Banksy monta su Disneylandia
El grafitero m¨¢s famoso ha convertido un antiguo centro de ocio de la costa inglesa en su propio parque art¨ªstico de atracciones que inaugura el viernes
El grafitero m¨¢s famoso del mundo, cuya identidad permanece oculta bajo el pseud¨®nimo de Banksy desde hace dos d¨¦cadas, ultima su mayor y m¨¢s espectacular trabajo hasta la fecha en un l¨¢nguido enclave tur¨ªstico costero del oeste de Inglaterra. Ni lo ha anunciado ni nadie de su entorno quiere confirmar o negar el estreno, el pr¨®ximo viernes, de una suerte de parque tem¨¢tico que subvertir¨¢ la id¨ªlica tem¨¢tica de Disneylandia con el despliegue de una colecci¨®n de siniestras esculturas en un antiguo centro de ocio junto al mar que ba?a la localidad de Weston-super-Mare. Pero ese es el sello de su marca, el secretismo y los rumores en torno a un acontecimiento titulado Dismaland que los locales dan por hecho y que la prensa brit¨¢nica anunciaba ayer a bombo y platillo.
La publicidad que el misterio de la figura de Banksy confiere a su firma ha redundado en la alt¨ªsima cotizaci¨®n de un artista nacido de la protesta contra el establishment, aerosol en mano, y empe?ado hoy en seguir renegando de los tradicionales canales de comercializaci¨®n de su obra. La exposici¨®n de Weston-super-Mare, ubicada a una veintena de kil¨®metros de su Bristol natal (uno de los pocos datos de su biograf¨ªa que ¨¦l mismo ha confirmado), ha sido orquestada bajo la cobertura de una supuesta producci¨®n cinematogr¨¢fica que justificar¨ªa el trasiego de las ¨²ltimas semanas en torno al clausurado centro de recreo bajo el nombre de Tropicana. Pero los habitantes de la poblaci¨®n acabaron reparando en que esa anunciada filmaci¨®n de una pel¨ªcula de Hollywood, un thriller seg¨²n se les dijo titulado Grey Fox, nunca se tradujo en la presencia de c¨¢maras o de otra parafernalia que suele acompa?arlas, y s¨ª en cambio en el trasiego de extra?as esculturas como la que emula de forma desoladora el castillo en tono rosa p¨¢lido de la Cenicienta del cuento y que los fot¨®grafos consiguieron finalmente capturar desde el exterior. Habr¨¢ presencia espa?ola, seg¨²n confirman a este diario fuentes cercanas al proyecto art¨ªstico de Banksy. Pero hasta el mismo d¨ªa de la inauguraci¨®n no se har¨¢ p¨²blico el nombre. Cosas del Banksy.
A orillas del mar
El foco medi¨¢tico ha detectado desde entonces el transporte hacia el recinto del extinto centro de recreaci¨®n a orillas del mar ¡ªcerrado desde hace cinco lustros¡ª tambi¨¦n de la gigantesca estructura de un caballo ejecutada a base de piezas de metal, la de un molino de viento configurada con pl¨¢sticos de colores estridentes o la de un tanque de petr¨®leo que cobra la figura de una S may¨²scula. El desembarco de esa aproximaci¨®n cr¨ªtica al s¨ªmbolo del d¨®lar y a la moneda que, a pesar de todos los avatares y de las componendas del mercado internacional, sigue exhibiendo las formas de potencia, se suma al desmentido de la compa?¨ªa Atlas Entertainment, promotora entre otras de la pel¨ªcula Batman contra Superman, de haber siquiera puesto un pie en la poblaci¨®n inglesa, a la b¨²squeda de escenarios para su nueva pel¨ªcula.
Algo diferente ha estado coci¨¦ndose bajo el sello de Banksy en este centro vacacional ingl¨¦s venido a menos, tal y como confirmara en d¨ªas recientes la presencia de su agente, Holly Cushing, charlando con el personal de seguridad que tiene blindado el espacio de la exposici¨®n. Lo justo para avalar las especulaciones de que Banksy ha organizado un evento a lo grande, e invitado a participar a artistas internacionales, incluidos representantes de Espa?a, que habr¨ªan tenido que firmar antes un acuerdo de confidencialidad para no desvelar anticipadamente ning¨²n detalle sobre el proyecto.
Secretismo sobre su identidad
La hoy cotizad¨ªsima firma de Banksy pertenece a un territorio alimentado por el secretismo en torno a la verdadera identidad del artista callejero m¨¢s influyente de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Hace siete a?os se le atribuy¨® la personalidad de un tal Robin Gunningham, nacido en la localidad inglesa de Bristol, pero nadie ha sido capaz de verificar que esa sea la verdadera identidad de uno de los nombres que ha convertido el street art en objeto de codicia de marchantes y coleccionistas.
Comenz¨® su singladura a principios de los noventa del siglo pasado, estampando en cualquier muro sus proclamas que satirizaban el momento pol¨ªtico, las tensiones sociales o la cultura pop. Y acab¨® convirti¨¦ndose en un mito cuyas obras han sido literalmente arrancadas de las paredes de edificios para hacer negocio. Su huella genera hoy millones en ese mundillo que tanto denostaba.
La original muestra Dismaraland, de confirmarse su publicitada apertura en los albores del fin de semana, va a aunar dos de las constantes del maestro del street art: reivindicar una serie de espacios urban¨ªsticos abandonados a su suerte ¡ªaunque en este caso se trate de primera l¨ªnea del mar¡ª y seguir desarrollando un lenguaje muy cr¨ªtico contra el tiempo presente y la mercantilizaci¨®n de lo que ¨¦l entiende como arte popular. Ser¨¢ una exposici¨®n masiva que pondr¨¢ a prueba esos principios, aunque el tipo que firma como Banksy ya sabe que desde hace tiempo que figura como un personaje inevitable de la cultura popular¡
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