Vivir en tiempos difuntos

En M¨¦xico hoy, como en Espa?a en tiempos olvidados, en la noche de Todos los Santos se convida a los muertos queridos a compartir el plato que m¨¢s les gust¨® en vida. Diana Magall¨®n, actriz, prende una velita, por si alg¨²n difunto que no tiene qui¨¦n le recuerde necesita orientarse en su viaje de vuelta anual. Mientras nos lo cuenta, Mari Carmen Ruiz, hija de emigrantes gaditanos, culmina un sofrito para esas alubias con chorizo (receta heredada de su abuela) que tanto hac¨ªan brillar la mirada declinante de su padre. A Jos¨¦ Rafael Flores le cuesta entristecerse cuando piensa en su mam¨¢, quiz¨¢ por las muchas lecciones que esta le dio a su hermano, entre sopapo y sopapo.

Cuando todos pensaban que hab¨ªamos desaparecido, teatro documento, espect¨¢culo testimonial y experiencia vital gozosa, celebra la vida y reivindica la memoria, por derecho y sin ret¨®ricas. En su curso, hablan Federico Garc¨ªa Lorca y Pedro Mu?oz Seca, reci¨¦n fusilados (por ese orden, por gente de orden y en medio del desorden); mujeres aniquiladas por sus maridos o por narcotraficantes; los exiliados de la Guerra de Espa?a, y los desaparecidos: "Somos l¨ªderes en desaparecidos, despu¨¦s de Camboya", recuerda Jorge Yamam Serrano. Y se desgranan datos relevantes, y cifras oportunas: "Uno de cada cuatro ni?os catalanes es pobre", recuerda el actor catal¨¢n. "En Ciudad de M¨¦xico, un mill¨®n y medio de ni?os duerme en la calle", le replica el int¨¦rprete mexicano, durante un crescendo en el que c¨®micos de las dos orillas se arrojan a la cabeza con virulencia las pruebas del abuso de quienes todo lo quieren sobre quienes poco pueden. "Aqu¨ª, pagar una vivienda es una esclavitud". ¨CAll¨ª es imposible. "C¨¢llate, que t¨² puedes venir y yo no puedo viajar a M¨¦xico".

A la palabra siguiente, unos y otros llegan a las manos, prueba de cu¨¢n f¨¢cilmente comienza una guerra fratricida. En medio de los golpes, Diego Paqu¨¦ rasga su guitarra con furia y se arranca con un canto hondo que separa a los contendientes como la mano de Yavh¨¦ las aguas. Apaciguados los ¨¢nimos, vuelven el fuego a los peroles y Flores a evocar a una t¨ªa suya que cocinaba enjoyada, sin delantal y sin macular su ropa de calle.

?Qu¨¦ grandes narradores de cosas ciertas! A estas alturas, el p¨²blico ha re¨ªdo, ha llorado y no sabe ya si la l¨¢grima que lleva puesta brot¨® con la pena o con la carcajada. Discretamente, dentro de un ciclo de teatro americano en lengua espa?ola, lleg¨® anoche a la nave Max Aub de Matadero esta muestra preciosa de teatro bajo la arena, que toma el pulso a la vida, abre las puertas del escenario para que entre el aire de la calle y vuelve a abrirlas al final, para que salgamos con los actores a compartir platos y pareceres bajo las estrellas de este oto?o templado. Gran trabajo, conmovedor y removedor, tambi¨¦n de Cristina G¨¢miz (voz y fogones) y de Dami¨¢n Cervantes, batuta de la compa?¨ªa Vaca 35.