Bailar a voces
Sara Baras triunfa con su nuevo espect¨¢culo en el Festival del Cante de las Minas
Voces, el ¨²ltimo montaje de Sara Baras, es un espect¨¢culo de celebraci¨®n, no de duelo, lo que resulta aparentemente parad¨®jico si consideramos que es un homenaje a grandes genios del flamenco ya desaparecidos, como Carmen Amaya, Paco de Luc¨ªa, Gades, Morente, Camar¨®n y Mora¨ªto.
Sin embargo, la propia bailaora gaditana lo explica muy bien en alguna entrevista. Es la celebraci¨®n de todo lo que esas grandes figuras han aportado al arte y, en particular, a ella, pues de una u otra forma se reclama su heredera, aunque, como es l¨®gico, de manera m¨¢s directa Carmen Amaya, de cuyo baile hay cosas en el suyo, al menos as¨ª lo afirma.
Hace tiempo que la tambi¨¦n core¨®grafa ya no es esa muchacha gaditana que deslumbr¨® con un baile fresco y lleno de gracia, cuya t¨¦cnica quedaba como escondida detr¨¢s de un desparpajo y una fuerza naturales. Ese baile que asentaba sus reales en el escenario, en s¨ª y porque s¨ª, con poder¨ªo sin contestaci¨®n posible.
Ha evolucionado, claro. Tambi¨¦n en la t¨¦cnica y en lo formal. Por ejemplo, mantiene la fuerza de sus pies, pero sus brazos y sus manos han mejorado, aunque nunca hayan sido su fuerte. Pero cuando ella habla de evoluci¨®n habla de otra cosa, se refiere a una voluntad, a un intento de no estancarse, y esa b¨²squeda la entiende, fundamentalmente, en llegar a ser una artista total: bailar, dirigir, coreografiar, crear escenograf¨ªas y dramaturgias...
Pero eso no es f¨¢cil, con frecuencia se ha enredado en el intento. Puesto que uno de sus homenajeados en Voces es Gades, ah¨ª tiene donde buscar y encontrar lecciones maestras de obra total en t¨ªtulos como Fuenteovejuna o Bodas de sangre. Que muchos de sus espect¨¢culos anteriores -a veces fallidos- hayan triunfado en el extranjero clamorosamente casi no quiere decir nada. Es cierto que en grandes escenarios for¨¢neos se admira el flamenco, tanto que esa admiraci¨®n se convierte en devoci¨®n acr¨ªtica.
Pero Voces es, de manera consciente o no, un regreso a los or¨ªgenes de los que ha bebido y que est¨¢n en sus genes, y no s¨®lo por los homenajeados, sino por el baile, por su baile. El espect¨¢culo es, ante todo, una reivindicaci¨®n de la alegr¨ªa de bailar, y la alegr¨ªa en s¨ª misma, es lo m¨¢s profundo que tenemos.
Reniega Sara Baras de su pasado cuando dice que cualquier idea o argumento era un simple pretexto para el baile, y no para decir o contar algo. Pero, al margen de que en el flamenco el baile con historia pocas veces ha dado buen resultado, el simple cuerpo en movimiento ya cuenta mucho y adem¨¢s con una intensidad que rara vez tiene la palabra.
Esta vez direcci¨®n y coreograf¨ªa vuelven a ser de ella, con la colaboraci¨®n de Jos¨¦ Serrano, que de nuevo es artista invitado y que, por cierto, consigue momentos brillantes en su baile, en sus zapateados, en solitario o en paso a dos con la propia Sara; la m¨²sica del espect¨¢culo es de Keko Baldomero y el vestuario, de Torres-Cosano.
El montaje es sencillo. Al fondo se reflejan los rostros de los genios homenajeados y desaparecidos. Una voz declama un texto pretencioso y prescindible. Se van intercalando despu¨¦s las voces reales de los homenajeados, que hablan de su vida, de su arte. Sara Baras pasea por el escenario ( ya casi no lo abandonar¨¢ durante m¨¢s de hora y media) como inspir¨¢ndose en ellas, y tras cada voz que viene del pasado reciente, voces no muertas sino llenas todav¨ªa de vida, Sara, o Jos¨¦ Serrano, o el cuerpo de bailarines, bailan tratando de expresar lo que cada una de esas voces transmite.
Pero lo decisivo del espect¨¢culo es que Baras baila mucho y bien, como en esa danza frente al s¨®lo de saxo, aunque aqu¨ª, por momentos, parece homenajear m¨¢s a Israel Galv¨¢n que a Gades o a Amaya, e incluso a mi me record¨® la expresividad de la danza butoh japonesa. En fin, mucho baile, la alegr¨ªa del baile sin m¨¢s. Pero...?tiene usted algo m¨¢s profundo y elocuente que eso a mano, se?ora?
Babelia
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