Si escribes no conduzcas
Como saben los pol¨ªticos que han metido la pata en las redes sociales, vivimos un tiempo que tiende a prescindir del contexto. Por eso la precisi¨®n es m¨¢s importante que nunca
En 1963 el historiador de la ciencia Giorgio de Santillana dict¨® una conferencia sobre la medici¨®n del universo en el mundo antiguo. En ella contaba que para los egipcios el s¨ªmbolo de la precisi¨®n era una pluma usada como contrapeso en la balanza de pesar almas. Italo Calvino asisti¨® a esa charla y con la imagen de la pluma abri¨® en 1985 la que ¨¦l dedic¨® a la exactitud en sus Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio destinadas a la Universidad de Harvard. Seg¨²n Calvino, la exactitud literaria requiere buen c¨¢lculo previo, im¨¢genes n¨ªtidas y un estilo lo m¨¢s preciso posible.
Para el autor de Mundo escrito y mundo no escrito, la literatura era la gran propuesta para el tercer milenio, el ant¨ªdoto contra un uso cada vez m¨¢s pobre y negligente del lenguaje. El escritor italiano, que no era precisamente un apocal¨ªptico, llega incluso a denominar ¡°peste¡± a la inmediatez y el automatismo que, remacha, tiende a diluir los significados y a aplanar la expresi¨®n. ?C¨®mo? Echando mano de f¨®rmulas gen¨¦ricas, an¨®nimas y abstractas. Lo parad¨®jico es que esa ¡°peste¡± ha encontrado su m¨¢ximo esplendor en el ¨¢mbito que, en teor¨ªa, se ocupa de la cosa p¨²blica: la pol¨ªtica. Hace un par de a?os circulaba entre los periodistas una advertencia atribuida al presidente Mariano Rajoy: ¡°Para evitar que algunas cosas se filtren, ni siquiera las pienso¡±. La frase es tan ocurrente que merece ser suya y no de un asesor. Resume muy bien, en cualquier caso, la sensaci¨®n que produce escuchar a diario discursos y declaraciones que en el fondo parecen redactados para ocultar las ideas de aquel que los pronuncia. ¡°Todo es falso salvo alguna cosa¡±. Dif¨ªcil mejorarlo.
Y sin embargo, la abstracci¨®n repudiada por Calvino ha encontrado el ant¨ªdoto en otro de sus temores: la inmediatez. Muchas veces, para saber qu¨¦ piensan de verdad los pol¨ªticos no hay que acudir a su programa electoral sino a una tertulia de televisi¨®n (mejor con poca audiencia) o, en su defecto, a Twitter. El problema de Twitter, lo sabe cualquiera de sus 316 millones de usuarios, son los 140 caracteres. Cada vez que a un portavoz o a un concejal se le se?ala como autor de una iron¨ªa chusca todos recurren al mismo abogado: el contexto. Como un elemento qu¨ªmico nuevo en la tabla peri¨®dica, el contexto es un descubrimiento relativamente reciente de la ling¨¹¨ªstica, que se pas¨® los siglos tratando de analizar sint¨¢cticamente frases como ¡°ojal¨¢¡±. Gracias a la pragm¨¢tica, incluso en el Palacio de la Moncloa saben ya que escuchar ¡°?qu¨¦ puntualidad!¡± no significa lo mismo si llegas a las nueve menos cuarto a una reuni¨®n convocada para las nueve que si llegas a las nueve y cuarto. Obviedades.
Al contrario que un aforismo, un tuit debe ser una verdad completa o atenerse a las consecuencias
Al contrario que un Consejo de Ministros, un tuit no tiene contexto. O, como mucho, lo pierde a medida que gana difusi¨®n, es decir, influencia. En una red fren¨¦tica en la que adem¨¢s de impedir ver el bosque los ¨¢rboles, como en Macbeth, se mueven, el af¨¢n de distinguirse es el caldo de cultivo perfecto para la frase lapidaria (tambi¨¦n para la lapidaci¨®n; ese es otro cap¨ªtulo), pero a un tuit no se le puede aplicar aquello que dec¨ªa Karl Kraus de que los aforismos no son del todo verdad: o son media verdad o son verdad y media. La frase es buena (tiene 77 caracteres con espacios), pero un tuit debe ser una verdad completa o atenerse a las consecuencias. ¡°El hilo y no las perlas es lo que hace el collar¡±, dec¨ªa Gustave Flaubert, que no vivi¨® para saber que Twitter es un baile de perlas que rebotan desordenadamente en un suelo pulido hasta que una de ellas se detiene en un charco. O en el fango.
En su conferencia sobre la exactitud, Italo Calvino cita una de las frases m¨¢s famosas del propio Flaubert: ¡°Dios est¨¢ en los detalles¡±. En el arranque de esa misma lecci¨®n, el escritor recuerda aquella vieja charla sobre la ciencia de la precisi¨®n y a?ade un toque de melancol¨ªa: ¡°Desde que estoy aqu¨ª pienso a menudo en Santillana, porque me sirvi¨® de gu¨ªa en mi primera visita a Massachusetts en 1960¡±. Santillana fue durante a?os profesor en el MIT, pero Calvino nunca lleg¨® a estar ¡°aqu¨ª¡±: muri¨® antes de viajar a Estados Unidos. No pudo, pues, pensar ¨Cni poco ni a menudo- en su compatriota. Lo advierten con una nota al pie todas las ediciones de sus propuestas norteamericanas. Ventajas del contexto.
Cuatro a?os antes que Harvard, la RAI pidi¨® al mismo Calvino tres claves para el a?o 2000. Son estas: aprender poemas de memoria, desconfiar de la facilidad y ¡°ser conscientes de que en d¨¦cimas de segundo pueden dejarnos sin todo lo que tenemos¡±. En las carreteras estadounidenses hay carteles que piden cada tanto que mientras se conduce no se env¨ªen mensajes de texto con el m¨®vil. ¡°Don¡¯t text and drive¡±. No tuitee mientras gobierne, podr¨ªa ser una variante. Conviene en ambos casos, adem¨¢s, no haber bebido alcohol.
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