A Wilde le sienta bien el Tr¨®pico
Juan Carlos Rubio reaclimata con ¨¦xito ¡®El abanico de lady Windermer¡¯, en un montaje catalizado por Natalia Mill¨¢n y Susana Abaitua
Qui¨¦n lo dir¨ªa a priori. Trasplantados al Miami actual, los personajes, la peripecia y el ingenioso texto de El abanico de lady Windermere corren tan bien como en la rancia Inglaterra victoriana: resultan totalmente veros¨ªmiles tanto los celos de la protagonista (aqu¨ª una joven emigrada argentina llamada Sara) como la temida reacci¨®n visceral de su esposo, bailar¨ªn cubano de ¨¦xito al que la se?ora Nadir, espa?ola, extorsiona amablemente. Juan Carlos Rubio, autor de la versi¨®n, es atrevido en la elecci¨®n del lugar y de la ¨¦poca, pero discreto y fidedigno en su reescritura, pues mantiene ¨ªntegro el recorrido emocional de los protagonistas y la naturaleza de cada uno de los giros dram¨¢ticos que la acci¨®n da. El recorte que hace en el n¨²mero de personajes y de an¨¦cdotas resulta tan l¨®gico como acertado en el nuevo contexto dram¨¢tico.
Windermere club
Autor: Oscar Wilde. Adaptaci¨®n: Juan Carlos Rubio. Int¨¦rpretes: Natalia Mill¨¢n, Susana Abaitua, Emilio Buale¡ Direcci¨®n: Gabriel Olivares. Madrid. Teatro Fern¨¢n G¨®mez, hasta el 4 de octubre.
El espect¨¢culo funciona, sobre todo, por la calidad de la energ¨ªa que ponen sus int¨¦rpretes, orquestados por Gabriel Olivares. Emilio Buale encuentra aqu¨ª por fin un papel y una direcci¨®n a la medida de sus cualidades. Susana Abaitua es una Sara fr¨¢gil, con car¨¢cter y chispa sobrados como para que marido y pretendiente le profesen devoci¨®n. Javier Mart¨ªn est¨¢ irreconocible en el rol de mexicano pusil¨¢nime, cuya composici¨®n, un pel¨ªn artificiosa al principio, se va consolidando hasta ganarse todo nuestro cr¨¦dito y el inter¨¦s de Nadir, quien, cuando aparece por fin, encarnada por Natalia Mill¨¢n, confirma y supera las expectativas de todo tipo que el texto de Wilde ha creado sobre ella. Teresa Hurtado de Ory baila como puede con el personaje menos atractivo de una funci¨®n que va de menos a mucho m¨¢s (el pr¨®logo del primer acto necesita un apuntalamiento) y Harlys Becerra pone autenticidad caribe?a con el verbo y con los pies cuando sale a bailar con la Mill¨¢n o con la Abaitua, que se gana aqu¨ª a pulso el art¨ªculo determinado femenino singular delante de su apellido vasco.
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