Cientos de novedades
No se puede dar abasto. Y menos ahora que llegan los festivales (Venecia, Toronto, San Sebasti¨¢n, Sitges, Valladolid¡), cada cual con sus apetecibles novedades cinematogr¨¢ficas bajo el brazo. Y hay a¨²n muchas m¨¢s que no pasan por dichos escaparates, precedidas o no por campa?as publicitarias solventes, que tambi¨¦n tienen gran inter¨¦s y merecer¨ªan ser vistas.
Pero al final se acumulan atropelladamente en las carteleras de los cines pis¨¢ndose unas a otras y jug¨¢ndose su supervivencia en la recaudaci¨®n del primer fin de semana. A cara o cruz, de un plumazo. Por eso buena parte de ellas acaba escurri¨¦ndose por el sumidero sin casi haber visto la luz, sin que apenas el p¨²blico haya conocido su existencia y, por supuesto, sin que se haya podido correr la voz. Por ejemplo, por citar s¨®lo dos recientes de entre decenas, la h¨²ngara White God (que ha convocado s¨®lo a 7.306 espectadores) o la b¨²lgara La lecci¨®n (apenas a 1.225), que a pesar de haber sido premiadas en festivales han pasado este a?o como un suspirito por nuestros cines. Y as¨ª tantas otras¡ S¨®lo las que consiguen sobresalir del tumulto tienen alguna oportunidad. O muchas oportunidades, seg¨²n c¨®mo vengan impulsadas, pero esa es otra historia...
Por eso dio gusto hace unos d¨ªas ver abarrotado un peque?o cine para la ¨²ltima de Fernando Le¨®n de Aranoa, Un d¨ªa perfecto. Los espectadores la siguieron con inter¨¦s y muchos con justas sonrisas y al final incluso con conato de aplauso. Eso s¨ª, una espectadora coment¨® en voz alta al leer los cr¨¦ditos finales: ¡°?Ah, no sab¨ªa que era espa?ola!¡±. El reparto con estrellas hollywoodienses la hab¨ªa confundido. De haber sabido que era espa?ola quiz¨¢s ni habr¨ªa entrado. No s¨¦ si la soluci¨®n ser¨ªa esa, aprovecharse de la fama de estrellas for¨¢neas y dar buena liebre por gato. Las espa?olas, las h¨²ngaras, las b¨²lgaras¡
Las campa?as publicitarias est¨¢n por las nubes, y a¨²n m¨¢s inalcanzables desde que muchas distribuidoras multinacionales exigen que esos gastos sean cubiertos por los productores locales, no arriesgando ellas mas que en sus propios productos. Es decir, el pez grande que sigue comi¨¦ndose al chico, la ley del m¨¢s fuerte¡ al menos econ¨®micamente. La selva, en definitiva, que no es algo exclusivo del cine, ya se sabe.
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