El nihilismo y el mal
¡°He dedicado mi larga vida como adulto ¡ªla existencia que comienza despu¨¦s de los errores izquierdistas de todo joven que se precie¡ª a combatir el optimismo beato de los dogm¨¢ticos, de los idealistas, de los ide¨®logos dichosos que conf¨ªan en el progreso insoslayable de la Historia. He tratado de desbaratar la enga?osa benevolencia de los estafadores que prometen el para¨ªso en la tierra como en el cielo y nos llevan al infierno. He escrito dos docenas o m¨¢s de ensayos para sugerir al lector que observe el mal, que muestra en los sue?os m¨¢s seductores a los comedores de hombres m¨¢s feroces¡±. Lo escribi¨® Andr¨¦ Glucksmann, en su ¨²ltimo libro, Voltaire contraataca.Es el sentido de su vida de fil¨®sofo.
Formado en los a?os de la pasi¨®n pol¨ªtica, bajo el icono de Mayo del 68, el compromiso p¨²blico era inseparable de su hacer filos¨®fico. La pulsi¨®n militante nunca le abandon¨®, al servicio de todo lo que identificaba como causas por la libertad y contra la estupidez. Durante casi 40 a?os he tenido la suerte de pasar por su casa cada vez que he ido a Par¨ªs. Y con ¨¦l y con Fanfan, y con Raphael, he compartido mesa con rumanos, bosnios, chechenos, georgianos y otras gentes marcadas por el despotismo. En Voltaire contrataca, libra su ¨²ltima batalla para ayudar a salir del aturdimiento a los ciudadanos europeos, que se ¡°ponen a so?ar candados¡± y ¡°se embriagan de fatalismo barato¡±, ante el despertar de los pueblos miserables que han hecho saltar en pedazos ¡°el orden del universo en cuyo centro nos coloc¨¢bamos nosotros¡±.
La filosof¨ªa pol¨ªtica de Glucksmann podr¨ªa articularse entre dos categor¨ªas fundamentales: el nihilismo y el mal. El nihilismo es la destructora creencia de que todo es posible, que ha llevado a las peores pesadillas totalitarias. El miedo a ¡°hablar mal del mal¡±, una especie de temor reverencial instalado en Occidente, impide reconocer que el mal es el que funda, que podemos ponernos de acuerdo frente al mal, pero nunca en torno al bien. En nombre del bien se han cometido las peores atrocidades. En una de estas cenas, que siempre a?orar¨¦, me dijo: ¡°Ha sido m¨¢s importante la muerte del diablo que la muerte de Dios¡±. Fue la puerta que condujo a la tentaci¨®n de la inocencia.
Despu¨¦s de sus a?os de militancia izquierdista, Andr¨¦ Glucksmann desarroll¨® un discurso antitotalitario y contribuy¨® a hacer salir de la penumbra a los disidentes del Este. Luego emprendi¨® la deconstrucci¨®n de los mitos del progresismo. Cr¨ªtico con las ef¨ªmeras teor¨ªas del fin de la historia, dedic¨® alguno de sus mejores libres al nihilismo terrorista. Su activismo intelectual le llev¨® a defender la guerra de Irak, lo que nos sirvi¨® para aprender el valor de la amistad: superamos aquel trance sin un rasgu?o en la relaci¨®n personal.
Glucksmann nos deja como ¨²ltimo reto estas palabras: ¡°Frente a tanta ignorancia, frente a tantos miedos irracionales, frente al regreso de las infamias que cre¨ªamos enterradas, ciertas inyecciones de iluminaci¨®n volteriana pueden ayudarnos a reencontrar la lucidez y recuperar el contacto con la realidad¡±. Sugerencia ¨²til para afrontar las cuitas hispanas como el desconcierto europeo.
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