Amigos con derecho a injuria

¡°Follador P. A. Larkin, calle Sodomita 49, Chico Excremento (Adjunto Primer O.J.E.T.E.); Remite Metededo, L¨ªnea del Monte, Campo Cagarro, La Raja¡±. La direcci¨®n no existe, por supuesto: es uno de esos inventos maliciosos que Kingsley Amis inclu¨ªa en su correspondencia con Philip Larkin y provocaban en ambos una alegr¨ªa infantil. Larkin y Amis se hab¨ªan conocido en el prestigioso St. John¡¯s College de Oxford en abril de 1941. ¡°Cuando se conocieron¡±, afirm¨® en una ocasi¨®n Martin Amis, el brillante hijo novelista de Kingsley, ¡°los dos tuvieron la impresi¨®n de que por fin hab¨ªan encontrado alguien m¨¢s brillante que ellos mismos¡±.

Kingsley hab¨ªa nacido en el sur de Londres en 1922; Larkin, en Coventry ese mismo a?o. Ambos deseaban convertirse (y lo conseguir¨ªan, por supuesto) en escritores importantes, pero, al margen de este prop¨®sito, hab¨ªa pocas cosas que tuvieran en com¨²n: la educaci¨®n en Oxford, el inter¨¦s por la poes¨ªa y el jazz, el desprecio a la fatuidad no solo en literatura y el amor por el alcohol, que a Larkin le inspirar¨ªa algunos poemas como Estudio de los h¨¢bitos de lectura y Compasi¨®n en blanco mayor y a Amis todo un libro, Sobrebeber (sic), tambi¨¦n publicado recientemente en espa?ol.

Las diferencias entre ambos, por otra parte, eran evidentes, y se har¨ªan m¨¢s visibles con el tiempo. Amis se cas¨® dos veces y tuvo tres hijos; Larkin nunca se cas¨®, y buena parte de su obra est¨¢ destinada a denunciar ambas cosas: sus poemas Ego¨ªsta es el hombre (¡°Nadie puede negar, no, / que Arnold es menos ego¨ªsta que yo. / Se cas¨® con una mujer para que no se le fuera / y ahora la tiene all¨ª hasta que se muera¡±), Ll¨¦vese uno para los ni?os (¡°Un juguete vivo es siempre una novedad, / pero al final uno tambi¨¦n se cansa¡±) y su c¨¦lebre Sea este el verso, que comienza con la frase ¡°Bien que te joden tus padres¡± y culmina aconsejando ¡°Escapa lo antes que puedas / y no tengas hijos¡±.

Diferencias sustanciales

Las carreras literarias de los dos tambi¨¦n presentan diferencias sustanciales. Amis disfrut¨® del ¨¦xito desde la publicaci¨®n de su primera novela, la hilarante Lucky Jim (1954), que llev¨® a la cr¨ªtica especializada a asociarlo al movimiento literario de moda, el de los radicales Angry Young Men, o J¨®venes enfurecidos. Larkin, a pesar de la aceptaci¨®n inicial de sus (magn¨ªficas) novelas Jill (1946) y Una chica en invierno (1947), se convirti¨® en un poeta enormemente respetado pero no especialmente exitoso comercialmente, a lo que contribuy¨® el hecho de que nunca vivi¨® en Londres: mientras, all¨ª, Amis iba de c¨®ctel en c¨®ctel, haciendo y destruyendo reputaciones, Larkin ordenaba libros en alguna biblioteca universitaria en Belfast o Hull. Mientras Amis viajaba por el mundo (un poco a la manera del esp¨ªa James Bond, que tanto le gustaba y para el que escribi¨® una novela con pseud¨®nimo, Colonel Sun), Larkin segu¨ªa en Hull y escrib¨ªa una poes¨ªa de tono menor, deliberadamente provinciana. Al tiempo que Amis ganaba una considerable cantidad de dinero, y presum¨ªa de ello, Larkin viv¨ªa en una habitaci¨®n sin lujos. Mientras Amis parec¨ªa incansable (siete libros de poemas, veintis¨¦is novelas, tres libros de relatos, once libros de no ficci¨®n), Larkin se agot¨® o crey¨® agotarse despu¨¦s de haber publicado tan s¨®lo las dos novelas antes mencionadas, una selecci¨®n de ensayos y cinco libros de poemas, incluyendo los fundamentales Enga?os (1955), Las bodas de Pentecost¨¦s (1964) y Ventanas altas (1974). De hecho, cuando se le quiso hacer el mayor honor que puede recibir un poeta ingl¨¦s, el de ocupar el puesto de poeta laureado, lo rechaz¨® afirmando: ¡°El impulso de escribir poemas me abandon¨® hace siete a?os, periodo en el cual no he escrito pr¨¢cticamente nada. Naturalmente es una decepci¨®n, pero prefiero no escribir poemas a escribir poemas malos¡±. Amis, por su parte, no rechaz¨® la Orden del Imperio Brit¨¢nico cuando ¨¦sta se le ofreci¨® en 1981.

