El mundo en el tablero
Mayorga abre la temporada del CDN con ¡®Reikiavik¡¯, sobre el duelo Spassky-Fischer de 1972
El director y autor teatral Juan Mayorga (Madrid, 1965) presenta en el Teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid ¡°el mayor espect¨¢culo del mundo¡±, o al menos as¨ª describe ¨¦l lo que supone adentrarse en ¡°el cerebro de un ajedrecista¡±. En Reikiavik,obra que escribi¨® hace a?o y medio, que ahora lleva a escena y se representar¨¢ hasta el 1 de noviembre en la sala Francisco Nieva de una de las dos sedes del Centro Dram¨¢tico Nacional (CDN), desmenuza el pensamiento de dos genios del ajedrez: el sovi¨¦tico Bor¨ªs Spassky y el estadounidense Bobby Fischer, que se enfrentaron en la capital islandesa en el fr¨ªo verano de 1972 durante 57 d¨ªas por el t¨ªtulo mundial, en uno de los duelos m¨¢s c¨¦lebres de la historia del deporte.
Spassky y Fischer fueron aupados como h¨¦roes para representar a las dos superpotencias enemigas en la Guerra Fr¨ªa. ¡°Ambos simbolizaban dos formas de entender la vida y el pensamiento¡±. Como dice Fischer en el texto, fue ¡°una partida que empez¨® mucho antes¡± de que se sentasen ¡°uno frente a otro en Reikiavik¡±.
Tras su estreno en marzo en Avil¨¦s (Asturias), Reikiavik ha viajado por varias ciudades y es la funci¨®n escogida para inaugurar la temporada del CDN. En la presentaci¨®n, el pasado martes, Mayorga aclar¨® que aunque su pieza recupera aquel enfrentamiento, ¡°no es teatro documental¡±. Los dos protagonistas tienen nombre de derrotas napole¨®nicas: Waterloo, interpretado por C¨¦sar Sarachu, y Bail¨¦n (Daniel Albaladejo). ¡°Son dos hombres que se re¨²nen en torno a un tablero y juegan a ser Fischer y Spassky porque sus vidas no les bastan¡±.
Ambos actores encarnan a personas ¡°muy dotadas para el ajedrez, pero no para otras cosas de la vida¡±, a?ade Mayorga. Sarachu y Albaladejo coincidieron en que para preparar sus papeles estudiaron la personalidad y los rasgos de los personajes reales, pero para finalmente desecharlos o, como mucho, quedarse con alg¨²n gesto. Sarachu defini¨® su experiencia en Reikiavik como puro divertimento: ¡°Igual que si le dijeras a un ni?o que tiene una hora para jugar pero que ser¨¢ la ¨²ltima vez que pueda hacerlo. Hay mucha emotividad¡±. Su rival en el escenario a?adi¨® que es una obra ¡°en la que el espectador se siente orgulloso de serlo porque tiene que trabajar, no se le da todo mascado¡±. Hay un tercer int¨¦rprete en las tablas, un muchacho (al que da vida Elena Rayos) que se detiene a observar la partida, lo que acabar¨¢ influyendo en su propia vida.
Kissinger y el S¨®viet
A medida que transcurre la acci¨®n, aparecen nuevos personajes en torno al tablero para comprender mejor la vida de aquellos hombres. Waterloo y Bail¨¦n se divierten haciendo tambi¨¦n de ¨¢rbitro de la contienda, de la madre de Fischer, de la segunda esposa de Spassky, de Henry Kissinger, del S¨®viet Supremo o del grupo de ni?os que pu?o en alto despiden al sovi¨¦tico camino de la gloria¡
En su explicaci¨®n, Mayorga ahond¨® en el significado de un combate que para ¨¦l tuvo tintes hom¨¦ricos: de la Il¨ªada, porque ¡°fueron un H¨¦ctor y un Aquiles modernos¡±, y tambi¨¦n de la Odisea, ya que despu¨¦s del campeonato, ganado por el aspirante, Fischer, tras retirarse Spassky por tel¨¦fono, los dos vivieron su particular destierro. El estadounidense, al que se le atribu¨ªa un coeficiente intelectual superior al de Einstein, se retir¨® de la vida p¨²blica y acab¨® convertido en un paranoico enfrentado al Gobierno de su pa¨ªs. Muri¨® en 2008, precisamente en Reikiavik. Spassky fue considerado por Mosc¨² un traidor, un perdedor, lo que le empuj¨® a emigrar a Par¨ªs, de donde regres¨® en 2012 tras sufrir un derrame cerebral y arruinado.
Esta historia que despert¨® inter¨¦s en todo el mundo rondaba la cabeza de Mayorga desde ni?o, cuando vio en una foto del diario Abc a los dos contendientes. ¡°De una u otra forma siempre me ha acompa?ado este duelo¡±. Quiz¨¢s tenga que ver su formaci¨®n como licenciado en Matem¨¢ticas y doctor en Filosof¨ªa. Adem¨¢s, al premio Nacional de Teatro en 2007 siempre le ha fascinado del ajedrez ¡°la euforia de la victoria y la hondura de la derrota, porque es un juego en el que se gana o se pierde solo y para siempre¡±.
Para los espectadores que no les suene siquiera lo que es un enroque, Mayorga les tranquiliza: ¡°Es una obra que pueden gozar tanto los aficionados al ajedrez como los que no saben ni mover un pe¨®n¡±. Lo importante, en su opini¨®n, es hacer teatro basado en cuatro puntos cardinales, ¡°las cuatro palabras que tengo escritas en un papelote en el lugar de mi casa donde trabajo: acci¨®n, emoci¨®n, poes¨ªa y pensamiento¡±. ?l cree que ha conseguido este p¨®quer en un montaje vestido con una enorme sencillez en escena: solo hay una mesa con las piezas para jugar las partidas y una pantalla que proyecta im¨¢genes en blanco y negro, los colores del ajedrez.
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