Lisbeth en Gotham
El nuevo autor de 'Millennium' ha convertido el personaje creado por Stieg Larsson en superhero¨ªna de tebeo
El libro es una industria. Esta perogrullada es la que se suele olvidar a menudo por los amantes de los libros. Y una industria funciona si es rentable. Despu¨¦s de solemnizar lo obvio, habr¨ªa que indicar que la industria del libro funciona no solo a base de lectores, sino, especialmente, de consumidores. Cuantos m¨¢s, mejor. Si un libro es un ¨¦xito, ?por qu¨¦ no franquiciarlo si hay una demanda para ello? Quiz¨¢s estemos m¨¢s en una era de artesanos que de artistas. La idea de la igualdad afecta al consumo. ?Por qu¨¦ no puedo yo ser guapo? ?Por qu¨¦ no puedo viajar a Melbourne? ?Por qu¨¦ no puedo tener 20 kilos menos o una pareja m¨¢s joven que yo? ?Es eso justo? El esclavo-capataz entrega todo y lo quiere todo. As¨ª, ?por qu¨¦ asumir que un autor se muera antes de tiempo? ?Por qu¨¦ aceptar que no haya m¨¢s entregas de Sherlock? ?Por qu¨¦ respetar que un autor se calle? No aceptamos un no, un se acab¨®. Eso s¨ª, hay autores que son imposibles de clonar o franquiciar ¡ªen este pueblo somos mucho de Faulkner, como todos saben¡ª. Para que la operaci¨®n salga bien, el autor tiene que tener un estilo transparente o no tenerlo. Que su fuerte sea el personaje, ritmo de escritura determinado o unos temas reconocibles. Por todo ello, Larsson es perfectamente franquiciable. Es un escritor que escribiendo como cualquiera consigui¨® algo que no hace cualquiera: encandilar a millones de lectores. Eso s¨ª, literariamente la primera entrega de Millennium la aceptabas, resultona y entretenida, pero la segunda y tercera te hac¨ªan practicar lanzamiento de peso y jabalina respectivamente. El acierto del fallecido Larsson es, en el momento de entrar en su despacho, tropezar con la alfombra, caer contra el piano y tocar dos o tres teclas adecuadas. No es poco. La mayor¨ªa de escritores se dan contra el suelo o la tapa de las teclas del piano est¨¢ cerrada. Acert¨® con el tema ¡ªviolencia de g¨¦nero, conspiranoia pre-Wikileaks, indignaci¨®n Alan Moore¡ª. Acert¨® con el campo de concentraci¨®n en el que estamos todos: seres libres y solos, dictadores a tiempo completo de nosotros mismos gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. Y especialmente acert¨® en no evitar que le creciera un personaje a priori secundario como Lisbeth Salander: deudora de Patty Hearts, Charles Bronson, Siouxsie and the Banshees y Vendetta cruzada con La Mujer Pantera e inspiradora de mil personajes en series criminal¨ªsticas (s¨ª, la freak del ordenador). Y de la mano de ese personaje im¨¢n, Larsson, periodista m¨¢s que autor, teletransport¨® el thriller pol¨ªtico, la novela negra al siglo XXI, de un modo incontestable. Mucho de lo que vino despu¨¦s es culpa suya.
Lagercrantz se luce en las escenas de acci¨®n, algunas notablemente narradas
?Es posible seguir manteniendo la franquicia Millennium? Todo depender¨¢ de la elecci¨®n del escritor escogido. Y ¨¦ste ser¨¢ un artesano o un artista. En parte depender¨¢ de si hace suyo o mimetiza el Transformer Larsson y si decide hacer de Lisbeth una superhero¨ªna Marvel o gestionar y resaltar lo poco o mucho que quede de humana en ¨¦sta. Se elige la primera opci¨®n: Lagercrantz es un artesano y el crossover de Lisbeth con futuras entregas de The Avengers est¨¢ servido. ¡°Lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte¡± no decepcionar¨¢ a los larssonianos. Lagercrantz ha hecho bien su ebanister¨ªa y no era f¨¢cil. Las buenas noticias son el tema elegido ¡ªmundo hacker, espionaje masivo de entidades gubernamentales y delictivas, sin fronteras entre unos y otros, violencia dom¨¦stica¡ª. El universo conspiranoico y el modo de abordar la narraci¨®n a base de lenguaje televisivo, saltos entre escenas, rebobinado y corte, profusi¨®n de tramas en paralelo y el acierto de no abusar de Lisbeth en la primera mitad del libro. Lagercrantz se luce en las escenas de acci¨®n, algunas notablemente narradas. Tambi¨¦n en el haber, el ritmo y el tratar de temas t¨¦cnicos con algo de profundidad, no en clave di¨¢logo sci-fi. Las malas noticias son las previsibles en un producto para consumo masivo. Como cuando el escritor despliega el paraguas verde en la excursi¨®n a Benidorm para que no se pierda nadie y repite datos de la investigaci¨®n cada dos por tres. O esos di¨¢logos largos, enunciativos, reiterados, imposibles de distinguir en boca de qu¨¦ personaje est¨¢n dichos. Esa necesidad absurda de que todos los rebeldes o son hu¨¦rfanos de muerte violenta o han vivido episodios agresivos con padre violador, alcoh¨®lico y mat¨®n. Personajes de trazo grueso y el grumo de la sopa b¨¢sica: el virgen muere, el ni?o autista es un genio y sabes qu¨¦ papel jugar¨¢ en la investigaci¨®n, los malos son ricos, abogados o rusos. Para el final, en plena abertura de compuertas, la eclosi¨®n de la superhero¨ªna de Lisbeth, ya sin tonter¨ªas, que tanto te hace un jaque previo sacrificio de damas a las primeras de cambio, se cura una herida de bala con una mano mientras con la otra descubre en su port¨¢til c¨®mo desmontar un sistema din¨¢mico de curvas el¨ªpticas, pega, rompe, mata y se cena un s¨¢ndwich. Eso s¨ª, ahora tiene a su melliza mala, escrita con trazos sobrenaturales, par¨®dicos, casi rid¨ªculos aun acept¨¢ndola en Categor¨ªa Supervillanas Malas de la Muerte y un final a lo Ally McBeal, todos emparejados, en la camita mientras Gotham duerme. Eso s¨ª, no hay m¨²sica. El cantante debe estar en casa maltratando a su familia o hackeando a la Nasa.
Lo que no te mata te hace m¨¢s fuerte / El que no et mata et fa m¨¦s fort. David Lagercrantz. Traducci¨®n de Martin Lexell y Juan Jos¨¦ Ortega Rom¨¢n / Marc Delgado Casam¨®n. Destino / Columna. Barcelona, 2015. 651 p¨¢ginas. 22,50 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.