El Jim Morrison de la salsa literaria
Crece la leyenda de Andr¨¦s Caicedo, el autor colombiano que se suicid¨® con 25 a?os, al editarse en Espa?a y entrar en los cl¨¢sicos de Penguin
El 4 de marzo de 1977 Andr¨¦s Caicedo recibi¨® un ejemplar de su primera novela en el apartamento 101 del edificio Corkidi, en la Avenida Sexta de Cali. Su protagonista se hac¨ªa llamar la Siempreviva. Horas despu¨¦s, su autor engull¨® 60 pastillas de secobarbital y se qued¨® dormido (para siempre) sobre su m¨¢quina de escribir Remington Performer. Ese mismo d¨ªa tambi¨¦n le hab¨ªan entregado una nevera. Ten¨ªa 25 a?os.
En esa novela, ?Que viva la m¨²sica!, collage de estribillos de salsa y de versos de The Rolling Stones, tambi¨¦n de oraciones santeras y de frases de Poe e incluso de Cela, el autor colombiano hab¨ªa escrito: ¡°Que nadie sepa tu nombre y que nadie amparo te d¨¦. Que no accedas a los tejemanejes de la celebridad. Si dejas obra, muere tranquilo, confiando en unos pocos amigos. Nunca permitas que te vuelvan persona mayor, hombre respetable. Nunca dejes de ser ni?o¡±.
Nueve a?os despu¨¦s del suicidio, su ¨ªntimo Luis Ospina estrenar¨ªa un documental titulado Unos pocos buenos amigos, que arrancaba con una reportera preguntando a los cale?os por Caicedo: nadie lo recordaba. Recientemente, sin embargo, su debut se ha publicado en otros cinco idiomas (es el segundo colombiano en ingresar en las filas de Penguin Classics). Adem¨¢s, una pel¨ªcula de Carlos Moreno basada en su novela se estren¨® en el pasado festival de Sundance, aunque la hermana de Caicedo la defini¨® como ¡°400 golpes de mal cine¡±. Caicedo era tartamudo y no se le daba bien bailar. Por eso le gustaba escribir m¨¢s que hablar y por eso su prosa segu¨ªa ritmos y patrones de m¨²sica pop. En una entrevista televisiva afirmaba que la novela burguesa deb¨ªa batallar con la falta de tiempo del lector y con el alto costo de los libros. Y a?ad¨ªa: ¡°La m¨²sica, en cambio, se puede o¨ªr en los buses, en las calles, a trav¨¦s de puertas abiertas, en radios prendidos. Un libro fundamental puede ahora ser reemplazado por las canciones de H¨¦ctor Lavoe¡±.
?Que viva la m¨²sica! plantea la deriva nocturna de Mar¨ªa del Carmen Huerta, una adolescente linda y burguesa que inicia su juerga en los barrios del norte de Cali (donde las ¨¦lites bohemias escuchan rock and roll) para ir intern¨¢ndose sin perder paso en los barrios m¨¢s humildes del Sur (en los que retumba la salsa). En ese camino abusa de las drogas, se empapuza de alcohol y se entrega al sexo. La colombiana Pilar Reyes, editora de Alfaguara y responsable del relanzamiento, ley¨® a Caicedo cuando tocaba: ¡°A finales de los ochenta ya era lectura obligatoria en secundaria. Pero justamente por ello, porque no supon¨ªamos que en los libros que est¨¢bamos obligados a leer hubiese alguno que nos hablara de una manera tan radical sobre nosotros mismos, fue revelador. Yo entonces ten¨ªa la edad de Mar¨ªa del Carmen Huerta¡±. Esa protagonista rubia (rub¨ªsima) vive una rabiosa historia de iniciaci¨®n adolescente, pero ¡°no la adolescencia que conduce a la vida adulta, sino la que se queda trunca¡ la que es, seg¨²n Juan Gabriel V¨¢squez, como un disco de 33 revoluciones tocado a 45¡±.
Caicedo es uno de esos escritores a menudo devorados por su malditismo. Adem¨¢s, su cr¨ªtica tanto del localismo cejijunto como del esnobismo angl¨®filo no lo ayud¨® a consagrarse. El escritor argentino Fabi¨¢n Casas, que lo prolog¨® para una edici¨®n en su pa¨ªs, explica: ¡°Fue punk antes del punk. Y eso provoca que algunos escritores y cr¨ªticos m¨¢s pretenciosos digan que ha envejecido mal, pero tambi¨¦n que sea una inspiraci¨®n para los j¨®venes¡±.
En el bando de sus nuevos (ya no tan pocos) amigos, el autor colombiano Efra¨ªm Medina Reyes, que comparte con ¨¦l la idea de que ¡°escribir es buscar una salida en el piso del incendio¡±: ¡°Caicedo siempre ha sido le¨ªdo en pasillos universitarios y antros de perdici¨®n, en parques y en filas de cinema. Sigue pateando traseros acad¨¦micos y demostrando que todo puede ser literario menos la literatura¡±.
Reacci¨®n al ¡®boom¡¯
Si bien Caicedo era devoto de los primeros textos de Mario Vargas Llosa (en especial del brutal Los cachorros), siempre ha sido presentado como una reacci¨®n al boom. Alberto Fuguet, que dijo de ¨¦l que era el enemigo n¨²mero uno de Macondo, arm¨® la autobiograf¨ªa Mi cuerpo es una celda cuando accedi¨® a los cajones de in¨¦ditos de Caicedo: ¡°Es nuestro Jim Morrison, entre hippie y punk. La literatura del boom es muy macho, muy patriarcal, y este chico confuso, drogo, an¨¢rquico, fascinado por los westerns y el cine de terror y el rock y la salsa no tiene nada que ver con su contexto¡±.
Sin embargo, en ese contexto actu¨® en el Teatro Experimental de Cali, fund¨® el Cineclub de su ciudad, lider¨® la revista Ojo al cine (se carteaba con Miguel Mar¨ªas) y tambi¨¦n la Ciudad Solar, versi¨®n cale?a de la Factory de Warhol. Y viaj¨® a EE UU para vender sus guiones a Roger Corman.
Aunque siempre afirm¨® que ¡°vivir despu¨¦s de los 25 es deshonesto¡±, dicen que un episodio con un poeta homosexual lo enfrent¨® con su novia Patricia en las horas previas al suicidio. El d¨ªa que recibi¨® una nevera y el primer ejemplar ?Que viva la m¨²sica! Poco antes de morir sobre su m¨¢quina de escribir Remington Performer. Esa que, explican sus buenos amigos, se llevaba incluso a las discotecas.
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