Arte precolombino como inspirador de la Bauhaus
La obra de Josef y Annie Albers se expone en el nuevo Museo de las Culturas de Mil¨¢n
Josef Albers (1888, Bottrop, Alemania¡ª1976, New Heaven, EE UU) comenz¨® su serie Homenaje al Cuadrado en 1949 y sigui¨® trabajando en ella hasta el final de sus d¨ªas. En el millar de versiones que realiz¨® de esta obra cumbre del arte contempor¨¢neo, habla de la complejidad de la visi¨®n y la necesidad de una contemplaci¨®n activa. Annelise Fleischmann (1899, Berlin¡ª1994, Orange, EE UU) est¨¢ considerada como la artista textil m¨¢s importante del siglo XX y la primera en llevar sus dise?os a los grandes museos de arte contempor¨¢neo de todo el mundo. Artistas y te¨®ricos, la pareja se conoci¨® en la Bauhaus y se cas¨® en 1925.
Cuando todav¨ªa viv¨ªan en Berl¨ªn, antes de que los nazis llegaran al poder, la obra de Josef y Annie Albers ya mostraba formas y colorido caracter¨ªsticos de las culturas precolombinas. Conoc¨ªan y admiraban las obras hechas por artistas an¨®nimos con materiales b¨¢sicos, formas sencillas y repetici¨®n de motivos. No en vano, la pareja viaj¨® en numerosas ocasiones por M¨¦xico, Per¨², Chile y Cuba y se empap¨® del arte latinoamericano, como revela la exposici¨®n Una maravillosa confluencia, con la que se inaugur¨® la pasada semana el Museo de las Culturas de Mil¨¢n de manera oficial. Hasta el 21 de febrero se podr¨¢ ver esta muestra en el nuevo centro, cuya apertura provisional se adelant¨® a mayo en coincidencia con la Expo.
Porque, despu¨¦s de que Hitler ordenara desmontar la Bauhaus (Albers hab¨ªa sido profesor en sus tres sedes: Weimar, Dessau y Berl¨ªn), ambos se tuvieron que exiliar a Estados Unidos como profesores. Reci¨¦n instalados, comenzaron a viajar por los pa¨ªses citados y no lo dejaron de hacer hasta el final de sus d¨ªas. Compraban, coleccionaban y documentaban con fotograf¨ªas y textos cada uno de los objetos ante los que se quedaban prendados. La influencia del arte precolombino queda visiblemente reflejada en la muestra. Nicholas Fox Weber, presidente de la Fundaci¨®n que difunde el legado de los Albers y comisario de la exposici¨®n, ha querido que, sin cartelas identificatorias de cada una, las obrasse contemplen en relaci¨®n con las 180 piezas precolombinas elegidas de la ampl¨ªsima colecci¨®n que atesoraron durante sus viajes. Hay tejidos ornamentales y de uso diario, arte plumario, fotos de los edificios de mamposter¨ªa encajados sin argamasa como sobre los que se levanta el Templo del Sol en Coricancha, en Cuzco, figurillas de Chup¨ªcuaro. Junto a estos antiguos tesoros van desfilando las pinturas de formas geom¨¦tricas y llamativo colorido o las delicadas composiciones de Josef Albers.
Las famosas creaciones sobre telas de Annie ocupan las vitrinas centrales y a veces parecen trepar entre las obras de su marido, especialmente en las cuatro versiones de Homenajes al cuadrado, la emblem¨¢tica serie de Josef Albers representada en todos los grandes museos de arte contempor¨¢neo del mundo. La serie se centra en la representaci¨®n de un cuadrado central y una serie de sucesivos m¨¢rgenes de colores puros, que reitera en distintas gradaciones crom¨¢ticas y matices pict¨®ricos y que constituye un estudio ¨²nico sobre la visi¨®n y el color.
Juegos de colores
¡°Si nos fijamos esos juegos con los colores se apuntan en obras anteriores y en peque?os tapices que conoci¨® en sus viajes a Per¨² o a M¨¦xico¡±, dice el comisario. Como ejemplo, se?ala un cintur¨®n hecho con peque?as plumas azules y anaranjadas sobre el que se expone una serie de ocho pinturas en las que se reproducen diferentes combinaciones de colores.
Fox Weber a?ade que es la primera muestra sobre la influencia latinoamericana en la obra de los Albers. El museo inaugura simult¨¢neamente una muestra dedicada a Gauguin y otra a la mu?eca Barbie. ?No pensar¨ªan los Albers que es una mezcla muy ecl¨¦ctica? ¡°Es un museo p¨²blico que tiene que complacer a todo tipo de espectadores¡±, responde el comisario. ¡°Creo que a los Albers les hubiera divertido¡±, agrega.
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