Richard Hawley, la magia de los lugares perdidos
El m¨²sico brit¨¢nico recupera su faceta m¨¢s rom¨¢ntica en ¡®Hollow Meadows¡¯
Hay asuntos que, por muy mundanos, no dejan de ser transcendentales. Un perro suelto, con un mal d¨ªa a cuestas, puede causarle un buen susto al cartero, incluso algo peor. Una simple canci¨®n melanc¨®lica puede llegar a quitar la respiraci¨®n durante unos segundos, incluso algo peor. Richard Hawley (Sheffield, 1967) sabe de ambos asuntos. Al otro lado del tel¨¦fono, interrumpe la conversaci¨®n cuando su perro Fred se pone a ladrar alterado. ¡°Espera¡ ?C¨¢llate! Venga, vamos¡ ?C¨¢llate! ?Quieto! ?He dicho quieto! ?T¨²mbate ahora! ?Y c¨¢llate!¡±, se oye en la distancia. ¡°Lo siento. Era el cartero. Y el perro, que est¨¢ raro como el d¨ªa, le ha recibido a su manera. El hombre casi se va corriendo¡±, se?ala unos segundos despu¨¦s. Justo cuando Fred ha dado su particular bienvenida, el m¨²sico brit¨¢nico hab¨ªa empezado a expresar su opini¨®n sobre si sent¨ªa que su nuevo disco, Hollow Meadows (Parlphone / Warner), supon¨ªa una vuelta a su reconocida faceta de crooner tras el tr¨¢nsito psicod¨¦lico y pop de Standing At The Sky¡¯s Edge, su anterior y cuestionado ¨¢lbum. Pero ha perdido el hilo de la respuesta.
Con su atm¨®sfera nost¨¢lgica, Hollow Meadows vuelve a mostrar el perfil m¨¢s rom¨¢ntico y elegante de un compositor dotado de un sobresaliente sentido de la balada y los medios tiempos melodram¨¢ticos. Canciones como I Still Want You o Welcome The Sun se despliegan como postales sentimentales de profundo calado, propias de un autor que, como guitarrista, ya conoci¨® el ¨¦xito en los noventa con la banda de brit-pop Longpigs y pas¨® una breve temporada en los aclamados Pulp antes de apostar definitivamente por su carrera en solitario. ¡°Antes, cuando era m¨¢s joven, estaba mucho m¨¢s preocupado en aprender de los arreglos, los instrumentos, las variantes del rock¡¯n¡¯roll, pero ya no¡±, confiesa Hawley. ¡°Hace tiempo que me dejo llevar por mi instinto y no me fijo en las novedades¡±.
Ese instinto le llev¨® a concentrarse desde sus primeros pasos como solista en su propio mundo. Su territorio sonoro, con un tono exquisitamente contempor¨¢neo, forma parte de una era pre-Beatles en Reino Unido. Sus composiciones est¨¢n llenas de ecos de Lee Hazlewood, Bobby Dare, el Johnny Cash m¨¢s ¨ªntimo y Roy Orbison, al que le han comparado, junto con Scott Walker, en tantas ocasiones que ya le aburre. ¡°Ni te lo imaginas¡±, reconoce despu¨¦s de soltar un ¡°no¡± a la defensiva bien largo. ¡°Me gusta que digan que soy un cantante rom¨¢ntico e imagino que lo soy¡±, dice con una risa en tono desgastado. ¡°Pero que hable mi mujer al respecto¡±, a?ade con una risotada m¨¢s viva. Hawley, un padre de tres hijos con una cuidada est¨¦tica rockabilly ejemplificada en su rutilante tup¨¦, su ropa vintage y sus gafas de pasta estilo Buddy Holly, le debe mucho de su pasi¨®n por la m¨²sica a su t¨ªo, que le dej¨® tocar en su banda cuando ¨¦l ten¨ªa 14 a?os, y, sobre todo, a su padre, un trabajador de la industria del acero, que actuaba por las noches en los clubs de folk de Sheffield, llegando incluso a acompa?ar a John Lee Hooker, y que comparti¨® con ¨¦l sus discos de Elvis Presley, Bo Diddley, Howlin¡¯ Wolf o LeadBelly. ¡°Eso al final es lo que me ha quedado. Hoy no veo la televisi¨®n, no leo peri¨®dicos, no escucho discos... Hace mucho tiempo s¨ª me influ¨ªa mucho m¨¢s otra m¨²sica, pero hoy d¨ªa me he dado cuenta de que disfruto m¨¢s sin estar pendiente de esas cosas¡±.
