Copenhague: capital europea del jazz
M¨¢s de un millar de conciertos a lo largo de diez d¨ªas en el festival de la ciudad danesa. M¨²sicos como Tony Bennett, Lady Gaga, Gilberto Gil, Caetano Veloso y Chick Corea, pero tambi¨¦n decenas de propuestas desconocidas
¡°Desgraciadamente, la vida jazz¨ªstica local durante el resto del a?o no es como ahora¡±. Lo dice Kenneth Hansen, director del Festival de Jazz de Copenhague, en el peque?o escenario de La Fontaine ¡ªel club de jazz m¨¢s antiguo de la ciudad¡ª sobre el que unas horas antes Lady Gaga se un¨ªa a la jam session para interpretar un ¡°La Vie en Rose¡± que ya se ha vuelto viral. Nunca una ciudad se vuelca con el jazz durante el a?o como lo hace cuando tiene un festival de anual, claro, pero la perspectiva juega un papel importante en Copenhague, una ciudad que podr¨ªa ser considerada la capital hist¨®rica del g¨¦nero en Europa, con permiso de Paris o Londres.
En cuanto al festival, m¨¢s de un millar de conciertos a lo largo de diez d¨ªas le sit¨²an entre los m¨¢s grandes del mundo y, entre ellos, tal vez el m¨¢s ingeniosamente dise?ado en cuanto a programaci¨®n. ¡°Todo el mundo puede encontrar algo de su gusto en el festival¡±, afirman desde la organizaci¨®n; una sentencia un tanto manida que en Copenhague se ajusta totalmente a la realidad. Con los grandes conciertos de figuras internacionales conviviendo con programaciones alternativas en peque?os locales o centenares de conciertos ¡ªaptos para ne¨®fitos y profanos¡ª en la calle, en el Festival de Jazz de Copenhague uno puede encontrar, literalmente, de todo: desde el jazz m¨¢s tradicional a la vanguardia m¨¢s aguerrida, con todos los g¨¦neros y subg¨¦neros que uno pueda imaginar entre ellos.
Reci¨¦n llegados, paseando por las calles de la ciudad, es dif¨ªcil percibir el ambiente festivalero, tal y como se entiende en Espa?a. Hay poca carteler¨ªa y no se ven grandes se?ales de que la ciudad est¨¢ inmersa en un evento de esta magnitud pero, en seguida, la m¨²sica comienza a salir de los locales. Bares, caf¨¦s, restaurantes, en el interior o, si la lluvia lo permite, a pie de calle, el jazz toma la ciudad como mejor puede hacerlo: asaltando los o¨ªdos de los transe¨²ntes. Nadie parece sentirse ante algo extraordinario, sino ante algo que se disfruta como quien aprovecha un d¨ªa de sol tras una temporada de mal tiempo. En Copenhague, el jazz no es algo especial. Esta m¨²sica est¨¢ tan vinculada con la historia de su cultura a lo largo del siglo XX que nadie muestra sorpresa ante la enorme multitud de est¨ªmulos musicales, sino un sano y dom¨¦stico ¨¢nimo de disfrutar de ellos de forma natural.
Lo especial es el propio festival, que convoca a decenas de miles de aficionados, oblig¨¢ndoles a devanarse los sesos, lapiz y papel en mano, para decidir qu¨¦ ver cada d¨ªa. A medida que llega la tarde las actuaciones se solapan y uno debe elegir entre una decena de ofertas interesantes a la misma hora, en diferentes puntos de la ciudad. Como en los grandes festivales de rock, la frustraci¨®n est¨¢ garantizada y el sacrificio es casi obligatorio. Los grandes nombres est¨¢n ah¨ª ¡ªeste a?o, los cabezas de cartel han ido por parejas, con Tony Bennett y Lady Gaga, Gilberto Gil y Caetano Veloso y el resucitado d¨²o de Chick Corea y Herbie Hancock, que la semana que viene estar¨¢ en el Festival de Jazz de Vitoria¡ª, pero la verdadera acci¨®n jazz¨ªstica est¨¢ en locales como el JazzHouse, una sala m¨¢s parecida a un templo rockero donde los conciertos se disfrutan de pie y, cuando es necesario, se a¨²lla ante la energ¨ªa de la actuaci¨®n.
El punto ¨¢lgido del festival de este a?o se vivi¨® all¨ª, con dos conciertos de la apabullante Fire! Orchestra del saxofonista sueco Mats Gustafsson ¡ªfigura clave del free jazz y del noise-rock v¨ªa Sonic Youth¡ª, una formaci¨®n escandinava que bucea tanto en el jazz como en el rock, el punk, el drone o la libre improvisaci¨®n. En el otro extremo, para la oferta m¨¢s tradicional es impensable no pasar por el Jazzhus Montmartre, uno de los locales con m¨¢s solera del mundo. Con una historia envidiable ¡ªfue el hogar de grandes m¨²sicos norteamericanos exiliados como Dexter Gordon, Ben Webster o Kenny Drew, entre otros¡ª, el que debiera ser el Village Vanguard europeo se ha convertido en un local enfocado a un p¨²blico pudiente que quiere disfrutar de jazz inofensivo. Ya no hay riesgo entre sus paredes, pero su historia sigue convirti¨¦ndolo en una visita ineludible.
Para escuchar lo que realmente se cuece hay que rastrear los caf¨¦s o locales ¡ªalgunos de ellos, con hasta seis conciertos programados al d¨ªa¡ª como Literaturhaus, PH Cafeen o 5e-ILK, un min¨²sculo recinto situado en el viejo distrito de carniceros, rehabilitado para ofrecer algunas de las formas art¨ªsticas m¨¢s estimulantes de la ciudad. Pero hay m¨¢s de 100 escenarios diferentes y abarcarlos todos es tarea de varias ediciones. A lo largo de sus diez d¨ªas de festival, Copenhague se levanta orgullosa y reclama su t¨ªtulo nobiliario jazz¨ªstico en el continente. El resto del a?o, con un perfil m¨¢s bajo, aunque envidiable para un pa¨ªs como Espa?a, simplemente disfrutan de la m¨²sica.
Babelia
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