La transici¨®n de las palabras
C¨®mo se fue transformando el vocabulario pol¨ªtico mediante el consenso t¨¢cito de partidos y sindicatos
No hay una transici¨®n pol¨ªtica real sin una transici¨®n de las palabras. Y as¨ª ocurri¨® con el abrupto lenguaje usado hace 40 a?os en los dos lados de la trinchera, que durante los a?os de democracia se fue suavizando para aproximar a los distantes.
La primera reconciliaci¨®n tras la dictadura se empez¨® a producir en el vocabulario de la pol¨ªtica. Los t¨¦rminos asociados a un pasado dictatorial fueron desapareciendo del primer plano, sustituidos por otros m¨¢s acordes con los anhelos de paz y libertad. Lo m¨¢s interesante de ese proceso es que se produjo en los dos bloques herederos de "las dos Espa?as".
La palabra ¡°camarada¡± puede simbolizar ese cambio. Su procedencia de tintes militares (¡°camaradas¡± eran quienes dorm¨ªan en la misma c¨¢mara o camarote) no impidi¨®, sino todo lo contrario, que se llamaran a s¨ª mismos camaradas quienes compart¨ªan la misma fe pol¨ªtica, ya se tratara de falangistas o de comunistas y socialistas. Pero los aires de encuentro acabaron con el predominio de este t¨¦rmino, para ser sustituido por otros m¨¢s civiles, como ¡°compa?ero¡± en el trato personal o ¡°correligionario¡± en el p¨²blico.
Lo m¨¢s interesante de ese proceso es que se produjo a los dos lados de la trinchera
Ese camino de muchos a?os constituy¨® un claro proceso de enfriamiento del lenguaje. Desaparecieron "b¨²nker" (extrema derecha), "carca" (conservador), "el parte" (informativo radiof¨®nico)... Los t¨¦rminos del combate durante el franquismo dejaban paso a expresiones m¨¢s t¨¦cnicas y, por tanto, menos acaloradas.
La dictadura de Franco form¨® una sociedad ideal para desarrollar la ¡°lucha de clases¡± que pretend¨ªan los marxistas. Pero casi todas las ideas de conflicto se ir¨ªan desvaneciendo en el lenguaje p¨²blico, y desde aquella pelea se camin¨® hacia la b¨²squeda de la ¡°igualdad social¡±. Para ello fue necesario superar precisamente las ¡°clases¡±. El concepto de ¡°proletariado¡± (se denomin¨® as¨ª a quienes no ten¨ªan m¨¢s posesi¨®n que su propia prole) a¨²n se refugi¨® durante un tiempo en la expresi¨®n ¡°clase obrera¡±, para transfigurarse luego en ¡°las clases populares¡± y m¨¢s tarde en enunciados cada vez m¨¢s blandos: los ¡°productores¡±, los ¡°operarios¡±, los ¡°asalariados¡±, los ¡°trabajadores¡±, los ¡°empleados¡±¡ Engullidos todos ahora en la ¡°poblaci¨®n activa¡± y unidos a los ¡°parados¡± o ¡°desempleados¡±.
En el otro lado, ¡°la oligarqu¨ªa¡± y ¡°la burgues¨ªa¡± se transformaron sucesivamente en ¡°la clase dirigente¡±, ¡°la clase alta¡±, ¡°las ¨¦lites sociales¡±¡ Y hoy en d¨ªa son ¡°los ricos¡±.
Por su parte, ¡°los poderes f¨¢cticos¡± sufrieron una transformaci¨®n de significante pero tambi¨¦n de significado. Tales fuerzas de la opresi¨®n inclu¨ªan en un primer momento al Gobierno, a los grandes financieros, a la Iglesia y al Ej¨¦rcito. Estos dos ¨²ltimos componentes desaparecieron del paquete (cambio en el significado) cuando se fue adoptando la expresi¨®n ¡°agentes sociales¡± (cambio de significante), que a su vez incluy¨® a los sindicatos (nuevo cambio en el significado).
Las ansias iniciales de ¡°revoluci¨®n¡± se transformaron en propuestas de ¡°reforma¡±, destiladas finalmente en el concepto del ¡°cambio¡± propugnado por la campa?a del PSOE en 1982. Las palabras ¡°patr¨®n¡± y ¡°patronos¡± transmit¨ªan su vieja idea del se?or a quien sirven los criados, y fueron utilizadas como descalificatorias en las canciones protesta de la ¨¦poca, en compa?¨ªa de "el capital" o "los capitalistas". Por eso dejaron su espacio a ¡°empresarios¡±, ¡°empleadores¡± o, m¨¢s recientemente, ¡°emprendedores¡±.
