Un bar donde sirven leyendas
El festival de Venecia homenajea con un documental al Harry¡¯s bar, local m¨ªtico de la ciudad, lugar de encuentro de divos y realezas
Cada pocos minutos se escucha: ¡°Buonasera!¡±. Nadie pasa por la puerta sin llevarse una bienvenida entusiasta. Adem¨¢s, los camareros aprovechan cualquier pretexto para darles las gracias a los clientes. Tal vez la generosidad extrema est¨¦ incluida en el precio que se paga por un Bellini: 16,50 euros. Al fin y al cabo, el c¨®ctel con prosecco y melocot¨®n se invent¨® justo aqu¨ª. O quiz¨¢s tanta atenci¨®n sea uno de los muchos secretos que hacen del Harry¡¯s bar un lugar especial. ¡°Si no has estado all¨ª, no puedes decir que hayas estado en Venecia¡±, suelta la mism¨ªsima Naomi Campbell en el documental Harry¡¯s bar, proyectado en el Festival de Venecia como homenaje a un establecimiento que hasta fue declarado monumento nacional en 2001 por el Ministerio de Cultura italiano.
¡°Ha sido un testigo del siglo XX en Venecia¡±, argument¨® el Gobierno en su decisi¨®n. Al fin y al cabo, el local fue particular desde su nacimiento. Era verano de 1928 y Giuseppe Cipriani trabajaba en la barra del hotel Europa. Un d¨ªa, un joven cliente estadounidense aficionado a la bebida dej¨® de repente de consumir. No se le hab¨ªan acabado las ganas, sino el dinero, as¨ª que Cipriani le prest¨® lo suficiente para satisfacer su sed. M¨¢s tarde el turista se march¨®, y el barman no volvi¨® a saber nada de ¨¦l. Hasta que tres a?os despu¨¦s reapareci¨®, le devolvi¨® el dinero y a?adi¨® la cantidad necesaria para que abrieran un bar juntos. El hombre se llamaba Harry Pickering, y con su nombre fue bautizado, el 13 de mayo de 1931, el local. Justo un a?o m¨¢s tarde, por cierto, nacer¨ªa La Mostra de cine.
La atm¨®sfera casera y ¡°la sencillez compleja¡± son precisamente las claves del Harry¡¯s Bar seg¨²n Arrigo Cipriani, hijo de Giuseppe y actual propietario tras el fallecimiento de su padre: ¡°No hay ninguna obligaci¨®n, sino libertad¡±
Hasta entonces regresa el documental, que mezcla entrevistas, grabaciones actuales e im¨¢genes de archivo para contar en 55 minutos la epopeya del establecimiento. Porque el Harry¡¯s bar, colocado en la c¨¦ntrica pero escondida calle Valleresso, fue avanzando imparable hasta el mito. Obligado primero a cambiar de nombre y luego a cerrar por el r¨¦gimen fascista ¡ªsu culpa consist¨ªa en seguir acogiendo a los jud¨ªos cuando todos los exclu¨ªan¡ª, el local se convirti¨® pronto en lugar de encuentro de cualquier divo que pisara Venecia. Seg¨²n la d¨¦cada, era posible coincidir con Winston Churchill, Ernest Hemingway, Maria Callas, Orson Welles o Marcello Mastroianni, adem¨¢s de realezas varias. ¡°Justo hace unas horas estuvo un pr¨ªncipe¡±, asegura un trabajador del local, que rechaza ofrecer m¨¢s detalles.
En realidad, a un primer vistazo, cuesta entender el ¨¦xito de este sitio. Apenas se trata de un cuarto, de 4,5 por nueve metros, con una docena de mesas bastante m¨¢s bajas, eso s¨ª, de lo habitual. Tal vez se debiera a la estatura no elevad¨ªsima de Cipriani, seg¨²n sugiere el documental. Todo est¨¢ hecho de madera y de las paredes cuelgan cuadros de la ciudad y otras pinturas m¨¢s abstractas. Pero la atm¨®sfera casera y ¡°la sencillez compleja¡± son precisamente las claves del Harry¡¯s Bar seg¨²n Arrigo Cipriani, hijo de Giuseppe y actual propietario tras el fallecimiento de su padre: ¡°No hay ninguna obligaci¨®n, sino libertad¡±.
Arrigo es tambi¨¦n, en sus propias palabras, ¡°el primer hombre cuyo nombre procede de un bar¡±. Y el encargado de que todo siga exactamente como arranc¨® en los treinta. El espacio es id¨¦ntico e igual de peque?o. De hecho, le llaman la stanza (la habitaci¨®n). Y ah¨ª sigue, por ejemplo, una peque?a placa al lado de una de las mesas: ¡°Reservada al Senado del Harry¡¯s bar, de 11.00 a 12.45¡±. ?Qu¨¦ significa? ¡°Los clientes m¨¢s viejos, los que eran ni?os cuando abrimos, sol¨ªan venir por la ma?ana a tomar el aperitivo y leer el peri¨®dico¡±, aclara el empleado.
De aquellos veteranos ya quedan pocos, pero la leyenda del Harry¡¯s bar ha traspasado las generaciones. Hoy en d¨ªa en su interior se escuchan idiomas de medio mundo, las ¨¦lites siguen acudiendo ¡ªlos precios lo demuestran¡ª y sus trabajadores propagan su historia. ¡°?Sab¨ªa que el carpaccio tambi¨¦n se invent¨® aqu¨ª?¡±, pregunta el trabajador. Exhausto ante una condesa de gustos m¨¢s que exquisitos, Cipriani cogi¨® un trozo de carne, lo cort¨® hasta allanarlo y le a?adi¨® mayonesa. Una receta infalible: la sencillez compleja.
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