La simpat¨ªa de Colomo

En una secuencia de Isla bonita, vig¨¦simo largometraje del veterano Fernando Colomo, dos personajes relacionados con la creaci¨®n, e inspirados directamente en las personas que los interpretan, llegan a la siguiente conclusi¨®n: "La obra de un artista dice mucho sobre su autor". Una frase que podr¨ªa resumir tambi¨¦n el esp¨ªritu de la pel¨ªcula: el cine de Colomo, en las buenas y en las menos buenas, siempre ha desprendido una sensaci¨®n de simpat¨ªa y espontaneidad admirables. Aqu¨ª, en tiempos de crisis para la producci¨®n cinematogr¨¢fica, para los grandes alardes, y en un regreso a la sistem¨¢tica de La l¨ªnea del cielo (1984), Colomo nos habla de la radical distancia entre lo que se pretende y lo que se consigue, entre lo que se piensa y lo que se hace, entre los deseos y los actos, en un mundo en el que todos dependemos de los dem¨¢s: en lo laboral, en lo sentimental, en lo creativo, incluso en lo moral.

Por el escenario, por los di¨¢logos, por los subtextos y por los personajes (de varias generaciones), ser¨ªa f¨¢cil emparentar Isla bonita con cierto cine de Eric Rohmer. Sin embargo, su metodolog¨ªa formal y su puesta en escena, b¨¢sicas, desenvueltas, a veces un tanto toscas (los flash-backs de la noche de farra de los chicos), pero siempre sinceras, hacen pensar en el ¨²ltimo cine de Woody Allen, apresurado, sencillo, trascendente, interesante, deshilvanado y magn¨ªfico. Interpretada en su mayor¨ªa por actores no profesionales que no son sino ellos mismos, la pel¨ªcula est¨¢ plagada de detalles, de reflexiones de gran observador que ya nada tiene que demostrar. Y de simpat¨ªa.