Flexibilidad expresiva
Yuri Termikanov y la Filarm¨®nica de San Petersburgo, acento ruso en la Quincena Musical
Las orquestas sinf¨®nicas, como los pa¨ªses, tienen algo de organismo vivo e inteligente. Disponen de su propia biograf¨ªa y personalidad. Unas proceden de reg¨ªmenes totalitarios y est¨¢n sujetas a los designios de un director musical con atribuciones absolutas, como la Filarm¨®nica de San Petersburgo. Otras son, por el contrario, expresi¨®n de la democracia m¨¢s pura y pueden elegir qu¨¦ tocan y con qui¨¦n, como la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Todas tienen su propio car¨¢cter y temple sonoro, como resultado de sus directores, las tradiciones musicales locales o su sala de conciertos. Obviamente la globalizaci¨®n imperante ha hecho mella en muchas, aunque algunas mantienen todav¨ªa hoy sus se?as de identidad como la referida Filarm¨®nica petersburguesa. Lo pudimos comprobar estos d¨ªas en San Sebasti¨¢n dentro de la cita que tiene anualmente su Quincena Musical con las grandes orquestas.
Regresaba tres a?os despu¨¦s la mejor orquesta rusa al Kursaal con su titular al frente, Yuri Temirkanov (N¨¢lchik, 1938). Y nuevamente con un doble programa que inclu¨ªa la colaboraci¨®n del excelente Orfe¨®n Donostiarra en una de las dos composiciones musicales de Prokofiev surgidas de su trabajo con el cineasta Sergei Eisenstein. Si en 2012 fue Iv¨¢n el terrible, en esta edici¨®n se opt¨® por Alexander Nevsky en su versi¨®n como cantata de 1939. Y los resultados fueron nuevamente impresionantes con una ¡°Batalla sobre el hielo¡± ¨Cobra maestra de la yuxtaposici¨®n de planos sonoros (y visuales)¨C de una plasticidad y dinamismo inolvidables. Le sigui¨® otro momento sobrecogedor: ¡°El campo de los muertos¡± donde tras la batalla una joven rusa, encarnada magistralmente por la mezzo Ekaterina Gubanova, busca a su prometido entre los cad¨¢veres. Temirkanov imprime a Prokofiev un equilibrio ideal entre pasi¨®n y precisi¨®n, que evidenci¨® en la primera parte con una selecci¨®n de las dos primeras suites del ballet Romeo y Julieta (1936). La orquesta rusa no ha perdido ninguno de los elementos que la hicieron legendaria en manos de Mravinsky, como esa cuerda de amplio espectro din¨¢mico, expresi¨®n y color que toc¨® con un virtuosismo extremo, por ejemplo, en ¡°La muerte de Teobaldo¡±.
Temirkanov tambi¨¦n ha dotado a la Filarm¨®nica de San Petersburgo de mayor flexibilidad expresiva. Es su principal aportaci¨®n y ello la ha acercado al repertorio franc¨¦s o ingl¨¦s que centr¨® lo escuchado en el primer concierto. Sin embargo, Ravel choca con la tradici¨®n sonora de la orquesta rusa, con esos vientos tan potentes y vibrantes, que nada tienen que ver con la seducci¨®n que requiere una partitura como Ma M¨¦re l¡¯Oye (1911). En el Concierto en sol (1931) destac¨® el movimiento lento donde fue el pianista Javier Perianes quien aport¨® esa necesaria carga de seducci¨®n que despu¨¦s remarc¨® con la Serenata andaluza de Falla como propina. Y mucho mejor resultaron las Variaciones Enigma (1899) de Elgar donde Temirkanov hilvan¨® con maestr¨ªa los diferentes retratos de amigos del compositor ingl¨¦s. Al final, ofreci¨® como propina la peculiar orquestaci¨®n de Rodion Shchedrin del Tango de Alb¨¦niz precedida por un exquisito arreglo para cuerda del Momento musical n? 3 de Schubert. Y aqu¨ª mostr¨® ¨Cproeza de flexibilidad expresiva¨C que en sus manos Fa menor puede ser una tonalidad radiante y encantadora.
Babelia
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