Minier, el funcionario de Aduanas convertido en mago del thriller
Confesiones y miedos del autor franc¨¦s, que est¨¢ en Madrid para presentar su ¨²ltima novela y participar en Getafe Negro
Cuando se est¨¢ frente a Bernard Minier, cuando se ven sus maneras amables de responder a cualquier pregunta en ese espa?ol aprendido cuando era un joven n¨®mada, cuando tira de mirada algo risue?a, ladeada, y se acaricia el ment¨®n cubierto de una barba de tres d¨ªas, nadie imagina que estemos ante uno de los maestros del thriller franc¨¦s actual, un autor capaz de hacer pasar mucho miedo al lector y disfrutar con ello, de construir escenas brutales, de crear a un Hannibal Lecter contempor¨¢neo.
Se podr¨ªa decir que este ex funcionario de Aduanas, escritor impenitente desde los diez a?os, autor que public¨® tarde, lector enfermizo, tiene una historia peculiar. Vive en una casa en un barrio de las afueras de Par¨ªs, la misma que cuando no vend¨ªa cientos de miles de ejemplares y escribe en la misma habitaci¨®n de nueve metros cuadrados atestada de libros. Cuenta, no sin cierta sorna, que una revista del coraz¨®n que fue a entrevistarlo no daba cr¨¦dito a lo que ve¨ªa.
¡°En una novela, la violencia tiene que ser tan dif¨ªcil de tragar como una bola de carne llena de nervios¡±
Ahora, tras ser el primer escritor en ganar dos veces el Premio Cognac, cuenta sus inicios y su fe en los encuentros que cambian vidas: ¡°En Francia hay muchos concursos de relatos cortos, hay una gran tradici¨®n y yo participaba mucho. En uno me encontr¨¦ con una persona de 70 a?os que no ten¨ªa nada que ver con el mundo editorial. Hablando con ¨¦l le ense?¨¦ 60 p¨¢ginas de Bajo el hielo y fue quien me convenci¨® de acabar esta aventura y proponer la publicaci¨®n. Luego todo fue muy r¨¢pido. Mand¨¦ el texto por correo con seis euros de sellos a cinco editoriales muy importantes y cuatro de ellas me llamaron enseguida. Fue todo mucho mejor de lo que esperaba. Fue como lanzar una botella en el mar y que alguien la encontrara, casi un milagro¡±.
El autor de El C¨ªrculo est¨¢ en Espa?a para participar en Getafe Negro y presentar No apagues la luz (Black Salamandra, traducci¨®n de Dolors Gallart), una novela en la que nos lleva por un camino estrecho y a veces claustrof¨®bico. La inteligente y triste mirada de Martin Servaz, su peculiar comandante de polic¨ªa, hundido, acabado y sin ganas de vivir, es el punto de vista perfecto para este thriller con los acosos, las mentiras, el maltrato, la violencia y la desesperaci¨®n como grandes temas.
La novela? tiene que contar sin explicar. Si tienes que explicar es que has fracasado
R¨¢pido, perspicaz y directo, Minier intercala sus respuestas con alguna broma, referencias a libros, autores y pasiones compartidas, conversaciones pasadas y, como buen franc¨¦s cartesiano, no deja nada al azar. Por ejemplo con el espinoso asunto de la violencia y el espect¨¢culo en la novela negra. ¡°No creo que en mis novelas haya demasiada violencia. En esta ¨²ltima hay m¨¢s violencia ps¨ªquica. Lo que intento hacer con la violencia, y esto est¨¢ claro, es no estilizarla. Lo odio. Hay que mostrarla tal como es. Una imagen que empleo a veces: en una novela la violencia tiene que ser tan dif¨ªcil de tragar como un trozo de carne lleno de nervios¡±.
Violencia de g¨¦nero y realidad social
En No apagues la luz la protagonista es una joven exitosa que empieza a vivir una pesadilla, un acoso sin fin que la lleva por el camino de la destrucci¨®n. Como en sus anteriores novelas, donde se hablaba de la corrupci¨®n, delitos medioambientales o inmigraci¨®n, nos volvemos a encontrar con un thriller inusualmente social. El autor tiene claro por qu¨¦: ¡°Es m¨¢s f¨¢cil hacer entrar una idea en la mente de alguien por la ficci¨®n que por la raz¨®n. Y en la la ficci¨®n el thriller es el g¨¦nero de la emoci¨®n. A trav¨¦s de las emociones el lector recibe de una manera mucho m¨¢s fuerte lo que el autor quiere decirle¡±.
