Las reglas del juego
'El cuaderno perdido' es un florecimiento tard¨ªo pero relevante de una especie bot¨¢nica espec¨ªfica, la novela posmoderna estadounidense
?¡°Radios de bicicletas, lamas retorcidas de persianas venecianas, un sonriente buda sentado recubierto de caucho con un buen tajo en el costado, p¨¢ginas de peri¨®dicos, pilas usadas, botellas de cerveza, trozos de valla, fotograf¨ªas, viales de crack, paquetes de tabaco hechos una bola, cables el¨¦ctricos, patas de mesa amputadas, fundas de pl¨¢stico de cuerdas de guitarra, botas sin cordones, bosques de envoltorios de comida r¨¢pida, cachos de neum¨¢tico, casetes con las tripas fuera [¡]¡±: la lista es m¨¢s extensa aun y est¨¢ compuesta por los objetos con los que alguien confecciona obras de arte; hornea la basura y luego vende, o pretende vender, el resultado.
El cuaderno perdido (1995), primera novela del escritor estadounidense Evan Dara traducida al espa?ol, se parece a la lista anterior, lo que significa que puede inducir en el lector la misma sensaci¨®n de hartazgo angustioso que la lista provoca. El lector no deber¨ªa dejarse desanimar por lo que parece una simple acumulaci¨®n de residuos, sin embargo, ya que hay una historia aqu¨ª, que orbita en torno a la descomposici¨®n de los v¨ªnculos entre los habitantes de una peque?a localidad en Iowa cuando se hace p¨²blico que la principal empresa local ha estado contaminando el suelo de forma deliberada durante d¨¦cadas (con las reacciones subsiguientes de impotencia, negaci¨®n, rechazo y miedo de sus habitantes): el lector s¨®lo tiene que tener el deseo y la capacidad para encontrarla.
No se sabe mucho acerca de Evan Dara, excepto que detr¨¢s del heter¨®nimo se oculta ¡°un escritor norteamericano que (por lo general) reside en Europa¡± y que quiz¨¢s sea Richard Powers. Menos importante que la identidad real de su autor es el hecho de que El cuaderno perdido es un florecimiento tard¨ªo pero relevante de una especie bot¨¢nica espec¨ªfica, la novela posmoderna estadounidense; a ella pertenecen su uso poco convencional de los signos de puntuaci¨®n, sus pasajes ensay¨ªsticos (sobre la vida sexual de las luci¨¦rnagas, las obsesiones compositivas del ¨²ltimo Ludwig van Beethoven, los dibujos animados, la reproducci¨®n celular, los seriales radiof¨®nicos, la democracia estadounidense, el montaje cinematogr¨¢fico, la falta de silencio en el mundo contempor¨¢neo, el tabaco, las publicaciones peri¨®dicas, los h¨¢bitos de quienes se suicidan arroj¨¢ndose del Golden Gate en San Francisco, el activismo pol¨ªtico de Noam Chomsky, la obra de Harry Partch, el sufrimiento como indicador del valor de una vida, el Correcaminos, el coleccionismo de huchas, la antropolog¨ªa de campo, el tromb¨®n, etc¨¦tera; casi todo ello, brillante), su car¨¢cter expl¨ªcitamente polif¨®nico (¡°criaturas arb¨®reas perdidas en una enredadera de voces¡±) y la puesta en p¨¢gina irritante y pretendidamente innovadora (y cuya innovaci¨®n se remonta, de hecho, a cierto poema de St¨¦phane Mallarm¨¦ de 1897).
No se sabe mucho acerca de Evan Dara, excepto que detr¨¢s del heter¨®nimo se oculta ¡°un escritor norteamericano que (por lo general) reside en Europa¡± y que quiz¨¢s sea Richard Powers
El cuaderno perdido destaca entre los numerosos ejemplos de narrativa posmoderna reciente, sin embargo; lo hace gracias a la extraordinaria capacidad de su autor para contar historias: un ni?o es tomado brevemente como reh¨¦n en el asalto frustrado a una gasolinera, un padre pierde a su hijo para siempre cuando le compra la bater¨ªa equivocada, una joven es entregada a la polic¨ªa por un hombre con el que s¨®lo pretend¨ªa conversar acerca del abstencionismo electoral, un hombre se obsesiona con el compa?ero de trabajo que hornea basura, una mujer que debe llamar a urgencias es impedida de hacerlo por una intrusiva publicidad telef¨®nica, un hombre sol¨ªcito arruina la vida a su vecino, un autoestopista descubre la relatividad del juicio moral cuando muere su jerbo, etc¨¦tera.
El cuaderno perdido est¨¢ lleno de grandes historias como ¨¦stas, verdaderas obras maestras de la narrativa breve que se encuentran esparcidas a lo largo del libro poniendo de manifiesto una vinculaci¨®n tan estrecha entre las personas en esta fase del capitalismo que hace dificultoso, si no imposible, pensar en ellas (es decir, en nosotros) como individuos; claro que esas historias est¨¢n sometidas a reglas espec¨ªficas que el autor nunca explicita. Como todo gran libro, este de Evan Dara incluye las instrucciones para ser le¨ªdo, sus reglas (un adelanto de las cuales puede encontrarse en el magn¨ªfico pr¨®logo de Stephen J. Burn a esta edici¨®n), y el lector se perder¨¢ algo importante si decide que esas reglas son incomprensibles o poco claras.
El cuaderno perdido. Evan Dara. Trad. Jos¨¦ Luis Amores. Pr¨®l. Stephen J. Burn. M¨¢laga: P¨¢lido Fuego, 2015. 510 pp. 26,90€
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