Los sindicatos participaron igualmente de este proceso (porque se trata, no lo olvidemos, de una convergencia general). La palabra "huelga" (proscrita en el franquismo, escondida tras un eufemismo como "paros") fue recuperada con todas las consecuencias en una primera etapa. Pero algunas d¨¦cadas despu¨¦s registr¨® sus propias rebajas: las amenazas de huelga se presentaron ya a menudo como avisos de ¡°conflicto¡± o de ¡°movilizaciones¡±. S¨®lo cuando la situaci¨®n llega a un punto de no retorno aparece la palabra ¡°huelga¡± con toda su fuerza.
En el marco de esa edulcoraci¨®n, el "despido colectivo¡± (en el que los sindicatos se ven obligados a colaborar con las empresas) se ha transformado en un esquel¨¦tico ¡°ERE¡±, despu¨¦s de transitar por la ¡°regulaci¨®n de empleo¡±, las ¡°rescisiones de contratos¡± o los ¡°ajustes de plantilla¡±.
En el ¨¢mbito del terrorismo, por el contrario, el lenguaje se endureci¨®
Esa suavizaci¨®n del lenguaje alcanz¨® al propio vocabulario de los partidos pol¨ªticos, que pasaron de albergar ¡°tendencias¡± enfrentadas (con la connotaci¨®n que lleva asociada el t¨¦rmino ¡°tendencioso¡±) a discutir entre ¡°corrientes¡±. M¨¢s tarde se llamaron ¡°familias¡±, para quedar finalmente en ¡°distintas sensibilidades¡±, expresiones ambas que ya no se relacionan con ning¨²n adjetivo peyorativo, sino todo lo contrario: las familias conducen a lo familiar, y las sensibilidades corresponden a personas sensibles.
En el ¨¢mbito del terrorismo, por el contrario, el lenguaje se endureci¨®. Ahora nos sonrojamos al recordar que a los miembros de ETA los llam¨¢bamos ¡°activistas¡± en vez de ¡°terroristas¡±, o al repasar noticias donde se informaba de que una persona ¡°result¨® muerta¡± en vez de haber sido asesinada. Tampoco era raro o¨ªr "acci¨®n armada" en vez de ¡°atentado¡±.
Los fugitivos o pr¨®fugos de ETA escondidos en Francia se denominaban ¡°refugiados¡± o ¡°refugiados vascos¡±, mediante un t¨¦rmino tasado en el derecho internacional que en absoluto les correspond¨ªa, y que abarcaba a cientos de terroristas que no dispon¨ªan de ese estatuto. Incluso se emple¨® la palabra ¡°tregua¡± para los momentos en que ETA decid¨ªa unilateralmente dejar de matar, cuando tal vocablo implica la existencia de una guerra donde las dos partes disparan por igual y en la que acuerdan darse un descanso. Ni hab¨ªa acuerdo, ni hab¨ªa guerra, ni hab¨ªa dos ej¨¦rcitos en igualdad de condiciones, pero hab¨ªa "treguas".
Los propios periodistas ca¨ªan a menudo en denominar ¡°ejecuciones¡± a los asesinatos, en llamar ¡°prisioneros¡± a los secuestrados o rehenes, o ¡°impuesto revolucionario¡± a los chantajes y extorsiones¡, asumiendo el propio l¨¦xico de los terroristas.
Esa transformaci¨®n paulatina ha sido fruto de un pacto t¨¢cito, no de una imposici¨®n de parte
Este desenmascaramiento se produjo mucho tiempo despu¨¦s del proceso anterior de reconciliaci¨®n de las palabras, y quiz¨¢s como consecuencia retardada de aquel consenso. El vocabulario sobre ETA se endureci¨® ya para siempre.
Por supuesto, el franquismo hab¨ªa puesto en marcha su propias trampas de lenguaje (por ejemplo, la de llamar ¡°democracia org¨¢nica¡± a la dictadura). Pero se puede diferenciar entre los eufemismos que cada cual aplica en su propio beneficio (y que siempre existieron) y la alteraci¨®n del lenguaje pol¨ªtico asumida por todos los poderes pol¨ªticos y sociales, incluida la prensa, para constituir un cambio significativo de las referencias comunes. Esa transformaci¨®n paulatina que se ha desarrollado en estos 40 a?os sin Franco ha sido fruto de un pacto t¨¢cito, no de una imposici¨®n de parte.
Los acuerdos inconscientes sobre el l¨¦xico suelen servir como term¨®metro para analizar las posibilidades de un consenso. Por el contrario, las divergencias en el vocabulario preludian siempre el conflicto.
Este art¨ªculo es una versi¨®n larga del publicado el domingo 15 de noviembre en el suplemento Ideas de EL PA?S.
Babelia
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