Tanto viaje para esto
?Creen que la historia del arte ha sido degradante para la condici¨®n humana? ?Ja! Echen un vistazo a la historia de la ciencia. Desde que Cop¨¦rnico nos expuls¨® del centro del sistema solar, cada nuevo descubrimiento no hace m¨¢s que agravar nuestra condici¨®n de v¨ªctimas de la cosmolog¨ªa, moradores del arrabal del universo, gente sin enjundia, poco menos que nada.
Y los antiguos se quejaban de vicio, porque el universo, en tiempos de Cop¨¦rnico, no era m¨¢s que el Sol, el ¨²nico sol, y un magro repertorio de planetas que lo orbitaban, entre ellos el nuestro. Oh s¨ª, y una especie de cascar¨®n salpicado de estrellas que, en t¨¦rminos actuales, estar¨ªa m¨¢s o menos a la altura de Plut¨®n, girando a nuestro alrededor para decorar el fondo. Lo de Cop¨¦rnico no acab¨® de ser una verdadera expulsi¨®n del para¨ªso. Lo peor estaba por llegar.
Fue el propio Cop¨¦rnico quien se dio cuenta de la inmensidad del cosmos. ?Nunca han dudado de cu¨¢l de dos cosas est¨¢ m¨¢s cerca, o de la forma real de alg¨²n objeto ambiguo que haya tenido delante? De ser as¨ª, lo siguiente que habr¨¢ hecho es mover la cabeza a un lado y a otro, para ganar perspectiva. Lo mismo hizo Cop¨¦rnico con las estrellas: mirar d¨®nde estaban en verano y en invierno, en los dos polos de la ¨®rbita de la Tierra sobre el Sol. Y lo que vio no le gust¨® nada. Las estrellas estaban tan lejos que reduc¨ªan nuestro sistema solar a una caspa en las amplias espaldas de la creaci¨®n. El padre de la ciencia sencillamente no pudo aceptar todo ese absurdo de vac¨ªo y toda esa nada negra. Quer¨ªa comprender la mente de Dios, y aquello no le ayudaba en absoluto. Despu¨¦s vinieron las galaxias y los c¨²mulos de galaxias y los superc¨²mulos de c¨²mulos de galaxias. Una nada absoluta y m¨¢s enorme que la imaginaci¨®n de un loco.
?Qu¨¦ nos queda si queremos permanecer en el centro de todo lo existe? La biolog¨ªa. Dios cre¨® el universo para que lleg¨¢ramos nosotros a fastidiarlo. No crean que esto es solo una nueva religi¨®n ¡ªaunque lo es, con el apoyo firme de Roma y Canterbury¡ª, porque es tambi¨¦n lo que han pensado los evolucionistas de m¨¢s prestigio. Theodosius Dobzhanski, uno de los art¨ªfices del darwinismo moderno, estaba convencido de que la evoluci¨®n era el mecanismo elegido por Dios para crear al Hombre.
De ser as¨ª, cu¨¢nto viaje para esto.
Babelia
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