Todo lo que soy est¨¢ ah¨ª
El escritor saca a la luz el esperado dietario que empez¨® a escribir, camuflado en un 'alter ego', en 1957. Babelia adelanta una selecci¨®n de textos de 'Los diarios de Emilio Renzi'
En el umbral
[¡] Mi abuelo, dijo Renzi, abandon¨® el campo y vino a vivir con nosotros a Adrogu¨¦ cuando muri¨® mi abuela Rosa. Dej¨® sin cambiar la hoja del almanaque en el 3 de febrero de 1943, como si el tiempo se hubiera detenido la tarde de la muerte. Y el aterrador calendario, con el bloc de los n¨²meros fijo en esa fecha, estuvo en casa durante a?os.
Viv¨ªamos en una zona tranquila, cerca de la estaci¨®n de ferrocarril, y cada media hora pasaban ante nosotros los pasajeros que hab¨ªan llegado en el tren de la capital. Y yo estaba ah¨ª, en el umbral, haci¨¦ndome ver, cuando de pronto una larga sombra se inclin¨® y me dijo que ten¨ªa el libro al rev¨¦s.
Pienso que debe haber sido Borges, se divert¨ªa Renzi esa tarde en el bar de Arenales y Riobamba. En ese entonces sol¨ªa pasar los veranos en el Hotel Las Delicias, porque ?a qui¨¦n sino al viejo Borges se le puede ocurrir hacerle esa advertencia a un chico de tres a?os?
?C¨®mo se convierte alguien en escritor, o es convertido en escritor? No es una vocaci¨®n, a qui¨¦n se le ocurre, no es una decisi¨®n tampoco, se parece m¨¢s bien a una man¨ªa, un h¨¢bito, una adicci¨®n, si uno deja de hacerlo se siente peor, pero tener que hacerlo es rid¨ªculo, y al final se convierte en un modo de vivir (como cualquier otro).
La experiencia, se hab¨ªa dado cuenta, es una multiplicaci¨®n microsc¨®pica de peque?os acontecimientos que se repiten y se expanden, sin conexi¨®n, dispersos, en fuga. Su vida, hab¨ªa comprendido ahora, estaba dividida en secuencias lineales, series abiertas que se remontaban al pasado remoto: incidentes m¨ªnimos, estar solo en un cuarto de hotel, ver su cara en un fotomat¨®n, subir a un taxi, besar a una mujer, levantar la vista de la p¨¢gina y mirar por la ventana, ?cu¨¢ntas veces? Esos gestos formaban una red fluida, dibujaban un recorrido ¡ªy dibuj¨® en una servilleta un mapa con c¨ªrculos y cruces¡ª, as¨ª ser¨ªa el trayecto de mi vida, digamos, dijo. La insistencia de los temas, de los lugares, de las situaciones es lo que quiero ¡ªhablando figuradamente¡ª interpretar. Como un pianista que improvisa sobre un fr¨¢gil standard, variaciones, cambios de ritmo, armon¨ªas de una m¨²sica olvidada, dijo, y se acomod¨® en la silla.
Podr¨ªa por ejemplo contar mi vida a partir de la repetici¨®n de las conversaciones con mis amigos en un bar. (...)
Su vida se podr¨ªa narrar siguiendo esa secuencia o cualquier otra parecida. Las pel¨ªculas que hab¨ªa visto, con qui¨¦n estaba, qu¨¦ hizo al salir del cine; ten¨ªa todo registrado de un modo obsesivo, incomprensible e idiota, en detalladas descripciones fechadas, con su trabajosa letra manuscrita: estaba todo anotado en lo que ahora hab¨ªa decidido llamar sus archivos, las mujeres con las que hab¨ªa vivido o con las que hab¨ªa pasado una noche (o una semana), las clases que hab¨ªa dictado, las llamadas telef¨®nicas de larga distancia, notaciones, signos, ?no era incre¨ªble? Sus h¨¢bitos, sus vicios, sus propias palabras. Nada de vida interior, s¨®lo hechos, acciones, lugares, circunstancias que repetidas creaban la ilusi¨®n de una vida. Una acci¨®n ¡ªun gesto¡ª que insiste y reaparece y dice m¨¢s que todo lo que yo pueda decir de m¨ª mismo. [¡]
1957-1958 (Primer diario)
Mi¨¦rcoles
Nos vamos pasado ma?ana. Decid¨ª no despedirme de nadie. Despedirse de la gente me parece rid¨ªculo. Se saluda al que llega, no al que se deja de ver. Gan¨¦ al billar, hice dos tacadas de nueve. Nunca hab¨ªa juagado tan bien. (...)
1960 / Lunes 18
No tengo inter¨¦s en registrar mi vida cotidiana, mis actividades y las clases a las que asisto. Siempre he pensado que estos cuadernos ten¨ªan que ser la historia del esp¨ªritu absoluto de un individuo culaquiera. Esp¨ªritu porque lo que importa existe fuera de la materialidad inmediata, porque as¨ª es mi decisi¨®n de convertirme en un escritor.
