¡°Soy un cantante serio, no en serie¡±
El bar¨ªtono se sube el lunes al escenario del Teatro Real de Madrid para interpretar a Rigoletto
Cuando Leo Nucci pise de nuevo el lunes el escenario del Teatro Real, a sus 73 a?os, se habr¨¢ puesto ante el p¨²blico la joroba de Rigoletto 513 veces. ?El r¨¦cord de toda una vida? En su caso, otro m¨¢s. No existe cantante en activo que haya encarnado al protagonista de la ¨®pera hom¨®nima de Verdi en tantas ocasiones. ¡°Contando representaciones y no ensayos generales, como hacen algunos, no creo que exista nadie¡±, dice.
Pocos habr¨¢ tambi¨¦n que hayan superado m¨¢s de 3.000 verdis y a los que los aficionados les hayan pedido tama?a cantidad de bises. De hecho, Nucci fue, hasta que apareci¨® la temporada pasada el tenor mexicano Javier Camarena, el primer cantante a quien el p¨²blico del Real exigi¨® una repetici¨®n desde la reinauguraci¨®n del teatro en 1997. La enorme ovaci¨®n, aquella jaur¨ªa de bravos, le obligaron a ello, precisamente con el mismo papel que repite ahora, durante la temporada 2008. Fue mientras cantaba con la soprano Patricia Scioffi. ¡°A ver qu¨¦ pasa a partir del lunes¡±, comenta Nucci en una entrevista con EL PA?S, que llega a Madrid de nuevo a por todas.
Pero no son estas marcas propias de un tit¨¢n l¨ªrico lo que provoca m¨¢s orgullo en el bar¨ªtono italiano: ¡°Mi mayor r¨¦cord consiste en no haber ido nunca, jam¨¢s, al otorrinolaring¨®logo¡±. Lo asegura quien lleva cerca de medio siglo encima de los escenarios y no baja el pist¨®n. ¡°Ahora no hago m¨¢s que encontrarme con cantantes mucho m¨¢s j¨®venes que viajan con foniatra. A m¨ª esto no solo me parece una locura, creo que se trata de una imbecilidad. ?Con may¨²sculas!¡±, enfatiza.
Nucci pertenece a la estirpe de los bar¨ªtonos verdianos con arrebatadora presencia esc¨¦nica y un chorro de voz constantemente matizado por la sabia psicolog¨ªa que el compositor otorga a sus personajes. Una raza, no maldita, que dir¨ªa el turbio, atormentado, sinuoso buf¨®n de Mantua, sino bendecida por el talento a?ejo de los que se consideran una casta aparte.
Son cantantes del pasado, la raza de Alfredo Kraus, con quien Nucci cant¨® varias veces, o de Carlo Bergonzi. ¡°Ellos han sido el modelo para mi carrera. Si no c¨®mo cree que iba a estar a mi edad todav¨ªa cantando. La raz¨®n es muy sencilla: porque no me pongo a interpretar a Mozart por la ma?ana y hago Tosca, de Puccini, por la tarde. As¨ª, algunos cumplimos 50 a?os de carrera mientras otros, a los 50 de edad, ya tienen que retirarse¡±, destaca.
Tambi¨¦n influye la gen¨¦tica, desde luego. En esto de la ¨®pera, existen superhombres, pero son excepciones. La clave reside en saber medir las fuerzas y en elegir bien el repertorio. Nucci lo ha logrado especializ¨¢ndose en Verdi y los compositores veristas, con alguna incursi¨®n dentro del bel canto. Se trata de una elecci¨®n, moral, est¨¦tica, biol¨®gica, tambi¨¦n. Y la ¨²nica manera de evitar algo que, seg¨²n este bar¨ªtono marcado por la franqueza, se produce en la actualidad: ¡°Nosotros, quienes nos plante¨¢bamos la carrera como mis maestros, somos cantantes serios, no cantantes en serie, ?me entiende?". Perfectamente¡ ¡°Soy malo, ?no cree? Tampoco piense que digo todo esto en broma. Es la verdad¡±.
Kraus o Bergonzi han sido el modelo para mi carrera
As¨ª ha logrado que no haya habido papel que se le tuerza, ni reto, dentro de la l¨®gica, que le quede grande. La historia de Nucci con Rigoletto comenz¨® un 10 de mayo de 1973. Muchos creen que para afrontar el papel del padre amante y sobreprotector de una hija a la que el duque de Mantua quiere convertir en presa sexual, hay que conocer a fondo la experiencia de tener hijos. Incluso, hijas, para afinar el tiro. La devoci¨®n, los dobles planos, la luz y las tinieblas que Verdi imprime al protagonista de esta obra maestra representan un culmen universal de la complejidad genialmente resuelta.
En el caso de Nucci, aquella primera vez cerraba un tri¨¢ngulo. Adriana Anelli, su esposa, cantaba a su lado y estaba embarazada de su hija, Cinzia. ¡°No le pusimos de nombre Gilda [la hija de Rigoletto], aunque muchos me lo han echado en cara alguna vez. Pero no es cuesti¨®n de llevar hasta ese l¨ªmite la frontera entre la vida y el teatro¡±.
Se trata del personaje que m¨¢s le intriga y le hace disfrutar. ¡°A pesar de haberlo abordado m¨¢s de 500 veces, no he vivido noche que se parezca. Su inicio de padre amante, su final de hombre retorcido, que urde su venganza, el dolor, la decisi¨®n de matar a un hombre... Lo analizo como ser humano y me siento actor en su piel, m¨¢s que cantante. No me concentro en las notas musicales, sino en su evoluci¨®n psicol¨®gica. Ser padre es importante para abordarlo, pero ahora tengo dos nietos y tambi¨¦n crece dentro de m¨ª y se transforma con sensaciones diferentes¡±.
Hay que vencer a los que han prostituido este mundo
Muera la rutina puede resultar una buena lecci¨®n en su vida, un atinado lema para Nucci. ¡°Esta existencia es cortita, ?no?¡±. Verdi ayuda: ¡°Hablamos del gran compositor universal. Se aleja del intelecto para dirigirse directamente a nuestras emociones¡±.
Aun as¨ª, requiere su estilo, su maestr¨ªa, la que le saben proporcionar cantantes especiales. Como Kraus, a quien Nucci no deja de citar: ¡°El otro d¨ªa, en Marsella, me hicieron una cr¨ªtica en la que comparaban nuestra manera de afrontar la carrera. Los dos hemos durado muchos a?os sobre los escenarios, ¨¦l como tenor, yo como bar¨ªtono. No s¨®lo se trata de perfeccionar la t¨¦cnica. Eso est¨¢ bien. Hay que tomarse muy a pecho y con seriedad este mundo. No hemos llegado hasta aqu¨ª s¨®lo para exhibirnos, mucho menos por vanidad, sino por amor a la m¨²sica¡±.
Por eso, considera crucial luchar contra la amenazante superficialidad que ensombrece lo esencial, ¡°conseguir vencer a aquellos que han prostituido hasta tal punto este mundo que han hecho creer a la gente que el aria Nessun dorma, de Turandot ?es un bolero de Pavarotti! ?Por Dios!¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.