¡°No he sido absolutamente inocente nunca, ni siquiera de ni?a¡±
La artista madrile?a asume las dentelladas del tiempo y la crisis de valores con ¡®Lo Nuestro¡¯, un disco ¡°l¨ªrico e industrial¡±
Es divertido comprobar c¨®mo Christina Rosenvinge (Madrid, 1964) apenas se siente identificada con las caracter¨ªsticas que m¨¢s frecuentemente se le atribuyen. Le resulta ¡°extra?o¡± que la consideren una artista veterana y una referencia entre no pocas cantantes emergentes, por mucho que la avalen casi tres d¨¦cadas de trayectoria y una docena larga de ¨¢lbumes. Y ni siquiera se considera una creadora en permanente reinvenci¨®n, virtud que le reconocen incluso los menos partidarios. ¡°Solo me readapto, asumo mi proceso de crecimiento¡±, matiza. ¡°Y mientras se me encienda la sangre seguir¨¦ grabando discos¡±. El m¨¢s reciente (y seguramente el menos introspectivo, ¡°porque en estos a?os en Espa?a es imposible escribir desde una burbuja¡±) se titula Lo Nuestro, acaba de calar en Latinoam¨¦rica con muy buena acogida y desembarca este s¨¢bado en Barcelona (Music Hall) y el 10 de diciembre en la madrile?a Joy Eslava.
¡°Ten¨ªa algunas letras muy l¨ªricas y melod¨ªas rom¨¢nticas, as¨ª que necesitaba el contraste con un sonido m¨¢s fr¨ªo, potente e industrial¡±, reflexiona Rosenvinge, mujer de aspecto dulce y car¨¢cter vivaz, siempre propenso al matiz, la reafirmaci¨®n o las segundas preguntas. ¡°La fragilidad que a veces se me atribuye es una opci¨®n estil¨ªstica, una herramienta de expresi¨®n. En realidad no creo haber sido absolutamente inocente nunca, ni siquiera de ni?a. Desde el principio fui consciente de que el mundo es un lugar que puede resultar muy duro¡±.
Si algo parece claro es que en Lo Nuestro no queda ni un resquicio de inocencia, porque nace en un momento de ¡°inquietud y excitaci¨®n¡± ante un presente y un entorno social abiertamente hostiles. ¡°Quise hacer canci¨®n protesta sin caer en el panfleto ni la doctrina¡±, acota esta madrile?a de ancestros daneses que alude a First We Take Manhattan (Leonard Cohen) como mejor ejemplo del g¨¦nero. Su aportaci¨®n m¨¢s clara al debate se titula Alguien Tendr¨¢ la Culpa y pretende salpimentar de autocr¨ªtica el habitual discurso reprobatorio. ¡°Todos hemos formado parte de este sistema que se colapsa. Lo interesante es analizar ahora en qu¨¦ medida hemos sido v¨ªctimas o perpetuadores¡±.
Renuente siempre a mirar atr¨¢s (¡°la nostalgia es una p¨¦rdida de energ¨ªa¡±), Rosenvinge lidia en Lo Nuestro con asuntos graves, en particular el paso inexorable de los a?os, sin renunciar a la iron¨ªa ni el coraje. ¡°Es evidente que La M¨¢s Puta, en la que intento burlarme del envejecimiento, no la podr¨ªa haber escrito con menos edad. Y no, no es la canci¨®n que me produce m¨¢s pudor al cantarla. Adem¨¢s, si no encontraras cierto placer en exhibir tus debilidades, dif¨ªcilmente podr¨ªas subirte a un escenario¡¡±. Argumenta que el creador de pop ¡°debe aspirar a poner en palabras los sentimientos generaciones¡±, y admite que esa portavoc¨ªa es, adem¨¢s de una responsabilidad, lo m¨¢s estimulante de su oficio. ¡°Alguna vez me han dado abrazos tan c¨¢lidos como si a esa persona le hubiera facilitado un trasplante de ri?¨®n. Y s¨ª, cuando vivo una situaci¨®n as¨ª me siento muy gratificada. Supongo que yo tambi¨¦n busco sanaci¨®n en la b¨²squeda de los dem¨¢s. Perder a una madre te trastoca m¨¢s si lo acompa?as con el ¨²ltimo disco de Sufjan Stevens, por ejemplo¡±.
Mel¨®mana en constante reciclaje y colaboradora contumaz, desde Sonic Youth a Vetusta Morla o Nacho Vegas, a Christina la han comparado con Yoko Ono por alguno de los espasm¨®dicos grititos que salpican Lo Nuestro, pero ella seguramente se sienta m¨¢s pr¨®xima a Cristina Lliso, la que fuera vocalista de Esclarecidos. ¡°Su forma de frasear no se parece a la de nadie, y supongo que algo de eso puede hab¨¦rseme filtrado¡±, concede. Pese a todo, ella figura entre quienes piensan que las posibilidades, ante los tres minutos de una canci¨®n, siguen siendo infinitas. ¡°El pop constituye el m¨¢ximo cubo de reciclaje de nuestra cultura. Es una expresi¨®n bastarda porque, como en las croquetas, en ¨¦l cabe todo, desde el jazz al folclore¡±. Un argumento m¨¢s para la reinvenci¨®n, o readaptaci¨®n, de una artista en crecimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.