Cervantes desde Madrid a Barcelona
El escritor Julio Llamazares y el fot¨®grafo Navia ofrecer¨¢n con palabras e im¨¢genes una particular visi¨®n de la ruta del Quijote, el personaje m¨¢s universal de la literatura
Les unen la pasi¨®n por la literatura, por la imagen y por la vida. Es decir, por el viaje con todas sus consecuencias. A Julio Llamazares los pies le han crecido andando, y a Jos¨¦ Manuel Navia (Navia, como ¨¦l firma) le ha pasado lo mismo. Ahora se han juntado, a instancias de EL PA?S, para hacer uno de los grandes viajes de la historia de la ficci¨®n, la ruta del Quijote, el personaje m¨¢s universal de la historia de la literatura.
Llamazares pone la escritura. Navia las fotos. Durante los dos ¨²ltimos meses el primero y algunos a?os m¨¢s el segundo han ido hollando los mismos pasos que sigui¨® el h¨¦roe de Cervantes, desde las Trinitarias del Barrio de las Letras (donde se supone que est¨¢ enterrado el ilustre bardo) hasta Barcelona, la ciudad a la que tango elogio dedica Cervantes en El Quijote. De Madrid a Barcelona, pues, pasando por el mundo entero del viejo hidalgo y del superlativo Sancho.
Hablan de esa aventura com¨²n (¡°nos une la pasi¨®n por la literatura y la pasi¨®n por el paisaje¡±, dice Navia) en un viejo bar de Madrid, la Taberna Mariano, cuyo propietario se sabe de memoria muchos pasajes del Quijote, cuyo autor, parece, descansa enfrente.
Navia viene ¡°del mundo de la palabra, hice Filosof¨ªa, rama Antropolog¨ªa¡± y Julio fue abogado y es el escritor de La lluvia amarilla y Distintas formas de mirar el agua. Desde hace a?os, Navia retrata esa ruta que ahora ha seguido al comp¨¢s que Llamazares; y ¨¦ste ha mirado (el agua, la tierra) con la pasi¨®n de quien retratara mariposas o desiertos, como su colega Rulfo. ¡°Pero, a diferencia de Rulfo, en mi vida he hecho una foto, porque adem¨¢s me tiembla el pulso¡±.
As¨ª que Navia pone la imagen y Llamazares pone el texto. El encargo que recibi¨® Julio, seguir la ruta del Quijote, fue similar al que cumpli¨® Azor¨ªn de parte del director de El imparcial, Ortega Munilla, el padre del fil¨®sofo. Munilla le dio a Azor¨ªn una pistola como armamento para el viaje, y en los rudimentarios medios de entonces emprendi¨® un viaje que fue cr¨®nica period¨ªstica y luego libro, La ruta del Quijote. El encargo que recibi¨® ahora el autor de El r¨ªo del olvido o Tras-os-Montes, dos de sus m¨¢s c¨¦lebres libros de viajes, fue igual, pero ¨¦l lo ha prolongado. A diferencia de Azor¨ªn, ¨¦l fue hasta Barcelona; y a diferencia de Azor¨ªn tambi¨¦n, su ruta es ahora un lugar en el que hay hamburgueser¨ªas, una hosteler¨ªa distinta, pero un paisanaje en cierto modo similar, y de momento no se tiene que usar pistola. De sus sobresaltos y de sus encuentros hablaron en la taberna de Mariano.
Son viejos conocidos, pero tuvieron noticia de cada uno antes de encontrarse. ¡°A m¨ª me marc¨® de Julio¡±, dice Navia, ¡°la primera frase de El r¨ªo del olvido: ¡°La memoria es paisaje¡±... ¡°Como Navia, Julio ha buscado el Quijote ¡°en el paisaje y en el paisanaje... Me imaginaba contar esta ruta con ilustraciones. Con ilustraciones o con Navia, que lleva trabajando a?os en los territorios del Quijote¡±.
El resultado lo podr¨¢n comprobar los lectores durante todo el mes de agosto en esta Revista de Verano. Fue un viaje cuyo anecdotario formar¨¢ parte de las entregas escritas; algunas cosas se quedar¨¢n, sin embargo, en la memoria chusca de ambos. En Bola?os de Calatrava tuvieron que dormir juntos, ¡°aunque no hubo trato carnal¡±, porque el hotel Do?a Berenguela carec¨ªa de otra cama que la que pudieron ofrecerles.
Elecci¨®n de territorios
Se han encontrado ¡°con el tu¨¦tano de Espa?a¡±. Entre los millones de aciertos que tiene Cervantes, se?ala Navia, ¡°est¨¢ la elecci¨®n de los territorios, aparentemente imposibles, que representan la espina, el tu¨¦tano, de Espa?a...¡± Han transitado por ese tu¨¦tano maravill¨¢ndose de la pertinencia de las descripciones de Cervantes (en Villatobas, Toledo, en la Mancha Alta). El resultado del viaje es ¡°una radiograf¨ªa de la Espa?a que sobrevive al tiempo y a los hechos¡±, dice Julio. ¡°Es el tu¨¦tano del pa¨ªs a trav¨¦s de la memoria, que es la literatura¡±. El trayecto lo llev¨® a lugares que luego fueron otra cosa (el b¨²nker desde el que se dirig¨ªa, en tierras del Ebro, la batalla que se libr¨® all¨ª en la Guerra Civil, el puesto de mando de Durruti).
En Catalu?a, donde Llamazares prolong¨® la ruta propuesta por Azor¨ªn, y que completa decisivamente la obra de Cervantes, se encontr¨® una mirada distinta sobre El Quijote. ¡°En La Mancha se toma como un patrimonio; en Catalu?a a veces vi desd¨¦n o ignorancia. En T¨¢rrega me dijeron: ¡®Aqu¨ª somos m¨¢s de Tirant lo Blanc¡±.
Uno y otro vieron paisajes que ya no reconocer¨ªa Cervantes. Desiertos que ahora son regad¨ªos, selvas que son florestas o bosques... Los dos comparten una visi¨®n general de la obra en relaci¨®n con los espa?oles: ¡°Hay un gran desconocimiento: El Quijote se considera tan sagrado que la gente no osa tocarlo a fondo, se acerca a ¨¦l y se da la vuelta¡±.
Ellos han ido de frente, buscando a don Quijote en los recovecos de la tierra y en la consecuencia de la imaginaci¨®n que, en la mano de Cervantes, se convirti¨® en un mapa del alma, probablemente espa?ola pero de hecho universal. Desde el 1 de agosto podr¨¢n viajar con los dos, con Navia y con Llamazares, por la misma ruta que hollaron los pasos del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
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