?Qui¨¦n da m¨¢s por el mercado del arte chino?
Las presidentas de Christie¡¯s en China y Asia hacen una fotograf¨ªa de la meca del arte
Jin Ling levanta con una mano el peque?o mazo de madera y con la otra se?ala al expectante p¨²blico. Se gira hacia el lateral en el que una veintena de agentes susurran atropelladamente por tel¨¦fono, y pregunta: ¡°?Hemos acabado aqu¨ª? ?Nadie ofrece m¨¢s?¡±. Rebecca Wei, presidenta de Christie¡¯s en Asia, hace un gesto impaciente con la mano. Espera. Est¨¢ hablando con el cliente 8088, que se muestra indeciso. ¡°Tengo que apremiarte. ??ltima oportunidad!¡±, exclama Jin con el mazo en alto. ¡°?Dos millones!¡±, responde Wei en el ¨²ltimo segundo. Un murmullo colectivo recorre el sal¨®n del Hotel Peninsula de Shangh¨¢i, en el que la casa de subastas ha provocado una lucha encarnizada para hacerse con algunas de las obras chinas de arte que ofrece. Finalmente, despu¨¦s de un tenso tira y afloja, Wei logra la victoria y sonr¨ªe satisfecha. El mazo cae y con un golpe seco se cierra la venta.
Poco despu¨¦s, el evento concluye: en total, los coleccionistas han gastado casi 87 millones de yuanes (13,5 millones de euros) y han marcado nuevos r¨¦cords mundiales para tres artistas contempor¨¢neos de China y otros dos del sudeste de Asia. ¡°Se confirma as¨ª la paulatina sofisticaci¨®n de los coleccionistas chinos¡±, concluye Cai Jingqing, presidenta en China de la centenaria casa de subastas brit¨¢nica. No en vano el gigante asi¨¢tico recuper¨® el a?o pasado el trono del mercado del arte, en el que genera un 37,2% de los ingresos -frente al 32,1% de Estados Unidos- seg¨²n el informe anual que elaboran ArtPrice y AMMA (Art Market Monitor of Artron). Ese porcentaje se traduce en nada menos que 5.390 millones de euros, un importe que va destinado en un 84,3% a la compra de obras de caligraf¨ªa tradicional y de pintura cl¨¢sica china.
Pero, como casi todo en el pa¨ªs de Mao, el mercado del arte es aqu¨ª un universo paralelo que se rige por sus propias normas. ¡°El coleccionismo chino tiene una larga historia que se remonta cientos de a?os. No obstante, la Revoluci¨®n Cultural -que lanz¨® Mao Zedong en su radical interpretaci¨®n del comunismo- provoc¨® una ruptura y el mercado actual, que ha explotado hace menos de dos d¨¦cadas, podemos considerarlo joven e inexperto. Por eso, nuestro trabajo no consiste ¨²nicamente en vender obras de arte, tambi¨¦n tenemos que educar a los coleccionistas y guiarles en sus adquisiciones¡±, explica Cai, que fich¨® por Christie¡¯s hace tres a?os despu¨¦s de haber ejercido como consultora para empresas extranjeras que buscaban abrirse camino en China y viceversa. ¡°Esto es un teatro y yo soy la productora de la obra¡±, resume entre risas.
Pero no siempre es f¨¢cil que los actores se aprendan el guion. ¡°Los coleccionistas chinos no solo adquieren arte en China. Cada vez se nota m¨¢s su presencia en todo el mundo, desde Londres hasta Nueva York, raz¨®n por la que asesorarlos bien es muy importante¡±, expone Cai antes de mostrar una sala adyacente de la sede de Christie¡¯s en Shangh¨¢i en la que un experto disecciona para un p¨²blico muy selecto las caracter¨ªsticas de diferentes obras y su valor como inversi¨®n. ¡°Mi trabajo es hacerles varias preguntas clave de forma muy clara¡±, a?ade Wei, cuyo radio de acci¨®n se extiende a todo el continente asi¨¢tico. ¡°La primera, subjetiva, es '?Te gusta?'. Ah¨ª yo no tengo nada que ver, porque nuestro trabajo se centra en otros aspectos. Por eso, a las siguientes cuestiones espero respuestas afirmativas de los coleccionistas: ?Te lo puedes permitir? ?Cu¨¢nto tiempo lo vas a guardar? ?Lo vas a poder vender?¡±.
Sin embargo, en muchas ocasiones el impulso de levantar la mano con una nueva oferta no responde en China a cuestiones pr¨¢cticas. De hecho, el pasado 26 de marzo el diario oficialista Global Times, estrechamente relacionado con el Partido Comunista, public¨® un art¨ªculo titulado El patriotismo naif infla el mercado del arte chino, y Cai reconoce que el orgullo nacionalista es un componente que diferencia a los clientes chinos del resto. ¡°Muchos tienen a gala adquirir obras chinas que estaban en el extranjero¡±, afirma. El mejor ejemplo de esta tendencia es la compra de un tangka -bordado tradicional tibetano- del siglo XV por el multimillonario Liu Yiqian. Pag¨® 44 millones de euros en la subasta que Christie¡¯s organiz¨® el pasado mes de noviembre en Hong Kong, y bati¨® as¨ª el r¨¦cord de la obra china m¨¢s cara de la historia que ¨¦l mismo hab¨ªa establecido en abril de 2014.
