007 al servicio de su Majestad el Cine
El ritmo vertiginoso que crea Mendes en dos horas y media que no fatigan huye de aturdir al espectador y de marearle
La imagen que recuerdo con mayor nitidez (y otras sensaciones muy placenteras que guardo para m¨ª) en el bautizo cinematogr¨¢fico de James Bond hace 53 a?os es la aparici¨®n de una turgente valquiria saliendo del mar con ademanes felinos y ataviada con un inolvidable biquini blanco. Se llamaba Ursula Andress. Y envidiabas enormemente a su futuro seductor, un agente secreto al servicio de su Graciosa Majestad y con institucionalizada licencia para cargarse a cualquiera que represente una amenaza para su pa¨ªs. Y entiendes que las se?oras se sintieran fascinadas ante ese Sean Connery que era puro estilo en cada movimiento y en primer plano, hablando y bebiendo, llevando con naturalidad y elegancia unos trajes y smokings dise?ados para su esplendido f¨ªsico, en posesi¨®n de ritmo, con lengua mordaz y actitud c¨ªnica, con tanto ritmo como magnetismo, tan cre¨ªble en las secuencias de acci¨®n como en el enfrentamiento verbal y el coqueteo pragm¨¢tico, un chulazo de primera clase, destinado a envejecer admirablemente y a convertirse en uno de los mejores actores de la historia del cine. Su principal enemigo all¨ª era el doctor No, el primero de una serie de poderosos villanos, enemigos sofisticados y temibles a la altura de Bond.
Que cada espectador elija su Bond. Yo solo tuve ojos para Connery. Y nunca le pill¨¦ la gracia al vacuo y atildado Roger Moore, aunque su humor, la autoparodia y los gui?os al espectador tuvieran infinidad de c¨®mplices. No s¨¦ si aquellas pel¨ªculas y las renovadas metodolog¨ªas y f¨®rmulas que guionistas y productores aplicaban a las espectaculares aventuras del personaje (y sospecho que el verdadero protagonista no era Bond ni el psicologismo, sino la org¨ªa deslumbrante de efectos especiales)y a los actores que segu¨ªan encarnando a 007 ten¨ªan cierta calidad, pero s¨ª recuerdo haberlo pasado muy bien con Desde Rusia con amor y Goldfinger. Segu¨ª manteniendo fidelidad a la saga, pero no porque tuviera un irresistible atractivo, sino por obligaci¨®n profesional o por rutina.
SPECTRE
Direcci¨®n: Sam Mendes.
Int¨¦rpretes: Daniel Craig, L¨¦a Seydoux, Christoph Waltz, Ralph Fiennes, Monica Bellucci, Ben Whishaw, Dave Bautista, Naomie Harris.
G¨¦nero: acci¨®n. EE UU, Reino Unido, 2015.
Duraci¨®n: 148 minutos.
Esa desidia dur¨® hasta que la serie adquiere un tono m¨¢s negro que festivo y la aparici¨®n de un Bond quemado, fatalista y amargo, duro pero con matices, encarnado con convicci¨®n y atractivo por Daniel Craig. A Bond le ha salido un competidor muy potente con la espl¨¦ndida saga de Jason Bourne. Adem¨¢s de Matt Damon, actor veraz en cualquier registro, est¨¢ escrita y dirigida por gente con acreditado talento, como Paul Greengrass y los hermanos Dan y Tony Gilroy. En los cuatro bond que ha interpretado Craig ( y pienso que deber¨ªa abandonarlo ahora, en pleno esplendor) no se descuida en ning¨²n momento el espect¨¢culo, pero las historias, situaciones y personajes est¨¢n construidos con m¨¢s complejidad, no responden exclusivamente a un clich¨¦ vendible. Hay sentimiento, Bond ya no tiene todo tan claro, sugiere o muestra heridas que lleva dentro.
Si antes les bastaba con artesanos en posesi¨®n de discreto o notable oficio para dirigir la saga, a partir de las muy atractivas Casino Royale y Quantum of solace, el se?or que nos cuenta la vida o la supervivencia de Bond es un artista con ganas de experimentar en terrenos desconocidos. Se llama Sam Mendes y ha dirigido la ¨¦pica Camino de Perdici¨®n y la intensa, feroz y desoladora Revolutionary road.
Deslumbrante plano inicial
Mendes borda la inquietante Skyfall.Y Javier Bardem construye uno de los malvados m¨¢s brillantes que ha dado la saga. La parte final, con Bond regresando para buscar refugio a la solitaria mansi¨®n donde naci¨®, exorcizando sus viejos y torturadores fantasmas, sabiendo que puede ser el final para ¨¦l y su implacable jefa, la list¨ªsima y turbia M, tiene tanto de cine de acci¨®n como de tragedia griega.
Ese lado tenebroso no existe en Spectre, pero es m¨¢s agria que amable. Como en la admirable y alcoh¨®lica novela de Malcolm Lowry Bajo el volc¨¢n, Spectre comienza celebrando la parad¨®jica fiesta de el d¨ªa de los muertos. Cuernavaca era el escenario de Lowry. Sam Mendes lo sit¨²a en M¨¦xico DF. Y te deslumbra con un plano secuencia de seis o siete minutos. Si existe alg¨²n corte no se percibe, el Welles de Sed de mal o Alfred Hitchcock, maestro supremo del sentido visual, admirar¨ªan lo que hace Mendes con su c¨¢mara. Bond contin¨²a persiguiendo a trav¨¦s de Londres, Roma, T¨¢nger y el norte de ?frica a un cerebro del mal que dirige a una vieja y depredadora enemiga de Bond, la organizaci¨®n Spectra.
El ritmo vertiginoso que crea Mendes en dos horas y media que no fatigan huye de aturdir al espectador, le envuelve pero no a costa de marearle con la sobredosis de efectos especiales. Es una pel¨ªcula muy bien hecha. Exigirle m¨¢s virtudes ser¨ªa injusto. Es un entretenimiento muy digno. A m¨ª me engancha, aunque no me remueva fibras emocionales. Y no est¨¢ nada mal lo de olvidarte de la realidad mientras dura esta trepidante aventura.
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