Candados para el amor
Desde el simple despeluque de una margarita hasta las distintas sustancias afrodis¨ªacas que se encuentran por ah¨ª, los rituales del amor siempre me han parecido de lo m¨¢s estrafalario. Recuerdo que de adolescentes mis amigas y yo escrib¨ªamos el nombre de nuestro enamorado sobre los cigarros que ¨ªbamos a fumar como para absorber, adem¨¢s de la nicotina, esa sustancia tan deseable a nuestros ojos ¡ªa pesar de sus granos y su bigote incipiente¡ª, concentrada en unas cuantas letras. En los pueblos mexicanos las parejas acostumbran grabar sus nombres sobre un ¨¢rbol o una hoja de maguey para simbolizar una uni¨®n eterna. Es como si, aun en medio del enamoramiento m¨¢s intenso, persistiera en nuestra consciencia la sospecha de que el amor, como todo en este mundo, constituye un estado transitorio y quisi¨¦ramos evitarlo empleando el mismo recurso que la humanidad ha utilizado desde siempre para solucionar asuntos imposibles: la magia. Ya sea la de Merl¨ªn, la de la bruja escaldufa o la del cura, que en un altar nos declara marido y mujer per saecula saeculorum.
Sin embargo, el amor con cadenas pesa, y muchas veces causa grandes estragos. No solo en nuestros corazones, tambi¨¦n en la arquitectura. Tomemos como ejemplo el Pont des Arts de Par¨ªs, que por culpa de los enamorados se est¨¢ viniendo abajo. Cuando viv¨ª all¨ª observ¨¦ muchas veces a parejas de todas las edades colgar en ese puente candados como s¨ªmbolo de compromiso eterno. Llegaban de todos los pa¨ªses, como otros van a Lourdes o a La Meca, a colgar su candadito para no separarse jam¨¢s. Despu¨¦s de arrojar las llaves al r¨ªo, regresaban muy confiadas a su casa de Tokio o Nueva York, pensando que ya nadie podr¨ªa desunirlas.
No s¨¦ ni c¨®mo ni cu¨¢ndo se origin¨® ese ritual; lo que s¨ª s¨¦ es que este a?o la acumulaci¨®n de metal super¨® las 45 toneladas y el puente empez¨® a desplomarse. Alarmada por su estado, la alcald¨ªa de Par¨ªs decidi¨® cerrarlo en plena primavera y liberarlo del peso del amor. Los empleados de la municipalidad rompieron las cadenas y quiz¨¢s ¡ªnunca se sabe¡ª tambi¨¦n todos los hechizos. En vez de rejas, instalar¨¢n paredes de vidrio transparente, buscando una sensaci¨®n m¨¢s ligera y espaciosa, menos parecida al lazo obligatorio que al amor libre y sincero, al que, por m¨¢s que nos cueste, todos deber¨ªamos aspirar.
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