El Ai Weiwei m¨¢s pol¨ªtico se consagra en Londres
La Royal Academy expone las obras creadas durante su confinamiento en China
El 12 de mayo de 2008, el terrible terremoto de Sichuan destroz¨® la vida de miles de chinos, ni?os en su mayor parte que se encontraban en unas escuelas levantadas sobre materiales de derribo. El dolor por los muertos se acrecent¨® al saber que la corrupci¨®n hab¨ªa tenido un papel determinante en las muertes. Ai Weiwei (Pekin, 1957), ya entonces un prestigioso arquitecto, reconocido por sus instalaciones y por su arquitectura, se puso a investigar las razones de lo ocurrido y los nombres de los muertos, en colaboraci¨®n con su equipo y con las familias de los afectados. Cada d¨ªa, varios nombres se sumaban a una lista difundida en un blog que alcanz¨® los 5196 apartados en los que se detallaba el nombre de la persona desaparecida. Fue demasiado para un r¨¦gimen acostumbrado a imponer la ley del silencio y fue entonces cuando comenz¨® el calvario del artista. C¨¢rcel, arresto domiciliario, acusaciones de evasi¨®n de impuestos, bigamia¡ En ese tiempo, el artista no pudo viajar, pero sus exposiciones se multiplicaron por todo el mundo. Esta primavera, sin saber bien por qu¨¦, Ai Weiwei recuper¨® el pasaporte y pudo salir de su pa¨ªs. En China no estuvo inactivo. Producto de aquel drama realiz¨® la instalaci¨®n Derecho (2008-2012), un doloroso y sobrio monumento dedicado a las v¨ªctimas del terremoto creado con 90 toneladas de barras de refuerzo recogidas por el propio artista y dobladas a mano; unas barras que debieran de haber sido de acero para dar solidez al hormig¨®n armado. La instalaci¨®n forma parte de la exposici¨®n que la Royal Academy (RA) abre al p¨²blico el d¨ªa 19 con una veintena de espectaculares piezas realizadas en su mayor parte durante su forzoso cautiverio en China. Titulada sencillamente Ai Weiwei, es un recorrido por los temas que m¨¢s preocupan al artista: la violaci¨®n de los derechos humanos y el ocultamiento de la informaci¨®n.
Considerada la casa de los artistas desde su fundaci¨®n, la Royal Academy estaba ayer expectante por la posible llegada de Ai Weiwei al acto de presentaci¨®n con la prensa internacional. Al menos durante la ma?ana, no fue as¨ª. Alguien asegur¨® que se encontraba en las proximidades del edificio de Piccadilly, pero no se le vio. Otros aseguraban que posiblemente ya se encontraba en Berl¨ªn, en casa de su hijo Ai Lao, el lugar al que viaj¨® directamente nada m¨¢s recuperar el pasaporte. El pasado viernes pidi¨® a los organizadores que convocaran a la prensa local. Habl¨® de la satisfacci¨®n que le produc¨ªa volver a exponer en Londres (donde se celebr¨® una de sus muestras m¨¢s aplaudidas, consistente en llenar de pipas de girasol hechas con cer¨¢mica la sala de turbinas de la Tate) y pidi¨® m¨¢s ayuda para los refugiados que intentan entrar en Europa.
Los comisarios de la exposici¨®n, Tim Marlow y Adrian Locke, fueron los encargados de recorrer una exposici¨®n concebida como un espectacular repaso de las ¨²ltimas obras del artista. "Estamos ante uno de los artistas m¨¢s importantes del mundo", afirm¨® Marlow, "y en el Reino Unido no se le ha reconocido como se merece. Es hora de rectificar y compartir con el gran p¨²blico el talento de un artista radical, pol¨ªtico, arquitect¨®nico, hist¨®rico, po¨¦tico, innovador y transformador".
La muestra, realizada bajo criterios del artista se extiende por las galer¨ªas principales de la Royal Academy. Cada pieza ocupa las salas que rodean el acceso principal, de manera que desde cada sala se percibe lo que se muestra en los espacios colaterales.
La primera y descomunal pieza se encuentra el patio de acceso a la Academia. Son ocho formas de ¨¢rboles hechas con madera de diferentes especies procedentes del Sur de China. Para conseguir traer esos restos, la RA recaud¨® 100.000 libras con aportaciones de particulares, a cambio de grabados de edici¨®n limitada. "Llegaron aportaciones de todo el mundo", contaron ayer los comisarios, "y as¨ª ha sido posible dar a conocer por sus m¨¦ritos art¨ªsticos a un creador conocido mundialmente por sus persecuciones".
Ya dentro del edificio, y tras un breve repaso por algunas de sus piezas m¨¢s conocidas de los noventa, como el retrato en forma de ahorcado dedicado a Duchamp, uno de los artistas que m¨¢s le ha inspirado, se accede a una instalaci¨®n con la que responde a la repetida pregunta de c¨®mo fue su vida en la c¨¢rcel. La obra, C¨¢mara de vigilancia (2010), que estuvo en Venecia durante la Bienal de 2013, narra a trav¨¦s de dioramas que se proyectan dentro de grandes bloques de acero c¨®mo fueron esos tiempos. Se ve a Ai Weiwei con el mono de presidiario con dos polic¨ªas pegados a su espalda aun cuando se entrega a tareas tan corrientes como sentarse a comer, dormir o asearse.
Su amor por la arqueolog¨ªa y su af¨¢n por transformar la memoria se ve en piezas como Caos (2014). Todo el suelo de la sala est¨¢ ocupado por peque?as esculturas en forma de planta hechas con m¨¢rmol. Es un jard¨ªn-homenaje a los miles de personas que cada a?o mueren en China por problemas respiratorios contra¨ªdos por la contaminaci¨®n brutalice afecta toda la ciudad. Y est¨¢n hechas con m¨¢rmol porque este es el material que, tanto durante el imperio como durante la dictadura comunista, se utiliz¨® para las decoraciones m¨¢s fastuosas. Dos c¨¢maras de video, tambi¨¦n de m¨¢rmol, completan la pieza.
Casa de cangrejos (2013), recuerda la famosa instalaci¨®n de pipas de la Tate. Aqu¨ª ha utilizado tambi¨¦n la cer¨¢mica para recrear 3.000 crust¨¢ceos rojos y verde oscuro que se extienden por el suelo y trepan por las paredes.
Tres v¨ªdeos ubicados en diferentes salas, recogen intervenciones p¨²blicas del artista en las que habla de su drama y rememora momentos como cuando le quemaron el estudio o fue detenido. Sus palabras se mezclan con las de expertos y compa?eros que piden atenci¨®n a su obra y condenan su calvario.
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