Las amistades entre escritores nunca son f¨¢ciles de explicar, no est¨¢n exentas de rispideces y, por lo general, acaban en desastre. En sus cartas a M¨®nica Jones (lo m¨¢s parecido que tuvo a una relaci¨®n estable), Larkin se queja permanentemente de Amis: de que sus visitas son extenuantes, de que su casa est¨¢ sucia, de que no reconoce p¨²blicamente su aporte a los libros con los que lo ha ayudado, de que es un taca?o, de que bebe mucho (¡°el s¨¢bado fuimos a Dubl¨ªn, bebimos todo el camino hasta all¨ª, y todo el camino de regreso: todav¨ªa me estoy recuperando¡±, le cuenta en 1951), de que es fatuo. ¡°No es su ¨¦xito lo que me molesta m¨¢s, sino su inmunidad a las preocupaciones y al trabajo duro, aunque su ¨¦xito tambi¨¦n me molesta¡±, escribe en 1956, y agrega, en referencia a su holgada situaci¨®n: ¡°No me sorprende que pueda escribir¡±.

Mejorar los libros

A pesar de todo ello, muy pocas amistades entre escritores han tenido la importancia para sus protagonistas como la que tuvieron la de Larkin y Amis: el primero somet¨ªa sus poemas a la opini¨®n del segundo antes de darlos a la imprenta, y Amis sol¨ªa hacer lo mismo con sus libros. En 1953 Larkin le cuenta a M¨®nica: ¡°Kingsley me ha enviado un mont¨®n de mecanograf¨ªa diciendo que, ya que Reading quiere publicarle un libro de poemas, por qu¨¦ no se los selecciono, los mejoro, los arreglo y pienso un t¨ªtulo¡±. No es necesario decir que Larkin lo hizo, y que Amis hizo cosas similares por los libros de su amigo bibliotecario.

La publicaci¨®n simult¨¢nea de dos de sus libros en espa?ol, Cuentos completos (editado por Impedimenta, con traducci¨®n de Raquel Vicedo) de Amis, y Una chica en invierno (Impedimenta, traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar) es una buena oportunidad para recordar esa amistad y el hecho de que no siempre las relaciones entre escritores son peligrosas. Amis muri¨® en 1995; en los ¨²ltimos a?os de su vida hab¨ªa regresado con su primera esposa, con cuyo marido se vio tambi¨¦n obligado a convivir. Larkin podr¨ªa haber escrito un magn¨ªfico poema acerca de este matrimonio de tres ancianos, y Amis le hubiese respondido con un exabrupto, pero Larkin hab¨ªa muerto en 1985 y Amis, esta vez, no ten¨ªa su direcci¨®n ni pod¨ªa invent¨¢rsela.