Los celtas invaden el Museo Brit¨¢nico

Desde el escudo de un guerrero de la Edad de Hierro hasta camisetas que relatan batallas futbol¨ªsticas de nuestro tiempo, el heterog¨¦neo despliegue que estrena el Museo Brit¨¢nico esta semana en Celtas: Arte e Identidad(hasta el 31 de enero) pretende recrear nada menos que 2.500 a?os de arte e identidad celta, una etiqueta de dif¨ªcil encuadre y sujeta a la controversia. ¡°?Qui¨¦nes son los celtas?¡±, es la premisa de una exposici¨®n en su sede londinense que pone el acento en c¨®mo el acervo de pueblos procedentes de tiempos, culturas y geograf¨ªas diversas ha sido reinventado a lo largo de los siglos hasta converger en la idea de una identidad com¨²n.

Un precioso ejemplar datado en el siglo XV del clarsch ¡ªel arpa que se toca en tierras irlandesas y escocesas desde hace un milenio¡ª se exhibe a la entrada de la muestra junto a un tejido de 1896 en el que brilla el rojo de la antigua divinidad de drag¨®n o la distintiva cruz anillada y esculpida en piedra. Emblemas todos ellos de las modernas naciones celtas, aunque los ejecutores de las piezas que se suceden a lo largo de la exposici¨®n pertenecieron a comunidades sin el nexo de una etnia o una lengua com¨²n, y nunca se llamaron a s¨ª mismas celtas. A trav¨¦s del tiempo, no conformaron un ¨²nico pueblo.

Diferentes significados

Aunando las expresiones art¨ªsticas de un periodo tan dilatado, que adem¨¢s extiende sus dimensiones geogr¨¢ficas desde la costa atl¨¢ntica hasta el Mar Negro, el museo propone un recorrido hist¨®rico por los diferentes significados que ha acu?ado el propio t¨¦rmino ¡°celta¡±. Partiendo de la designaci¨®n keltoi, que en la antigua Grecia se destinaba en grueso a los b¨¢rbaros del norte ajenos a la civilizaci¨®n mediterr¨¢nea, y desembocando hace s¨®lo tres siglos en la concepci¨®n rom¨¢ntica de una cultura e identidad celta que en estas islas se identifica hoy con el desmarque distintivo principalmente de galeses, escoceses e irlandeses.

La enorme estatua en arenisca de un guerrero con dos milenios y medio de historia, hallada en el sudoeste de Alemania, es una de las piezas estelares de entre dos centenares y medio de objetos expuestos, que incluyen tesoros rescatados de las profundidades del T¨¢mesis, como un casco con cuernos de la Edad de Hierro, piezas de bronce con decoraciones circulares o una exquisita colecci¨®n de tiras en oro y forma de espiral. Estas ¨²ltimas filigranas decorativas, desenterradas en Escocia y en Francia, atestiguan la destreza a la hora de encarar los metales de una artesan¨ªa que floreci¨® entre los pobladores de aldeas y colinas al norte y oeste de los Alpes, no en torno a ciudades.

El Museo Brit¨¢nico ha sumado a sus propios fondos los pr¨¦stamos de una decena de instituciones europeas, algunos especialmente valiosos como la magn¨ªfica caldera ritual de Gundestrup forjada en plata (siglo I A.C.) y con escenas grabadas de h¨¦roes y dioses. Localizada en una turbera de Dinamarca, ilustra las influencias absorbidas de otros territorios lejanos, tambi¨¦n la de invasores como los romanos que, si bien dejaron su huella, al tiempo fomentaron la reafirmaci¨®n de una expresi¨®n art¨ªstica propia. Las conexiones entre comunidades dispersas acabaron convergiendo en una familia compartida de estilos art¨ªsticos, en esos dise?os definidos por una abstracci¨®n alejada de los c¨¢nones naturalistas, el simbolismo y el gusto por la geometr¨ªa.