El negocio ¨ªntimo de la muerte
Los actores de 'El clan' relatan c¨®mo se enfrentaron a la historia de la familia Puccio


La familia. En teor¨ªa, no hay refugio m¨¢s seguro, ni amor m¨¢s imperecedero. Pocas sensaciones ofrece la vida como sentirse en casa, entre muros amigos. Ciertos familiares hasta comparten trabajo, con empresas que pasan de generaci¨®n en generaci¨®n, de padre a hijo. Los Puccio tambi¨¦n llevaban a cabo su labor gracias a la colaboraci¨®n de todo el clan. Arqu¨ªmedes dirig¨ªa el negocio. Sus hijos Alejandro y Daniel le ayudaban a convencer a los clientes. Su esposa, Epifan¨ªa ?ngeles Calvo, cocinaba y miraba para el otro lado. Solo as¨ª se explica - seg¨²n investigaciones y procesos- el infierno que ard¨ªa en los ochenta en casa Puccio. Porque Arqu¨ªmedes hablaba de ¡°trabajo¡± y de ¡°hu¨¦spedes¡± pero las verg¨¹enzas de las que se manch¨® junto con su familia no dan pie a interpretaciones: se llaman secuestro y asesinato.
As¨ª lo sentenciaron los jueces y as¨ª lo cuenta la pel¨ªcula El clan, de Pablo Trapero, que se estrena hoy en Espa?a. El filme, coproducido entre Argentina y la espa?ola El deseo, de los hermanos Almod¨®var, trae consigo varias bazas: ante todo la historia incre¨ªblemente real de una familia que aprovecha el paraguas del final de la dictadura para secuestrar, cobrar el rescate, eliminar al ¡°hu¨¦sped¡± y seguir adelante con su lista. El suceso es conocido de sobra en Argentina, donde sus heridas permanecen abiertas, pero bastante menos a este lado del charco. Adem¨¢s, Trapero se llev¨® el Le¨®n de Plata al mejor director del ¨²ltimo festival de Venecia. Y, aparte del jurado del certamen, la pel¨ªcula tambi¨¦n entusiasm¨® al p¨²blico: es la segunda obra nacional m¨¢s vista de la historia de Argentina, tras Relatos Salvajes.
¡°Es una tem¨¢tica muy dura y llevarla a la pantalla no fue una tarea sencilla. Se habl¨® mucho, se investig¨® mucho, nos reunimos con los jueces que investigaron la causa¡±, defend¨ªa en Venecia Guillermo Francella, estrella habitualmente c¨®mica de teatro, cine y televisi¨®n argentina, que aqu¨ª se mide con el reto de interpretar al paterfamilias criminal Arqu¨ªmedes. Se trata, al fin y al cabo, de revivir una de las p¨¢ginas m¨¢s sangrientas de la dictadura. ¡°Esa ¨¦poca fue execrable y su memoria no se olvida. Agarramos la democracia para no soltarla nunca m¨¢s. Recuerdo que durante el Mundial de f¨²tbol del 78 [que Argentina gan¨®] a los j¨®venes las noticias que llegaban sobre secuestros y desaparecidos nos parec¨ªan propaganda para aguarnos el triunfo. Fuimos imb¨¦ciles¡±, a?ade Francella. ¡°La democracia es lo mejor que le ha pasado a la Argentina quiz¨¢s en toda su vida¡±, agrega Peter Lanzani, que interpreta a Alejandro en la pel¨ªcula.
Ambos relatan que el equipo de El clan intent¨® entrevistarse con los supervivientes de los Puccio, aunque entre fallecidos, exiliados y los que directamente no quisieron, la tarea result¨® imposible. A saber qu¨¦ habr¨ªan sacado de esas charlas: en una casa donde entraban v¨ªctimas y sal¨ªan muertos, el mea culpa nunca fue el bienvenido. Ni Arqu¨ªmedes ni Alejandro admitieron jam¨¢s sus cr¨ªmenes. Sin embargo, la justicia lo tuvo muy claro: ambos fueron condenados a cadena perpetua. Exvicec¨®nsul con conocimientos y protecci¨®n en las altas esferas de la dictadura, Arqu¨ªmedes fue considerado el l¨ªder y manipulador de la empresa familiar. Seg¨²n Francella, ¡°cuando lleg¨® la democracia estos tipos no sab¨ªan qu¨¦ m¨¢s hacer. Si eran asesinos segu¨ªan si¨¦ndolos, y ¨¦l continu¨® por ambici¨®n personal y por dinero¡±.
M¨¢s interrogantes suscitan en cambio los dem¨¢s, empezando por Alejandro. Joven amado por sus amigos, estrella del equipo de rugby CASI, ?fue arrastrado a la vor¨¢gine por Arqu¨ªmedes o por su propia voluntad? ¡°Hab¨ªa una falta de personalidad enorme en ¨¦l. No termina de desarrollarla bien como para decir ¡®no¡±, asegura Lanzani, que charl¨® con varios de sus amigos: ¡°El gran comentario es que era buena persona. Aunque hoy nadie ya pone la mano en el fuego por ¨¦l¡±. ¡°Nunca entendimos bien por qu¨¦ lo hicieron, pero no se trata solo del mandato paterno. Nada de lo que ocurr¨ªa en esa casa pod¨ªa ser ignorado por parte de la familia¡±, tercia Francella.
Desde luego, no pudieron no ver a Ricardo Manoukian, el joven que el 22 de julio de 1982 fue arrastrado a casa Puccio y encerrado a la espera del rescate. Su familia pag¨® 250.000 d¨®lares para recuperarle, pero una semana despu¨¦s Manoukian recibi¨® tres disparos en la cabeza. Nac¨ªa el escalofriante modus operandi del clan. Su sed de sangre y dinero se cobr¨® otras dos vidas, antes de un desenlace que aqu¨ª no se contar¨¢ por razones de spoiler pero que est¨¢ en las sentencias, los peri¨®dicos y las p¨¢ginas m¨¢s tristes de la historia argentina. El ¨²nico Puccio que se salv¨® fue Guillermo, el pen¨²ltimo de los cinco hijos: cuando intuy¨® lo que pasaba en su casa, se larg¨® a Australia y borr¨® su rastro. Treinta a?os despu¨¦s, su paradero sigue desconocido.
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