Yasmina Khadra: ¡°Gadafi es un personaje de Shakespeare¡±
El escritor argelino se mete en la piel del dictador en 'La ¨²ltima noche del Rais'. Y le trata como a cualquier otro personaje
Durante los a?os noventa, el escritor Yasmina Khadra (Kenadsa, Argelia, 1955) tuvo ocasi¨®n de cruzarse con el l¨ªder libio Muamar el Gadafi. Ocupaba entonces el cargo de director de un diario argelino y le invitaron a darle la bienvenida en el aeropuerto de Or¨¢n. ¡°Ten¨ªa tanta presencia como arrogancia. Me pareci¨® un personaje espectacular, acompa?ado de toda una puesta en escena. Era como si desprendiera ondas, aunque no quedaba claro si eran buenas o malas¡±, recuerda Khadra frente a un t¨¦ y un plato de dulces magreb¨ªes, en su elegante apartamento del norte parisino. Tras su muerte en 2011, el autor de El atentado y Lo que el d¨ªa debe a la noche, gran firma de la literatura franc¨®fona surgida en el Magreb, decidi¨® dedicarle su nueva novela. En La ¨²ltima noche del Rais, el escritor se mete en la piel de ?Gadafi para relatar su auge y ca¨ªda.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ le interesaba novelar la vida de Gadafi?
RESPUESTA. Gadafi estuvo muy presente en los debates del mundo ¨¢rabe durante m¨¢s de 40 a?os. Es alguien que me resulta muy familiar. En un primer momento, fue portador de mucha esperanza, hasta que abandon¨® el rol de gu¨ªa para convertirse en soberano absolutista. La deriva de Gadafi demuestra que el poder es demoniaco. En lugar de construir la gran naci¨®n que hab¨ªa prometido, se limit¨® a erigir una leyenda ¨¦pica acerca de s¨ª mismo, cegado por el narcisismo y por el poder econ¨®mico de un pa¨ªs muy rico
P. Su retrato le asemeja a un h¨¦roe cl¨¢sico devorado por su hibris. ?C¨®mo pas¨® de parecer un Che Guevara africano a ser asesinado por un grupo de rebeldes en una emboscada?
R. Llamarlo h¨¦roe es demasiado, pero s¨ª lo considero un personaje tr¨¢gico. Nunca me pareci¨® un ser real, sino m¨¢s bien un personaje de Shakespeare. Gadafi viv¨ªa en el espect¨¢culo continuo, en la desmesura y la megaloman¨ªa. Para un novelista, contar con ese material es toda una suerte. Hac¨ªa tiempo que quer¨ªa crear a mi propio Rey Lear, hasta que me di cuenta de que ten¨ªa uno en mis narices. Gadafi quiso generar un movimiento nacionalista pan¨¢rabe, hasta que se dio cuenta de que al resto de l¨ªderes ¨¢rabes les daba igual su proyecto: eran solo prevaricadores y bufones al servicio de occidente y no de su propio pueblo. En ese rechazo se origina el atrincheramiento psicol¨®gico y tambi¨¦n militante de Gadafi. La soledad y la ira hicieron que perdiera la lucidez.
P. En el libro tambi¨¦n deja en evidencia a los l¨ªderes occidentales. Por ejemplo, cita a Nicolas Sarkozy, quien permiti¨® que Gadafi plantara su jaima en el Eliseo durante su visita oficial de 2007, solo cuatro a?os antes de participar en su ca¨ªda.
R. Esa fue la gran hipocres¨ªa del occidente pol¨ªtico. En el fondo, los jefes de Estado solo est¨¢n al servicio de su industria y sus multinacionales. Los derechos humanos ya se han convertido en esl¨®ganes obsoletos. A esos l¨ªderes solo les interesan las finanzas. Est¨¢n dispuestos a prostituirse por alcanzar sus objetivos econ¨®micos.
