Willy DeVille: El hombre que pudo reinar
Nunca hubo fraude en este m¨²sico estadounidense que muri¨® hace seis a?os
Siempre es un misterio saber c¨®mo se va a comportar la posteridad. De momento, con William Dorsay, alias Willy DeVille, fallecido el 6 de agosto de 2009 a causa de un c¨¢ncer de p¨¢ncreas, esa posteridad no le est¨¢ siendo esquiva. Sus grandes canciones mientras aguantan de pie, atemporales, conectadas tanto a un reconocible imaginario del rock¡¯n¡¯roll ¨CSpanish stroll, Mixed up, shook up girl, Cadillac walk- como a la verdad de qui¨¦n vive el momento de esas canciones como la ¨²nica realidad posible ¨CJust your friends, Heaven stood still, Love & emotion-. Ni en sus trabajos flojos hubo nunca fraude en Willy DeVille.
A finales de los 70, los Mink DeVille destacaron de entre todo el caj¨®n de sastre del punk. Su propuesta, aparentemente retro no era tal. Lo suyo era disparar desde el escenario, una y otra vez hasta el coraz¨®n del rock¡¯n¡¯roll y acertar. Salvaje y popular, con un gran cancionero y mucha, much¨ªsima actitud. Los Mink eran r¨¢pidos, fuertes, calientes y siempre daban la hora justa. Con matices, sin miedo a las baladas y los rincones secretos que uno se encuentra dentro de las buenas canciones.
Uniformados y elegantes, sudaban sus camisas magentas, como si fueran la banda elegida para tocar en una comuni¨®n habi¨¦ndose escuchado tanto a los Coasters como a los Clash. El larguirucho Willy con uno de sus pies en esa mescolanza de Ronettes, soul, King Curtis, doo woop, blues, chanson, Cochran, salsa y rock¡¯n¡¯roll y el otro en el asalto punk a rascacielos y transatl¨¢nticos. Y siempre el directo sin amaneramientos ni cinismo: su particular versi¨®n del no future.
Compositor y vocalista, Willy era un jukebox humano poseedor de una garganta que tanto pod¨ªa ser guante como estilete. Maullaba, escup¨ªa, amenazaba, se romp¨ªa y vacilaba, a ritmo de Cadillac, roto de melancol¨ªa o perdiendo el tiempo, fumando, en una esquina, siguiendo con la mirada a la Venus de la Calle C. Sus tres primeros ¨¢lbumes con Mink DeVille ¨CCabretta, Return to Magenta y Le Chat Bleu- son un edificio perfecto entre callejones de Nueva York. Tienen aquellas canciones talento y orfebrer¨ªa pero tambi¨¦n una inusual capacidad de evocaci¨®n cinematogr¨¢fica.
El fantasma de Phil Spector deambula tanto como el de los m¨ªticos hacedores de canciones ¨CLeiber/Stoller, Pomus/Shuman- encontr¨¢ndose con una voz que se cuela como una serpiente por cada una de las rendijas en una interpretaci¨®n apasionada, emocionalmente sincera al tiempo que controlada, casi nueva en cada escucha, siempre definitiva: no cabe imaginar una versi¨®n de un tema de Willy DeVille: tierra quemada.
La carrera de Willy qued¨® lastrada desde un principio por sus propios demonios. Bancarrotas, drogadicci¨®n, ambici¨®n y derrota ante la industria. Aunque tuvo victorias sonadas como el ¨¦xito de Le Chat Bleu. Fue un disco grabado en Par¨ªs, con todo el adelanto de la discogr¨¢fica gastado en hero¨ªna que ¨¦sta se neg¨® a editar acabando siendo el mejor disco del a?o¡ distribuido desde Francia.
Sus siguientes discos, con las se?as Mink DeVille o ya solo con su nombre, siguen teniendo aqu¨ª y all¨¢ buenos temas, soberbias versiones pero el sacarlo de las calles y la noche para desintoxicarlo, mataron al compositor que firm¨® sus mejores temas en 1987 o, siendo generosos, en 1992 ¨Ccon el caprichoso destino de ser superventas con el envite de la mescolanza latina de Hey! Joe y Demasiado coraz¨®n-.
Se puso nervioso, a mediados de los 80, cuando el cetro se le escurri¨® de los dedos por meses ante la eclosi¨®n de Springsteen que, desde par¨¢metros musicales similares, iba llenando estadios y vaciando bolsillos. Willy se juega la carta Hollywood con Miracle, disco producido por Mark Knopfler, y pierde. Desaparece y da se?ales de vida en los 90, en Nueva Orleans con un soberbio disco de versiones de tesoros blues con los mejores m¨²sicos de la ciudad (Dr.John, Allen Toussain, Eddie Bo): Victory Mixture se llama la joya.
Surfea por el ¨¦xito, sobre todo, en Europa, su territorio desde siempre, pero le fallan las canciones cuando m¨¢s las necesita. Declive dorado a lat¨®n de enorme int¨¦rprete de otros ¨Csab¨ªa llevar como nadie la canci¨®n a su primer momento-. Cuando muri¨®, el futuro no pintaba halag¨¹e?o, la posteridad parece que s¨ª, Rey Pachuco.
Carlos Zan¨®n, ganador del premio Dashiell Hammett 2015 por su novela Yo fui Johnny Thunders, public¨® en 2003 el libro Willy DeVville: el hombre a quien rosita rob¨® el televisor.
Babelia
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