1965 / Viernes
Nos interesa la literatura norteamericana porque permite ver c¨®mo grandes artistas (Salinger, F. O¡¯Connor, Truman Capote, Carson McCullers) son tambi¨¦n populares. ?nico caso en la literatura contempor¨¢nea. Hay dos motivos, creo. La amplitud del sistema de ense?anza, que pone obras en la lista de lectura obligatoria, y una industria literaria muy desarrollada. El segundo motivo es la gran tradici¨®n narrativa que logra incorporar la experimentaci¨®n formal a la tradici¨®n novelesca.
La imposibilidad de aceptar la convenci¨®n, el agudo sentido del rid¨ªculo que me obliga a escucharme cuando hablo ¡°intencionalmente¡±, desbarajusta mis posibilidades de asumir el matiz estil¨ªstico. Llamar a una mujer por tel¨¦fono supone un modo fundado en ciertas pautas que no se pueden nombrar y est¨¢n sobrentendidas. Reci¨¦n H. dijo ¡°que descansen bien¡± y yo esper¨¦ in¨²tilmente su risa del otro lado. Pero ella hablaba en serio¡ Como la vez que le dije a Elena ¡°la princesa est¨¢ triste¡± en el mejor estilo ir¨®nico y antirrom¨¢ntico y ella se lo tom¨® en serio y me dijo: ¡°?C¨®mo te diste cuenta?¡±.
?C¨®mo se convierte alguien en escritor, o es convertido en escritor? No es una vocaci¨®n, a qui¨¦n se le ocurre, no es una decisi¨®n tampoco, se parece m¨¢s bien a una man¨ªa
Nota. Un lenguaje es un sistema arbitrario por medio del cual act¨²an entre s¨ª los mismos miembros de una comunidad y as¨ª aprenden un determinado modo de vida. La realidad tal como la conocemos est¨¢ condicionada por la categor¨ªa gramatical y sint¨¢ctica del lenguaje que usamos (decide el orden, la continuidad, los tiempos verbales, es decir, la conciencia de la distinci¨®n entre presente, pasado y futuro). La gram¨¢tica ordena el orden del mundo y propone una morfolog¨ªa (que se ocupa de la estructura de las palabras) y una sintaxis (que se ocupa de la manera en que las palabras se combinan en oraciones y en frases).
Viernes
Anoche me emborrach¨¦, sin enterarme. Lo supe hoy a la ma?ana cuando me despert¨¦ con una mujer desconocida en la cama. ¡°Hola, precioso¡±, me dijo, y yo la mir¨¦ (era rubia de ojos claros y tetas grandes) y le pregunt¨¦: ¡°?Vos de d¨®nde eras¡?¡±. Se ofendi¨® y se fue, de modo que no pude saber c¨®mo se llamaba. Tengo recuerdos fugaces, el taxi o el ascensor, la almohada. El resto es silencio. Los recuerdos se borraron como si estuvieran escritos con l¨¢grimas.
Hace un rato, caminando por la recova en el Bajo desde plaza de Mayo a Viamonte, hablando solo, volv¨ª a estar seguro de todo, convencido como antes de mi futuro y de la estrella que me proteg¨ªa, y era feliz y ciego.
No hay procedimiento narrativo que no sea artificial, es decir, que no se le imponga al lenguaje cotidiano como un uso inusual. Por eso me sorprendi¨® la declaraci¨®n de Germ¨¢n Rozenmacher cuando dijo que narrar en presente era artificial, quiso decir afectado, y sin embargo las personas que uno oye en la calle usan el presente como base de la conversaci¨®n. ¡°Entonces me dice¡ y yo le digo¡ y ¨¦l me dice¡±, un modo bastante ¡°natural¡± de contar la propia vida.
(Sobre lo mismo). Un hombre que, para vencer el pasado de su mujer, la deja y se convierte ¨¦l mismo en pasado para ella. Un pasado m¨¢s novedoso o m¨¢s valioso que el anterior (del cual ¨¦l estaba celoso). Porque en el amor s¨®lo importa el presente, que es el tiempo de la pura pasi¨®n, aunque en ciertas circunstancias el presente nos interesa por lo menos para destruir el ardor del pasado que ¨¦l imagina (por ejemplo Otelo). Entonces es necesario dar el salto, dejar el presente, entrar en el pasado para estar en igualdad de condiciones. Como quien entra en una pieza alta desde la que lo insultan impunemente y puede por fin ver la cara de sus enemigos. ?se es el momento en el que Otelo ahoga a Desd¨¦mona con una almohada blanca, para no o¨ªr los gritos que llegan de la pieza vecina (en su cabeza).
Es necesario insistir: la evasi¨®n (por ejemplo la literatura de evasi¨®n) no es en s¨ª misma un defecto o una virtud. Todo depende de c¨®mo volvamos de la evasi¨®n: si m¨¢s fortalecidos para nuestra actitud frente al mundo o m¨¢s deteriorados y desin?tegrados para nuestra vida. [¡]
Viernes 31 de diciembre
Releer mis cuadernos es uan experiencia novedosa, quiz¨¢ se puede extraer, de esa lectura, un relato. Todo el tiempo me asombro, como si yo fuera otro (y es lo que soy).