P. En su libro, Gadafi habla con un estilo incre¨ªblemente l¨ªrico. ?Qu¨¦ le hace creer que se expresar¨ªa as¨ª?
R. Decid¨ª inventar una lengua adaptada al personaje. Escuch¨¦ atentamente c¨®mo formulaba sus discursos y sus amenazas. Adem¨¢s, Gadafi hablaba en ¨¢rabe, que es poes¨ªa pura, incluso cuando uno escribe en prosa. Evit¨¦ idealizar excesivamente al personaje con disciplina y exigencia. En el fondo, lo que cuento no ha aparecido nunca en los medios. Me bas¨¦ en el testimonio de quienes lo conocieron, como un coronel con el que coincid¨ª en los ochenta en Mosc¨². Durante todo un a?o, cada vez que se emborrachaba me contaba mil historias, aunque siempre con cierto autocontrol, como si Gadafi fuera m¨¢s fuerte que el alcohol [risas]. Quiero creer que en mi iniciativa hab¨ªa cierta legitimidad. Gadafi creci¨® en una tribu beduina, como yo. Fue militar, como lo fui yo. Y tambi¨¦n magreb¨ª y musulm¨¢n, igual que yo.
P. Es decir, que exist¨ªa cierta identificaci¨®n con su protagonista.
R. No una identificaci¨®n, pero s¨ª un conocimiento. Lo que m¨¢s me interesaba no era la pol¨ªtica, sino el factor humano. Intent¨¦ comprenderle como hago con cualquier otro de mis personajes. Al haber sido militar durante a?os, me hice mayor sin tener vida propia y sin intimidad alguna. Mi mundo eran los dem¨¢s. A los 9 a?os me arrancaron de mi n¨²cleo familiar y crec¨ª entre 600 hu¨¦rfanos. Desde muy temprano, me familiaric¨¦ con el miedo, el rechazo, el sufrimiento, la c¨®lera y la rebeli¨®n. Escoger a un tirano como protagonista fue mi manera de poner a prueba mi conocimiento del factor humano.
P. ?C¨®mo le cambiaron sus a?os en el ej¨¦rcito?
R. Dir¨ªa que forjaron mi car¨¢cter. Gracias a la tiran¨ªa del ej¨¦rcito, he logrado soportar la hostilidad y la calumnia de mis detractores, que no son pocos. Si abandon¨¦ el ej¨¦rcito fue porque quise cumplir mi sue?o de infancia. Piense que empec¨¦ a escribir a los 7 a?os. Firm¨¦ mi primer cuento a los 11 y mi primera novela, a los 17. Estaba hecho para esto.
P. ?Dir¨ªa que tiene una relaci¨®n conflictiva con su lengua literaria, el franc¨¦s, siendo el idioma de la colonizaci¨®n?
R. Al rev¨¦s: tengo una relaci¨®n de afecto total, porque es la lengua que me permiti¨® ser escritor. Para m¨ª, el franc¨¦s no es la lengua de la colonizaci¨®n ni tampoco la de Napole¨®n, sino la m¨ªa propia. Adoro esta lengua y tengo 4 millones de lectores franceses, as¨ª que tampoco puedo decir que ellos no me tengan estima, aunque sea verdad que no respondo a las normas marcadas por las instituciones literarias en Francia. Soy un personaje at¨ªpico, surgido del ej¨¦rcito y sin ning¨²n v¨ªnculo con los grupos de poder, pero traducido en 45 pa¨ªses y elogiado por autores como Garc¨ªa M¨¢rquez y Coetzee. Tal vez por eso, las redes parisinas no me soportan. Es un c¨ªrculo literario bastante peque?o, pero con un poder m¨¢s nocivo que el del diablo¡
P. En 2001, cuando revel¨® su aut¨¦ntica identidad y se descubri¨® que no era una mujer, ?cu¨¢l fue la reacci¨®n mayoritaria?
R. Dir¨ªa que fue una reacci¨®n de entusiasmo, de reconocimiento de mi valent¨ªa. Si alguien me hubiera identificado, me habr¨ªa asesinado al instante. Mi iniciativa fue algo suicida, pero lo hice por mis hijos, para que entendieran que su padre hab¨ªa luchado contra la barbarie. Pero la verdad es que nunca cre¨ª salir vivo de aquella guerra. En 1994, un editor alem¨¢n me propuso publicar mi novela dos a?os m¨¢s tarde. Mi reacci¨®n no fue de alegr¨ªa, porque me pareci¨® una eternidad. Ni siquiera estaba seguro de llegar vivo a la semana siguiente.