Este aislamiento art¨ªstico voluntario es tambi¨¦n f¨ªsico. Pese al ¨¦xito y los cantos de sirena de alg¨²n manager para que se mudase a Londres, el m¨²sico, que ha estado cuatro meses en el dique seco por unos problemas de espalda y una lesi¨®n en la pierna, sigue viviendo en Sheffield, la ciudad donde naci¨®, se crio en el barrio obrero de Pitsmoor y de la que conoce cada rinc¨®n tras casi medio siglo pateando sus calles. Como es habitual en su obra, el t¨ªtulo del nuevo disco versa sobre un lugar de Sheffield. En esta ocasi¨®n, Hollow Meadows hace referencia a una cima verde, colindante al condado de Derbyshire, donde hab¨ªa un hospital y viv¨ªa gente rica a principios del siglo XX, que ahora es un lugar hist¨®rico. ¡°No hablo de Sheffield, lo que hago es hablar sobre lo que me causa Sheffield, de las emociones que conviven en esta ciudad estando en ella. Por ejemplo, si eres de Madrid tu imaginaci¨®n y tus sentimientos se desarrollan con la ciudad. Las canciones que escribo buscan captar eso con el entorno de Sheffield, como otros autores lo har¨ªan con Nueva York, Par¨ªs, Madrid o cualquier otra ciudad. Es una cuesti¨®n emocional¡±, afirma.
Pero, despu¨¦s de abrumadoras composiciones como Cole¡¯s Corner, que hace referencia a la puerta de los almacenes Cole como punto de encuentro de los enamorados de Sheffield de varias generaciones, o Lady¡¯s Bridge, que recuerda el puente que el m¨²sico cruz¨® centenares de veces y un¨ªa a la parte pobre de la urbe con la rica, sin mencionar todo un saco de otras que rastrean historias y personajes de la ciudad norte?a del acero, Hawley no se entiende sin Sheffield, y, posiblemente desde la ¨²ltima d¨¦cada, tampoco la ciudad se entienda sin sus canciones. Con su folk ocre de bellos arreglos y su voz seductora y contundente, es su retratista emocional con canciones que desprenden un absorbente aire de oto?o perpetuo, como en el caso de Heart of Oak, Which Way o Nothing Like a Friend, incluidas en su ¨²ltimo ¨¢lbum, del que su autor habla como un viaje interior, que busca encontrar lugares perdidos. ¡°Cualquier lugar puede ser m¨¢gico. Lo que importa es c¨®mo lo miras. Pero lo m¨¢s dif¨ªcil al componer es ser sencillo. No gasto nada de tiempo en internet ni conectado a ese mundo digital. Lo m¨¢gico es conectar conmigo mismo¡±, explica.
Fred ya est¨¢ m¨¢s relajado. Hawley vuelve a recuperar la respuesta que dej¨® en el aire sobre si ha regresado a sus ra¨ªces de crooner. ¡°No lo creo¡±, dice. ¡°Compongo canciones. Salen c¨®mo salen. Yo no dejo de aprender. Hoy, por ejemplo, lo ¨²ltimo que he aprendido es que no debo dejar al perro enfadado y solo a la hora que llega el cartero¡±. Parece que ha terminado la frase, pero a?ade, como hilando las ideas: ¡°Fred es solo un perro, pero me da compa?¨ªa. Parece algo menor pero para m¨ª es muy importante¡±. ?Y las canciones? ¡°Depende de c¨®mo las veas, pero nadie por ellas se muere¡ o s¨ª¡±, dice con otra risotada. ¡°A m¨ª que no me detengan. S¨®lo canto sobre asuntos corrientes¡±.
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