El comisario Servaz ama la m¨²sica cl¨¢sica, adora a Mahler y ciertas ¨®peras, y Minier lo aprovecha esto para mostrar mucho contando poco. ¡°No todos los g¨¦neros musicales que cito me interesan por igual, pero me gusta mostrar a los personajes a trav¨¦s de la m¨²sica que escuchan. Es algo que he hecho desde la primera novela y pens¨¦ que era una buena manera de caracterizarlos sin explicarlos, que es lo que tiene que hacer la novela: contar sin explicar. Si tienes que explicar es que has fracasado¡±, aclara.
?Ombliguismo y t¨®picos
Gran conocedor del g¨¦nero que le ha dado la fama, Minier tiene claro d¨®nde y c¨®mo est¨¢ la novela negra y los peligros que le acechan. A saber: el exceso, que todo el mundo publique, la calidad baje mucho y el lector huya y la tendencia a encerrarse en un universo autorreferencial, repetir t¨®picos y pecar de ombliguismo.
Cuando las preguntas tocan su l¨ªnea de flotaci¨®n, sus t¨®tem tem¨¢ticos y estil¨ªsticos, Minier se zafa y sigue adelante.
- ?Apelar al miedo no es una manera demasiado c¨®moda de atraer al lector?
Por eso he cambiado con Une putain d'histoire (su cuarta novela. Un libro en la que se aleja de Servaz, de Francia, con un protagonista adolescente y escrita en primera persona). No quiero escribir siempre el mismo libro, pero ya hay una evoluci¨®n en No apagues la luz respecto a las anteriores.
- ?El malo de las tres primeras, Julian Hirtmann, no es demasiado parecido a Hannibal Lecter?
Claro. Pero tambi¨¦n son muy distintos. Por supuesto que cuando escrib¨ª Bajo el hielo estaba haciendo un gui?o a Tomas Harris, es evidente. Es como si escribes una novela con un vampiro, piensas en Dr¨¢cula. Su imagen es tan poderosa y Harris es un maestro absoluto. Reivindico la similitud, pero por otro lado es muy distinto: Hirtmann tiene sus debilidades, Lecter al final es un superh¨¦roe en malo, lo sabe todo. Hirtmann tiene debilidades, est¨¢ m¨¢s cerca del com¨²n de los mortales y del propio Servaz. Les separa una membrana muy fina y eso es lo interesante.
El autor se?ala los peligros del ¨¦xito del g¨¦nero: que se publique demasiado y se caiga en el exceso y lo manido
Y ah¨ª aparece de nuevo el polic¨ªa que cita en lat¨ªn, culto, que odia las armas y las nuevas tecnolog¨ªas, como el autor, que tiene v¨¦rtigo, melanc¨®lico, un raro adorable con un ¨²nico riesgo: ?demasiado original para ser verdad? ¡°Es el m¨¢s real de todos mis protagonistas. No es el estereotipo habitual del poli alcoh¨®lico con su pistola. Es anormalmente normal¡±, defiende su creador, al que le cuesta separarse de ¨¦l. ¡°Tras m¨¢s de un a?o sin escribir sobre ¨¦l, estoy muy contento de encontrarlo otra vez. Lo echaba de menos bastante. No quiero decir nada pero te aseguro que en la pr¨®xima novela lo castigo m¨¢s que nunca. No lo mato. Me gustar¨ªa hacerlo, como Conan Doyle con Holmes, y que luego miles de lectores me pidan que lo resucite. Igual lo intento. Qui¨¦n sabe¡±, bromea, con un sentido del humor que se acent¨²a cuando habla de su personaje.
Torbellino vital que ama la buena comida, los viajes y el placer s¨®lo tiene un problema: cuando est¨¢ fuera de su casa, de su habitaci¨®n, no puede trabajar. Tras 14 meses escribiendo Une putain d¡¯histoire, novela homenaje a Mark Twain, a J.D. Salinger, a Stephen King, sus lecturas de adolescente que todav¨ªa no so?aba con publicar, ahora est¨¢ de promoci¨®n, en busca, quiz¨¢s, del pr¨®ximo encuentro que le marque la vida.
Babelia
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