Robert Conquest, notario de los cr¨ªmenes sovi¨¦ticos
Su obra principal, 'El Gran Terror', document¨® de forma pionera el horror de las purgas estalinistas
Fueron vidas inicialmente paralelas, para divergir radicalmente desde los a?os 40. Robert Conquest y Eric J. Hobsbawn, fallecidos recientemente casi centenarios ¨Cel primero hace unos d¨ªas, Hobsbawm en 2012- hab¨ªan nacido en el a?o simb¨®lico de 1917 y durante sus estudios en los a?os 30 en las universidades de Oxford y Cambridge se afiliaron al Partido Comunista. Despu¨¦s de participar en la Segunda Guerra Mundial, las trayectorias seguir¨¢n caminos opuestos. Con todas las reservas propias del caso, Hobsbawm se mantuvo fiel a la valoraci¨®n positiva de la Revoluci¨®n sovi¨¦tica. Solo visit¨® una vez la URSS, a la muerte de Stalin, y por encima de los horrores que hubo de admitir, prefiri¨® ¨Cson sus palabras- no traicionar a tantos comunistas que hab¨ªan sacrificado sus vidas por una causa que a su juicio representaba, a diferencia del capitalismo, el futuro de la humanidad. La visita del joven comunista Conquest a Mosc¨² tuvo lugar durante un episodio particularmente ilustrativo, los grandes procesos de 1937. La estancia en Bulgaria al final de la guerra, siendo testigo del establecimiento de la ¡°democracia popular¡±, le llev¨® a un viraje hacia el anticomunismo cuya intensidad se agudizar¨¢ con el paso del tiempo.
La lealtad al futuro y al compromiso heroico de los comunistas no favoreci¨® demasiado al rigor con el que un gran historiador como Hobsbawm afront¨® en diversas ocasiones al sistema sovi¨¦tico, para el cual rechaz¨® la etiqueta de totalitario, ya que a su parecer no lleg¨® a determinar el modo de pensar de los rusos. En la misma l¨ªnea, separ¨® a Lenin de Stalin, minimizando en ambos casos la importancia de la represi¨®n. Tampoco la militancia anticomunista de Conquest propici¨® una evoluci¨®n positiva de sus an¨¢lisis, al tiempo que su adscripci¨®n pol¨ªtica, transitoriamente vinculada al laborismo, se desliz¨® hacia la extrema derecha de Margaret Thatcher. Aqu¨ª el esp¨ªritu militante le llev¨® desde muy pronto a participar en organizaciones entregadas a la contenci¨®n del comunismo. En el plano acad¨¦mico, las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX contemplaron su consagraci¨®n como director del Instituto Hoover en la Universidad de Stanford. En 2005 George Bush Jr. le impuso la Medalla presidencial de la Libertad.
La importancia de Conquest como historiador no es debida l¨®gicamente a las condecoraciones, ni a sus escarceos po¨¦ticos y en la ciencia ficci¨®n, sino al planteamiento interpretativo que despu¨¦s de unos trabajos menores preside su principal obra, El Gran Terror, la purga de Stalin en los a?os 30. En 1968, cuando aun estaba lejos la apertura de los archivos en la URSS, el libro permiti¨® entender que los grandes procesos se insertaban en una l¨®gica de represi¨®n de masas, determinada por la ideolog¨ªa y causante, seg¨²n sus estimaciones, de veinte millones de muertos.
?En el mismo a?o 68, con ocasi¨®n de la Primavera de Praga y su represi¨®n por Mosc¨², intelectuales cr¨ªticos como Jorge Sempr¨²n aun suscrib¨ªan la idea de que aquello era una traici¨®n a Lenin: fue un t¨®pico muy difundido, ¨²til para argumentar que hab¨ªan existido dos comunismos, el bueno de Lenin y los soviets, y el perverso de Stalin. Conquest dej¨® las cosas claras, por encima de su reconocimiento de las cualidades del ¡°arquitecto del Terror¡±: incluso en un breve poema sat¨ªrico: la l¨®gica del aniquilamiento f¨ªsico de los adversarios se encontraba ya en Lenin, aun cuando su aplicaci¨®n mort¨ªfera por Stalin ¡°se decuplicara¡± despu¨¦s del asesinato de Kirov.
En 1990 la versi¨®n revisada de El Gran Terror incorpor¨® los frutos de una abundante sovietolog¨ªa, con correcciones en cuanto al n¨²mero de v¨ªctimas. La apertura de los archivos en Mosc¨² ha confirmado sus hip¨®tesis. Queda por contrastar la l¨ªnea de investigaci¨®n planteada en Cosecha de dolor, de 1986, sobre el genocidio puesto en pr¨¢ctica por Stalin sobre Ucrania, el holodomor, donde Conquest parte de la visi¨®n ofrecida por Rapha?l Lemkin treinta a?os antes en sus escritos sobre el tema.
Babelia
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