¡°La forma extravagante en la que gastan los coleccionistas chinos se ha convertido en una constante de este negocio¡±, argumentaba el art¨ªculo del diario chino. ¡°Con efectivo en las manos, patriotismo en el coraz¨®n, y un h¨¢bito de seguir la corriente, pueden elevar los precios muy por encima del valor real de las obras¡±. Wei est¨¢ de acuerdo con estas afirmaciones. ¡°La raz¨®n de este comportamiento hay que buscarla en el perfil del comprador chino. A diferencia de lo que sucede en Occidente, donde la clase media tambi¨¦n puede ser coleccionista sin tener que gastar cifras millonarias, en China de momento solo la crema de la sociedad adquiere arte. Y esa elite, cuyo poder adquisitivo duplica el de nuestros clientes en los mercados tradicionales, tiene especial ansiedad por comprar¡±.
Las estad¨ªsticas son claras al respecto: el 22% del volumen comercial que se mueve en las subastas de China pertenece a obras que cuestan m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares. ¡°En cualquier caso, el bajo nivel de penetraci¨®n que el arte tiene entre la poblaci¨®n china es lo que nos hace apostar sin fisuras por este mercado. Porque creemos que la emergente clase media se ir¨¢ sumando a ¨¦l r¨¢pidamente y que en unos diez a?os el perfil del cliente chino ser¨¢ similar al de cualquier otro¡±, explica Wei. Ella misma reconoce que no ten¨ªa gran inter¨¦s por coleccionar arte antes de comenzar a trabajar en Christie¡¯s, hace algo m¨¢s de dos a?os, y que, sin embargo, ahora destina a ello la mayor parte de su sueldo. Con muchos como ella, la cuota de mercado de las obras de menos de 50.000 d¨®lares contin¨²a creciendo en China.
Claro que la importancia del gigante asi¨¢tico no radica exclusivamente en la demanda, tambi¨¦n es cada vez m¨¢s relevante la oferta. ¡°China ha superado con ¨¦xito dos etapas: la Revoluci¨®n Cultural y la de las copias. Ahora los coleccionistas exigen la mejor calidad, y una nueva generaci¨®n emergente de artistas chinos, nacidos a partir de 1970, la est¨¢ ofreciendo¡±, asegura Cai. ¡°Son creadores m¨¢s individualistas, que plasman en sus obras la relaci¨®n con la sociedad y con la naturaleza. Tienen una visi¨®n global pero mantienen elementos propios de la cultura china. De hecho, algunos buscan sus ra¨ªces hist¨®ricas y las actualizan. Por ejemplo, quienes utilizan la tinta china en obras de arte contempor¨¢neo. El inter¨¦s que hay por estos autores no es pasajero. Han llegado para quedarse¡±, apostilla. El a?o pasado, dos de los diez artistas m¨¢s cotizados del mundo fueron chinos.
Tanto Cai como Wei auguran que esa cifra continuar¨¢ creciendo y que el mercado chino seguir¨¢ expandi¨¦ndose hasta ocupar el lugar que le corresponde por volumen demogr¨¢fico y fuerza econ¨®mica. ¡°Se est¨¢ produciendo un fen¨®meno curioso: cada vez hay m¨¢s coleccionistas chinos que deciden exponer en sus museos privados las obras que adquieren. Es una muestra de que no solo les mueve el valor que tienen como inversi¨®n, sino que quieren compartir el placer que proporciona el arte. Son parte de un proceso de aprendizaje que comienza con la adquisici¨®n de obras para decoraci¨®n y cuyo resultado se nota en el mercado con la continua irrupci¨®n de nuevos coleccionistas chinos¡±, comenta Cai.
¡°Eso s¨ª, todav¨ªa existe una barrera psicol¨®gica y cultural que retrae a muchos¡±, puntualiza Wei. ¡°Por ejemplo, la poblaci¨®n china est¨¢ acostumbrada a regatear para bajar el precio, no a subirlo en una subasta. Tambi¨¦n hay miedo a las falsificaciones, y a China le queda mucho por hacer en lo que respecta a la regulaci¨®n del sector. La nueva zona de libre comercio de Shangh¨¢i, por ejemplo, es un experimento interesante y tiene un gran potencial. As¨ª, ante el estancamiento de pa¨ªses como Jap¨®n, que vivi¨® un ¡®boom¡¯ en la d¨¦cada de 1980 y ahora comienza a recuperar parte de la confianza que perdi¨® con el estallido de su burbuja, China es, sin duda, el principal motor de crecimiento del sector. Y detr¨¢s viene el sudeste asi¨¢tico, en el que muchos coleccionistas tambi¨¦n son de origen chino. Sin duda, se abre una etapa fascinante en el mercado del arte en el continente¡±.
Hong Kong es imbatible
¡°Hong Kong representa el 40% de nuestras ventas de arte en Asia, y es el lugar en el que se han batido numerosos r¨¦cords del mundo de las subastas. Es el coraz¨®n del mercado y est¨¢ muy por delante de cualquier otra ciudad¡±, sentencia Rebecca Wei, presidenta de Christie¡¯s en el continente asi¨¢tico. Las razones son claras: ¡°Es un puerto franco ubicado en un lugar estrat¨¦gico, que sirve de puerta para China y para el sudeste asi¨¢tico. Est¨¢ magn¨ªficamente conectado tanto por aire como por mar, y la ciudad retiene ese crisol de culturas que la ha convertido en una mezcla de Oriente y Occidente. Por si fuese poco, la regulaci¨®n es muy clara, el sector financiero es robusto, la moneda -el d¨®lar de Hong Kong- es convertible, y el poder adquisitivo de la poblaci¨®n, que tiene buen conocimiento del mercado del arte, es muy elevada¡±. As¨ª, a pesar de la emergencia de otros lugares como Pek¨ªn, donde el mercado del arte en su totalidad genera m¨¢s ingresos debido a la proliferaci¨®n de galer¨ªas, Wei prev¨¦ que nadie haga sombra a la excolonia brit¨¢nica durante mucho tiempo en el sector de las subastas.
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