Sordidez habanera muy de Villaronga
'El rey de La Habana' tiene retratos con vocaci¨®n naturalista, desgarro y sentido fatalista
Adem¨¢s de ingeni¨¢rselas para practicar sexo todo el rato y darle al trago sin tregua, es dudoso que Henry Miller pasara hambre en Par¨ªs. Charles Bukowski lo tuvo m¨¢s crudo en Los ?ngeles, pero pod¨ªa trasegar el alcohol m¨¢s barato y tampoco se pod¨ªa permitir ser selectivo con sus borrachas amantes y putas, fijas o pasajeras. El escritor cubano Pedro Juan Guti¨¦rrez tambi¨¦n hablaba en primera persona, con tono bronco o c¨ªnico, de su complicada supervivencia (y la de la mayor¨ªa sus paisanos) buscando incansablemente ron y las piernas abiertas de cualquier mujer, incluidas las no bendecidas por la hermosura o por la edad, con la que se topara en su nihilista vagabundeo por las calles de La Habana.
La sinceridad carnal, el lirismo desesperado y la fuerza expresiva de Miller me deslumbraron (y otras cosas) cuando era muy joven. No he vuelvo a visitarlo. Por si acaso. Le¨ª con cierta fascinaci¨®n los primeros libros de Bukowski. Despu¨¦s me cans¨®. Solo era m¨¢s de lo mismo. Inevitablemente, el mundo y la narrativa del escritor cubano Pedro Juan Guti¨¦rrez, te hacen pensar en Bukowski, cambiando California por el Caribe. Era brutal, se defend¨ªa con su corrosivo sentido del humor, sab¨ªa de lo que hablaba, de lo que malviv¨ªa. Pero mi fidelidad a su obra no dur¨® mucho. Por ejemplo, no he le¨ªdo El rey de La Habana, que el director Agust¨ª Villaronga acaba de adaptar al cine y en la que disfraza esa ciudad en ruinas (mucho tipo de ruinas) en los escenarios de Rep¨²blica Dominicana, como hizo Francis Ford Coppola en la segunda y sublime parte de El Padrino.
El universo de Villaronga siempre ha sido tormentoso y tortuoso, subterr¨¢nea o transparentemente violento, ba?ado de sangre, sexo turbio, pasiones extremas. Y el angustioso presente de estos cubanos a la permanente b¨²squeda de d¨®lares o pesos para sobrevivir un d¨ªa m¨¢s al desastre, comer lo que puedas, disponer de un techo aunque est¨¦ agujereado, robar, prostituirse, agredirse, protegerse mutuamente, maldecir, hacerse trampas es un territorio emocional en que Villaronga se siente en su salsa. Otra cosa es que su fascinaci¨®n por los marginales logre la complicidad del espectador. Las s¨®rdidas aventuras de un semental negro que est¨¢ huyendo de su infancia, de travestis expertos en supervivencia y con pretensiones de glamour, chaperos, putas notablemente tiradas con anverso y reverso, sue?os en una estabilidad imposible, retrasadas mentales, una fauna con todo tipo de carencias, esos paisajes excrementicios, ese tono volc¨¢nico, esa militancia en el fe¨ªsmo, est¨¢ retratado con vocaci¨®n naturalista, desgarro y sentido fatalista. En mi caso, acaba provoc¨¢ndome m¨¢s pereza que hipnosis. Y de acuerdo en que la secuencia final, ese vertedero, esos acechantes buitres, esa desolaci¨®n sin l¨ªmites, supone una imagen impactante y poderosa. Pero en el balance total, tampoco compensa.
?Les suena el argumento de un hombre que al salir de la c¨¢rcel intenta en vano rehacer su existencia? ?A que s¨ª? Es lo que retrata la pel¨ªcula georgiana Moira. Lo hace de forma aceptable pero te la sabes de principio a fin.
Babelia
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