Rug¨ªa el le¨®n
Ha sido otro paisano nuestro al que por la insignificante suma de 50.000 euros se le ha permitido la haza?a de asaetear a un le¨®n que viv¨ªa en la reserva y estaba presuntamente protegido por la ley
Es una de las im¨¢genes m¨¢s sugestivas que tengo del cine de mi ni?ez: en un impresionante amanecer de Tanganika, la preciosa m¨²sica de Mancini arropa a los camiones de cazadores profesionales que se dirigen a cazar (no a matar) animales salvajes con destino a los zool¨®gicos. Se titula Hatari! El jefe de esa cuadrilla enfrentada cotidianamente al peligro es, c¨®mo no, John Wayne. Pocas veces se han fundido tan armoniosamente la aventura y la comedia como en esta obra maestra de Hawks. Imagino que a los bichos no les hac¨ªa gracia que los secuestraran de su entorno natural, pero nadie pretende derramar su sangre. Solo es negocio.
John Huston contaba en la muy tr¨¢gica Vidas rebeldes la caza en el desierto de Nevada de los ¨²ltimos caballos salvajes. Pero a estos los destinaban al matadero. Sin embargo, ese amor de Huston a los potros libres (aunque el guion lo firmaba Arthur Miller) se contradec¨ªa con lo que nos cont¨® Eastwood en Cazador blanco, coraz¨®n negro. Al parecer, lo que m¨¢s obsesionaba a Huston cuando rod¨® la deliciosa La reina de ?frica no era la pel¨ªcula, sino que ¨¦sta solo le serv¨ªa como pretexto para poder matar un elefante. Debe de enganchar mucho lo de cargarse animales por placer. No conocemos la opini¨®n al respecto de un monarca sobre lo de asesinar paquidermos mientras que su pa¨ªs andaba en la ruina.
Me entero de que ha sido otro paisano nuestro al que por la insignificante suma de 50.000 euros se le ha permitido la haza?a de asaetear a un le¨®n que viv¨ªa en la reserva y estaba presuntamente protegido por la ley, y rematar a balazos al herido despu¨¦s de perseguirle dos d¨ªas. Por el placer de arrancarle la cabeza e imagino que exhibirla con orgullo en su mansi¨®n cuando llegan las visitas. C¨®mo me gustar¨ªa asistir a la lucha cuerpo a cuerpo entre ese tipo tan valiente (vale, le damos un cuchillo, como a Tarz¨¢n) y el viejo le¨®n. Y despu¨¦s, brindar¨ªa por el ganador.
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