Es impresionante comprobar que yo decid¨ª mi destino ciegamente en esos a?os (1958-1959), aqu¨ª en este cuarto con una ventana que da las ramas del jacarand¨¢ plantado, antes de que yo naciera, en la vereda. Impresionante recorar ya que hablamos del destino- la importancia de la casualidad.
1966
Mi¨¦rcoles 19
Paso la noche sin dormir, recurro, parece ser, al insomnio: he sido inmune toda mi vida a perder el sue?o. No recuerdo otra noche como la de anoche. Pens¨¦ que viajaba en un tren de larga distancia, me hab¨ªa instalado en la cucheta de arriba del camarote personal en el que yo me dispon¨ªa a pasar una semana. La sensaci¨®n de la marcha, el sonido de los rieles y la luz de los pueblos desiertos que cruz¨¢bamos velozmente me hicieron dormir cerca de la madrugada. La duermevela, la etapa inmediatamente previa al sue?o, tiene un aire on¨ªrico, y sin embargo somos nosotros quienes imaginamos lo que vemos. Estuve tambi¨¦n parte de la noche urdiendo dedicatorias del libro que todav¨ªa no publiqu¨¦ ni termin¨¦ de escribir. ?No hay, en esas im¨¢genes en las que uno entrega personalmente un libro que ha escrito a un amigo ¡ªo a alguien¡ª y le firma un ejemplar luego de escribir una frase, un remoto sentido de la literatura? Escribimos siempre para personas concretas y se podr¨ªa escribir un ensayo sobre el sentido de las dedicatorias.
La loca lucidez de las cinco de la ma?ana, despu¨¦s del largo encuentro con Ram¨®n T. tomando ginebra. ?l quiere convencerme de que contin¨²e con la revista Literatura y Sociedad. Tiene una noci¨®n clara de lo que se debe hacer, ya que est¨¢ dedicado a construir lo que ¨¦l llama ¡°la situaci¨®n revolucionaria¡±. Una revista literaria o el asalto a un cuartel tienen para ¨¦l la misma funci¨®n, siempre que haya alguien que sea capaz de conectar un hecho con el otro. En un sentido es un cl¨¢sico pensamiento paranoico. Como los locos, los revolucionarios profesionales est¨¢n convencidos de que ¡°todo tiene que ver con todo¡±. Anoto una de las dedicatorias que se me ocurri¨® en la noche. A Luc¨ªa, culpable del 87% de este libro. (Me gusta incluir una cifra en una dedicatoria). Sal¨ª del insomnio con los ojos vendados y una certidumbre: no puedo aceptar haber decidido perder a In¨¦s. Pero hoy, me dijo ella, uno puede liberarse mec¨¢nicamente de este cuerpo escindido. En una ¨¦poca, dijo, en la que existen los excitantes y los sedantes, es inconcebible tener penas de amor que duren m¨¢s de seis horas. Estaba sonriendo, joven y bella, cuando sigui¨® anunciando c¨ªnicamente las verdades del mundo y dijo: ¡°En una ¨¦poca en la que existen las cirug¨ªas est¨¦ticas y los institutos de belleza, es insensato que vos prefieras una mujer a otra. En una ¨¦poca¡±, agreg¨®, ¡°en la que existen las p¨ªldoras anticonceptivas y la inseminaci¨®n artificial, no es posible transmitir todav¨ªa nuestras taras, nuestras angustias y nuestra fealdad a hijos propios o ajenos¡±. Se inclin¨® sobre la mesa y me pregunt¨® si yo no estaba de acuerdo. [¡]
Mi¨¦rcoles 2 de noviembre
Desde hace un tiempo vivo precariamente, con cien pesos por d¨ªa, muy poca plata, siempre tengo una leve inquietud producida por el hambre. Pero nunca pienso en el futuro, no me importa la econom¨ªa si s¨¦ que voy a trabajar toda la noche.
1967
Jueves 2 de noviembre
Sobre Guevara. La conmoci¨®n por su muerte est¨¢ disolviendo las razones que lo llevaron hasta ah¨ª. Sus cr¨ªticas a los sovi¨¦ticos y, por lo tanto, a ciertas l¨ªneas de la revoluci¨®n cubana lo decidieron a renunciar a sus cargos y volver otra vez a la lucha [...]
Mi¨¦rcoles 13
Trabajos por hacer, cuestiones varias. Plan de la novela. Antolog¨ªa norteamericana y latinoamericana. Serie en Editorial Estuario. Proyectos en Editorial Tiempo Contempor¨¢neo. Me gano la vida como editor, o mejor dicho, como director de colecciones, es decir, soy un lector profesional [...]
Canto rodado
Las historias proliferan en mi familia, dijo Renzi. Se cuentan las mismas una y otra vez, y al contarlas y al repetirlas mejoran, se pulen igual que el canto rodado que el agua cultiva en el fondo de los r¨ªos. Alguien canta y su canto va rodando de un lado a otro durante a?os.
Los diarios de Emilio Renzi. A?os de formaci¨®n. Ricardo Piglia. Anagrama. Barcelona, 2015. 360 p¨¢ginas. 21,90 euros.
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