Dylan Thomas y su eterno cumplea?os
Laugharne parece no existir fuera de la poes¨ªa del autor gal¨¦s, como la Soria de Machado

Laugharne es un pueblo del sur de Gales con un par de pubs, un supermercado y una calle principal por la que no caben dos coches. Llueve mucho en Laugharne y, a veces, las mareas inundan la explanada donde se aparca. Mucho pasado, apenas presente y un futuro predecible. No parece muy distinto de como lo vio Dylan Thomas (Swansea, Gales, 1914¡ªNueva York, 1953) en 1944, pero lo es. Totalmente. Porque ahora lleva a Dylan Thomas incorporado en su paisaje, pero en octubre de 1944, cuando la guerra sonaba ya a cosa cumplida, era el paisaje de Laugharne el que estaba metido dentro de Dylan Thomas.
Se han invertido los t¨¦rminos. Ese paisaje se hizo poes¨ªa, y la poes¨ªa ha vuelto a hacerse paisaje. El 27 de octubre de 1944, Dylan Thomas cumpli¨® treinta a?os y lo celebr¨® paseando por Laugharne y escribiendo un poema en el que describ¨ªa el pueblo y suger¨ªa que se sent¨ªa viejo. Hoy, ese poema es un paseo, el Birthday Walk y, como le pasa a la Soria de Machado o al Moguer de Juan Ram¨®n, uno se pregunta si Laugharne existe fuera de la poes¨ªa de Dylan Thomas.
Recorro un Gales amable y verde y me hospedo en un hotel de un pueblo ¨ªnfimo que eleg¨ª, adem¨¢s de por su precio, porque se anunciaba como ¡°pr¨®ximo a la casa de Dylan Thomas en Gales¡±. Helen, su mesonera, presume de amistades con gente de letras y otros borrachos londinenses. En un desayuno, despu¨¦s de haber sido informada de que el hu¨¦sped barbudo es un escritor espa?ol, irrumpe con las poes¨ªas escogidas de Dylan Thomas en la mano y lee ¡°Do Not Go Gentle Into That Good Night¡±, su poema m¨¢s famoso.
A poco que se despeja lo verde de esta parte de Gales, aparece Dylan Thomas. No hay persona culta que no tenga un par de versos suyos a punto para un recitado de urgencia. Quiz¨¢ soy yo, que lo busco, que camino mareado por esa leyenda de dipsoman¨ªa, derrota y canciones de ese hom¨®nimo voluntario que fue Bob Dylan (quien adopt¨® como apellido el nombre del escritor como si as¨ª lo invocara y se dejase poseer por su esp¨ªritu), pero siento muy vivo y presente al poeta de Gales, de una forma que no se encuentra a Machado en Soria o a Juan Ram¨®n en Moguer. Inmensamente popular en vida (sus seriales en la BBC eran un acontecimiento), su obra persiste con una vigencia que envidiar¨ªa cualquier muerto ilustre del parnaso espa?ol. Y alg¨²n que otro vivo, tambi¨¦n.
Quiz¨¢ Laugharne tenga la fuerza de las afinidades electivas. Thomas escogi¨® Laugharne y Laugharne escogi¨® a Thomas. Fue el ¨²nico amor desinteresado y c¨®mplice en la vida de un hombre feo que tuvo varias mujeres. No le ataba a ese rinc¨®n rocoso y escondido del sur brit¨¢nico nada m¨¢s que una excursi¨®n dominguera que hizo en 1934. Se enamor¨® de las mareas y la luz gris y se empe?¨® en vivir all¨ª. Incluso consigui¨® que Margaret Taylor, la acomodada esposa de un historiador famoso, le comprara una residencia en el pueblo: la Boathouse, una casa colgada sobre un acantilado que hoy es propiedad del condado de Carmathenshire y se ha convertido en una especie de templete-museo y foco de un peque?o festival literario anual que cada mes de abril re¨²ne a un mont¨®n de artistas dispuestos a emular a Thomas, si no en talento, s¨ª al menos en su afici¨®n por los destilados.
Pero el Dylan Thomas que se recuerda en Laugharne no es ese alcoh¨®lico que muri¨® en Nueva York en 1953 con treinta y nueve a?os reci¨¦n cumplidos y un r¨¦cord de dieciocho whiskies seguidos que le llevaron directo a un coma letal (r¨¦cord desmentido por el barman que supuestamente los sirvi¨®, quiz¨¢ para que no le acusaran de homicidio). El Dylan Thomas que se recuerda en este pueblo lejano y adormilado del sur de Gales es el del poeta que cumpli¨® treinta a?os en 1944, se levant¨® temprano, pase¨® y escribi¨® unos versos en los que lamentaba el paso del tiempo como s¨®lo un viejo muy cansado puede lamentar. Todas las ma?anas son la ma?ana del cumplea?os de Dylan Thomas en Laugharne.
Sergio del Molino, periodista y escritor, es autor de La hora violeta.
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