P. Provoc¨® estupefacci¨®n tambi¨¦n por el hecho de haber escogido un nombre de mujer¡
R. Cuando empec¨¦ a escribir, entend¨ª que mi jerarqu¨ªa no estaba contenta con ello. No solo por lo que dec¨ªa, sino sobre todo por mi notoriedad: a ning¨²n superior le gusta que su subalterno tenga una p¨¢gina en el diario con foto incluida. Mi mujer me propuso optar por la clandestinidad. Para rendirle homenaje, tom¨¦ sus dos nombres de pila. Soy lo que soy gracias a mi mujer, a su coraje y su abnegaci¨®n. Si hoy mantengo ese pseud¨®nimo, tambi¨¦n es como un homenaje a la mujer en el mundo ¨¢rabe, donde suele ser tratada como un personaje secundario, eternamente subordinado al hombre. A mi entender, en cambio, la mujer debe salir de su papel de figurante en el mundo ¨¢rabe para convertirse en protagonista.
P. ?C¨®mo debe proceder para conseguirlo?
R. La mujer ¨¢rabe debe participar en la construcci¨®n de las naciones, porque no es solo una f¨¢brica de hacer beb¨¦s. En los momentos dif¨ªciles, las mujeres siempre han estado en primera fila. Mire lo que ha pasado en Argelia o en T¨²nez. Ahora tiene que entrar en la lucha, crear asociaciones y batirse por lo que quiera. En El atentado escrib¨ª: ¡°El hombre cre¨® la guerra y la mujer, la resistencia¡±. Lo sigo pensando. El hombre es un dictador por vocaci¨®n. La mujer ¨¢rabe tiene que originar una revoluci¨®n que cambie el curso de las cosas.
P. ?Por qu¨¦ quiso convertirse en presidente de Argelia en 2013?
R. No, yo nunca quise ser presidente¡
P. ?Qu¨¦ supuso entonces aquella candidatura? ?Una provocaci¨®n?
R. No hago las cosas por simple provocaci¨®n. Quise llevar al extremo mi deber como ciudadano. Cuando viajaba por el planeta, todo el mundo me dec¨ªa: ¡°?Por qu¨¦ no hace usted nada por su pa¨ªs?¡±. Quise dejar de limitarme a escribir tribunas y volver a pisar el terreno. Quise regresar a mi pa¨ªs para mirar a mis conciudadanos a los ojos y decirles que no ten¨ªan derecho a faltar al respeto a quienes, en el pasado, murieron por ellos. Quise decirles que no pod¨ªan conformarse con ser gobernados con una panda de golfos. En un pa¨ªs como Argelia, que ha luchado durante 4.000 a?os por su liberaci¨®n, no tenemos derecho a prescindir de la valent¨ªa. Les fui a anunciar que estaba contra el r¨¦gimen y que hab¨ªa venido a dec¨ªrselo a la cara. Fue liberador, porque durante muchos a?os me hab¨ªa sentido culpable.
P. ?Por qu¨¦ motivo?
R. En los noventa, durante la guerra, perd¨ª a una infinidad de amigos y compa?eros. Yo, en cambio, sal¨ª ileso. Solo tengo una peque?a herida de bala aqu¨ª [se levanta el bajo del pantal¨®n y la ense?a] y la marca de un explosivo en el pecho. Yo sobreviv¨ª, as¨ª que me sent¨ªa culpable. Me preguntaba sin cesar por qu¨¦ yo pod¨ªa estar en casa con mi mujer y mis hijos, pero ellos no. La ¨²nica forma de legitimar el hecho de haber sobrevivido era hacer algo ¨²til por esas viudas y sus ni?os.
P. Pese a todo, el r¨¦gimen le nombr¨® director del Centro Cultural de Argelia en Par¨ªs en 2007 y usted lo acept¨®, antes de ser cesado en 2014. ?Entonces no ten¨ªa ning¨²n problema con la pol¨ªtica de Bouteflika?
