El Prado consagra a Morales como un grande del Renacimiento espa?ol
El museo dedica al artista una retrospectiva que se podr¨¢ visitar hasta el 10 de enero
Cotizado y aplaudido en vida, Luis de Morales, apodado El Divino, es uno de los pintores menos conocidos por el gran p¨²blico. Los gustos cambiantes y su aislamiento extreme?o lejos de los grandes centros de influencia hicieron que durante mucho tiempo se le considerara como un mero retratista devocional. Las incertidumbres sobre su biograf¨ªa (se cree que naci¨® entre 1510 y 1511 y que muri¨® probablemente en 1586, pero no se sabe donde) son muchas. Lo ¨²nico probado es que produjo su obra en Extremadura y Portugal y que fue un artista muy prol¨ªfico. Su estilo se acerca al arte flamenco pero los difuminados de sus bell¨ªsimas v¨ªrgenes recuerdan las t¨¦cnicas de Leonardo da Vinci. El Museo del Prado, que le dedic¨® una exposici¨®n en 1917, expone ahora su obra con una retrospectiva titulada El Divino Morales en la que a trav¨¦s de 54 obras se le consagra como uno de los grandes del Renacimiento espa?ol. La exposici¨®n se podr¨¢ visitar hasta el 10 de enero.
Patrocinada por la Fundaci¨®n BBVA y realizada en colaboraci¨®n con el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museu Nacional d¡¯Art de Catalunya, donde se podr¨¢ ver posteriormente, la exposici¨®n ha conseguido reunir los temas esenciales del artista. Desde sus peque?as tablas de car¨¢cter religioso, realizadas para adornar iglesias y capillas hasta piezas procedentes de sus grandes retablos, hoy casi todos desaparecidos y terminar con una eclosi¨®n de sus temas m¨¢s conocidos, entre los que se encuentra el Calvario en el que un Cristo con los labios amoratados sobrecoge al espectador.
Miguel Falomir, director adjunto del Museo del Prado, sostiene que? pocos pintores anteriores a El Greco merecen una exposici¨®n como esta
Miguel Zugaza, director del Museo, culp¨® al lento discurrir del estudio del Arte de que Luis de Morales no sea conocido como corresponde. ¡°La investigaci¨®n art¨ªstica es una materia relativamente reciente¡±, explic¨® Zugaza, ¡° y los historiadores se rindieron a Vel¨¢zquez, Goya y El Greco para caer despu¨¦s deslumbrados por las vanguardias art¨ªsticas. Pero Morales est¨¢ en el origen de toda la Escuela Espa?ola. Aislado de los centros de producci¨®n y con pocos datos sobre su vida (Peridis ha creado el mapa con el que arranca el recorrido) aqu¨ª queremos desterrar el t¨®pico de su limitaci¨®n religiosa para mostrar a un artista de inter¨¦s universal¡±.
Miguel Falomir, director adjunto del Museo del Prado, afirm¨® que hay pocos pintores anteriores a El Greco susceptibles de merecer una exposici¨®n como esta. ¡°Disfrut¨® de la gloria y de la fortuna en vida y al final fue olvidado. Transit¨® por el XVIII ninguneado por Pacheco hasta que fue recuperado por Antonio Palomino quien le apod¨® El Divino, porque todas sus pinturas eran de tema sagrado. Nada que ver con los motivos por los que Vasari¡±, precis¨® Falomir ¡°llamaba El Divino a Miguel ?ngel, el alter ego de Dios¡±.
¡°En el siglo XIX, con el desarrollo de la Historia del Arte¡±, explic¨® Falomir, ¡°crece la importancia de Luis de Morales. En la b¨²squeda de la identidad de lo espa?ol, se ve en ¨¦l una interpretaci¨®n propia del Renacimiento. Sus protagonistas no est¨¢n italianizados, son ar¨¢bico extreme?os y prototipos de esa raza ib¨¦rica que se quiere hacer como representativa. Pienso que se ha hablado m¨¢s de ¨¦l de lo que se ha escrito. Con esta exposici¨®n le rescatamos de lleno para el siglo XXI¡±.
Cinco apartados
La comisaria, Leticia Ru¨ªz ha organizado la exposici¨®n en cinco grandes apartados.
A modo de presentaci¨®n, la exposici¨®n arranca con lo que se consideran sus iconos perdurables: La Virgen con el Ni?o, la Dolorosa, un Cristo con la Cruz a cuestas, la Piedad o la Quinta Angustia. Son todas obras de formato reducido, creadas sobre fondos muy negros, proyectadas para embellecer oratorios y capillas privadas.
La segunda sala est¨¢ ocupada por representaciones de la Virgen con el Ni?o y constituyen la parte m¨¢s delicada de la obra de Morales. La Virgen es siempre una muchacha joven y bell¨ªsima sobre la que aplica un difuminado que la envuelve de misterio y atractivo. En La Virgen del sombrerete (hacia 1567) sobre una camisola de blanco resplandeciente destaca una mosca que hace que la imagen se vuelva, de repente, m¨¢s terrenal. Detallista hasta la exageraci¨®n, la comisar¨ªa llama la atenci¨®n sobre una forma de pintar el pelo, uno a uno, con un efecto tan natural, que los podr¨ªa mover el viento.
La siguiente parada est¨¢ dedicada los retablos. Ayudado por su taller, se sabe que realiz¨® m¨¢s de veinte para diferentes iglesias de Extremadura y Portugal. Casi todos han desaparecido, de manera que en la exposici¨®n se muestran tablas dispersas en colecciones privadas, no extra¨ªdas de ninguno de los altares para los que fueron proyectadas. En este apartado se encuentran dos de las piezas donadas este a?o por el ex presidente del Patronato, Pl¨¢cido Arango: Un Calvario y una Crucifixi¨®n. Junto a ellos, se exponen los dos ¨²nicos dibujos que se atribuyen a Morales, Lamentaci¨®n ante Cristo Muerto y Noli me tangere, prestados por el Museo de Arte Antiga de Lisboa.
La pen¨²ltima sala est¨¢ ocupada por obras centradas en el sufrimiento f¨ªsico y espiritual de Cristo. Son primeros planos con tal precisi¨®n naturalista que se aproximan a lo escult¨®rico.
Cierra el recorrido una sala dedicada a San Juan de Ribera y la espiritualidad de la Contrarreforma. Como obispo de la di¨®cesis de Badajoz entre 1562 y 1568, consider¨® a Morales su pintor de c¨¢mara. Una escultura de Alonso Berruguete, prestada por el Museo de Valladolid pone punto final a la exposici¨®n.
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