Mapa de la izquierda

La izquierda que despunta en Europa es variopinta. Las j¨®venes estrellas en Italia y Francia, Matteo Renzi y Emmanuel Macron, proponen reformas radicales, incluyendo la eliminaci¨®n del estatus de funcionario para los empleados p¨²blicos. Los estandartes de la nueva izquierda en Reino Unido, Grecia o Espa?a, de Jeremy Corbyn a Alexis Tsipras, pasando por Manuela Carmena y muchos de los l¨ªderes del independentismo escoc¨¦s o catal¨¢n, defienden unas pol¨ªticas sociales radicales, incluyendo garant¨ªas de ingresos m¨ªnimos.

Todos ellos comparten una fortaleza en com¨²n. Su credibilidad. Frente a una izquierda oficial de discurso encorbatado y que, con el objetivo de no molestar a nadie, ha dejado de inspirar a todos sus votantes, la nueva izquierda es aut¨¦ntica. Dicen lo que piensan. Transmiten convicciones, la poderosa idea de que se mueven por principios y no por intereses. No son meros repetidores de frases hechas escritas por un ej¨¦rcito de asesores de imagen y spin-doctors. Meten la pata a menudo, pero eso los hace m¨¢s cercanos a nosotros: los vemos como marionetas de sus creencias, no de unos grupos de inter¨¦s o unos acreedores ocultos. En tiempos de crisis, su legitimidad carism¨¢tica derrota a la legitimidad legal-racional de los l¨ªderes de la izquierda enlatada.

Meten la pata a menudo,
pero eso los hace
m¨¢s cercanos a nosotros:
los vemos como marionetas
de sus creencias,
no de unos grupos de inter¨¦s

Pero todos ellos tienen tambi¨¦n una debilidad en com¨²n. Su mensaje es centr¨ªpeto. Buscan fidelizar a los suyos: los Macron, a los ¡°socio-liberales¡±, y los Corbyn, a los ¡°izquierdistas de verdad¡±. Comparten la visi¨®n de la pol¨ªtica como una carretera que va de la extrema izquierda a la extrema derecha. Una mentalidad m¨¢s propia de la infancia de los Estados de bienestar, all¨¢ en los a?os de posguerra, cuando el choque de intereses era entre capital y trabajo, que de la madurez de los Estados de bienestar en la era de la globalizaci¨®n, donde se han a?adido otros conflictos, y muy en particular el que enfrenta a trabajadores protegidos (muchos de ellos en el sector p¨²blico) con precarios (muchos en el privado).

El mapa de carreteras es m¨¢s complicado. Lo que, parad¨®jicamente, hace no s¨®lo posible, sino necesaria, la fusi¨®n de estas dos nuevas radicalidades. Si no igualamos las condiciones de trabajo en el sector p¨²blico con las existentes en el privado, como propone Macron, no podemos financiar las nuevas prestaciones sociales que la revoluci¨®n tecnol¨®gica exige. Y viceversa: si no garantizamos una protecci¨®n adecuada, no podremos vencer las resistencias a la desregulaci¨®n. La nueva izquierda moderada deber¨¢ asentarse en esta doble radicalidad.

V¨ªctor Lapuente Gin¨¦ es profesor de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Gotemburgo y autor de El retorno de los chamanes (Ediciones Pen¨ªnsula), de pr¨®xima publicaci¨®n