R. S¨ª, claro que lo ten¨ªa.
P. ?No es contradictorio?
R. Depende de c¨®mo lo mire. No acept¨¦ un cargo, porque no lo necesitaba: mis lectores me dan de comer suficientemente bien. Lo que acept¨¦ fue una misi¨®n: apoyar a los artistas e intelectuales en el proceso de emancipaci¨®n de mi pueblo. Durante d¨¦cadas hab¨ªa dicho que, si Argelia me necesitaba, yo har¨ªa lo que fuera. Durante mucho tiempo repet¨ª que el r¨¦gimen deb¨ªa apoyarse en sus intelectuales para avanzar hacia la paz. Cuando me lleg¨® esa oferta, entend¨ª que mi mensaje hab¨ªa sido escuchado y sent¨ª que no ten¨ªa derecho a entorpecer ese proceso. Supongo que el r¨¦gimen quiso proyectar una imagen de apertura con ese nombramiento.
P. Pero esa apertura nunca termin¨® por llegar, ?o s¨ª?
R. No me interesa preguntarme si me usaron. Si eso pod¨ªa ayudar a mejorar nuestra situaci¨®n, no me supon¨ªa ning¨²n problema aceptar ese empleo.
P. Lleva dos d¨¦cadas viviendo entre Francia, Espa?a y Argelia. ?Qu¨¦ lugar dir¨ªa que ocupa el Islam en Europa? ?Dir¨ªa que, en la actualidad, se trata de un continente islam¨®fobo?
?Por qu¨¦ hay que creer que lo musulm¨¢n es el Estado Isl¨¢mico? En realidad, el islam soy yo y no Daesh¡±
R. Una cosa son los pol¨ªticos y otra, el pueblo. Los pol¨ªticos necesitan alimentar esas tensiones. Si antes se divid¨ªa para vencer, ahora se da miedo para reinar. Los pol¨ªticos juegan a un juego de masacre, con el objetivo de legitimar las guerras en las que se han metido por intereses comerciales. Pero los pueblos europeos no tienen nada de tontos. Tengo mucha confianza en su vigilancia intelectual. A m¨ª, los pueblos occidentales me siguen pareciendo ejemplares. Deber¨ªamos inspirarnos en su empat¨ªa, solidaridad, compasi¨®n, inteligencia y cultura, incluso si a veces se producen deslices animados por los pol¨ªticos y los medios de comunicaci¨®n, porque el miedo, el esc¨¢ndalo y la incerteza siempre hacen vender.
P. ?Todo es manipulaci¨®n medi¨¢tica? ?No existe una xenofobia real?
R. El peor enemigo de la humanidad no es la ignorancia, sino el hecho de conocer las cosas a medias. El Islam existe desde hace 14 siglos sin que haya sido una amenaza para nadie, sino m¨¢s bien una propuesta de sabidur¨ªa. Dicho esto, la interpretaci¨®n del Islam es humana y, por tanto, imperfecta. En algunas ocasiones, esa interpretaci¨®n puede ser malintencionada. Pero uno no puede igualar 1.000 millones de musulmanes con una horda de salvajes que no tienen nada que ver con el Islam. Un aut¨¦ntico musulm¨¢n sabe que aquel que no ama al hombre es incapaz amar a Dios. Ser¨ªa como que te gusta un artista sin que soportes su obra. ?Por qu¨¦ hay que creer que musulm¨¢n es el de Daesh y no alguien como yo, que tambi¨¦n lo soy? En realidad, el Islam soy yo y no Daesh. El Islam verdadero se encuentra en la generosidad, el amor y la capacidad de so?ar. Quienes hacen la guerra son personas que han renunciado a sus sue?os. Y los sue?os son lo ¨²nico que hace evolucionar a la humanidad.
P. Acaba de volver de Cuba, donde ha escrito su pr¨®xima novela. ?Qu¨¦ an¨¢lisis hace de la situaci¨®n en la isla?
R. Cuando descubr¨ª Cuba me pareci¨® ver una copia de Argelia. Existe la misma disfunci¨®n intelectual y pol¨ªtica, que no es fruto de la simple incompetencia, sino de un aut¨¦ntico proyecto pol¨ªtico para someter e incluso eliminar al pueblo. Pese a que el proceso ser¨¢ indudablemente dif¨ªcil, el fin del embargo ser¨¢ bueno. Reconciliar¨¢ a los cubanos de La Habana con los de Miami, dar¨¢ una bocanada de aire fresco para la juventud y demostrar¨¢ que la revoluci¨®n que ha llegado a su l¨ªmite. No hay otra revoluci¨®n en la evoluci¨®n humana que la que comporta m¨¢s libertad.
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