m¨²sico sentencia: ¡°Reinsertarse en Chile fue m¨¢s dif¨ªcil que insertarse en Francia¡±.
Quilapay¨²n son vistos hoy como un s¨ªmbolo de la m¨²sica chilena, como un grupo que representa a los a?os de resistencia de otra ¨¦poca. Pero la gente joven los conoce y acude a sus conciertos, como el que dieron en 2013 que consigui¨® unir a las dos facciones desde Santiago de Chile y Par¨ªs a trav¨¦s de las tecnolog¨ªas por pantallas. Carrasco, que vive en la capital chilena, habla de ¡°desaliento actual¡± en la sociedad, eso que el profesor, ensayista y music¨®logo chileno Gast¨®n Soublette califica de ¡°sociedad descontenta y neur¨®tica¡±, a la que ¡°falta armon¨ªa¡±. ¡°Nos hemos demorado much¨ªsimo en tener una ley del aborto, una ley del divorcio, un sistema de salud¡ Veintid¨®s a?os de democracia no han logrado barrer con esto. Y en estos momentos lo que ocurre es que se llega a un momento de desagrado, un momento l¨ªmite, ante esta situaci¨®n. Por eso, esta efervescencia¡±.
Justo en ese momento, se dejan o¨ªr al otro lado de la ventana del hotel decenas de estudiantes que marchan por la calle Ismael Vald¨¦s Vergara para pedir una educaci¨®n universitaria justa. Poco despu¨¦s, la calle ser¨¢ tomada por la polic¨ªa que, con camiones cisternas, intentar¨¢ dispersar la manifestaci¨®n. Con cada chorro de agua que sale de los tanques, los j¨®venes gritan el nombre de Rodrigo, en referencia a Rodrigo Avil¨¦s Bravo, el estudiante que result¨® lesionado de gravedad por un chorro de agua durante las manifestaciones del 21 de mayo en Valpara¨ªso. Carrasco deja una ¨²ltima reflexi¨®n sobre la urgente necesidad de que cambien las cosas, de otro modo distinto al que se refiri¨® Dorfman. Como si entonase una de las canciones folcl¨®ricas de Quilapay¨²n, dice: ¡°La palabra revoluci¨®n no quiere decir necesariamente salir a matarse unos a otros a las calles. Puede significar que se modifiquen las cosas de tal manera que se supere lo que nos hace violencia. Violencia diaria e injustica diaria. Esas que sufre el tipo normal, el jubilado que le enga?aron con el sistema de la AFP (sistema de pensiones privado chileno), la mujer enferma que hace cola en el sistema de salud, el estudiante que quiere tener una buena educaci¨®n y no puede a trav¨¦s de este sistema privado que es todo un negocio repugnante. Modificar esto podr¨ªa llamarse revoluci¨®n¡±.
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