Manuel Rivas: ¡°Espa?a es una democracia amputada¡±
'El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova', del autor gallego, narra la posguerra y la Transici¨®n en Espa?a a trav¨¦s de la vida en una librer¨ªa condenada al cierre
"All¨ª es donde quemaron libros en el 36¡±, dice Manuel Rivas se?alando al otro lado de la d¨¢rsena de A Coru?a. En su novela Los libros arden mal hay una foto de ese momento: un grupo de fascistas celebra brazo en alto la hoguera encendida junto al Club N¨¢utico. Muchos coru?eses conocieron aquel episodio por esa novela. ¡°En el escudo de Coru?a, sobre la Torre de H¨¦rcules, hab¨ªa tradicionalmente un libro¡±, explica el escritor, nacido en el barrio de Monte Alto en 1957. ¡°Lo quitaron despu¨¦s de la Guerra Civil. La democracia volvi¨®, pero el libro no¡±. Si aquella novela de 2006 hablaba de la quema de bibliotecas, El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova (Xerais en gallego, Alfaguara en castellano) narra ahora la amenaza de desahucio que pende sobre una librer¨ªa.
PREGUNTA. ?Quedaban libros por destruir o historias por contar?
RESPUESTA. Yo escribo en c¨ªrculos conc¨¦ntricos. Los libros no son cuadr¨ªculas ni propiedades separadas. En mi caso, la c¨¦lula madre es la poes¨ªa. En los ochenta escrib¨ª un poema sobre la memoria ?¡ª¡®Pan negro¡¯¡ª y ah¨ª est¨¢ la semilla. Despu¨¦s vinieron La lengua de las mariposas, El l¨¢piz del carpintero, Los libros arden mal y ahora este, que parte de la posguerra y llega hasta hoy. Siempre tengo la sensaci¨®n de que cuando acabo un libro no se acaba la historia. Como en ese cuadro de Millet en el que las espigadoras recogen lo que quedaba debajo de la tierra despu¨¦s de la cosecha, cuando terminas una novela quedan granos que luego rebrotan. Son nuevos c¨ªrculos con la misma simiente, no una prolongaci¨®n. Salvo en la l¨ªnea del horizonte, la recta es un atraso. Hay que romperla.
P. ?Los c¨ªrculos de la literatura pueden llenar los vac¨ªos que deja la historia?
R. En parte s¨ª. Hay incluso un camino paralelo entre la literatura y la arqueolog¨ªa. Vas encontrando signos y huellas que conectas hasta construir un relato. Hay un punto que los arque¨®logos llaman l¨ªnea de lo inaccesible. La historia no se detiene, pero los ¨²ltimos restos suelen ser ceniza, producto de una destrucci¨®n o de un fuego. La excavaci¨®n se detiene, pero la imaginaci¨®n puede traspasar esa l¨ªnea, ir m¨¢s all¨¢ de la b¨²squeda hist¨®rica sin perder el principio de realidad. Ese traspasar lo inaccesible es lo propio de la literatura.
P. ?Llegar¨¢ un d¨ªa en que las librer¨ªas ser¨¢n historia y habr¨¢ que imaginarlas?
R. De las ¨²ltimas historias que le¨ª y que me conmocionaron porque coincidi¨® con la muerte de Mankell, hay una en sus memorias del c¨¢ncer, Arenas movedizas, que cuenta algo muy inquietante para la especie humana. Hasta el siglo XX, los restos hist¨®ricos eran monumentos m¨¢s o menos ruinosos, pero lo que va a dejar nuestra generaci¨®n no va a tener fin: los vertidos radiactivos. Dentro de 100.000 a?os, los arque¨®logos pueden encontrarse con una pesadilla. Pero en el mismo libro se recoge otra historia. Un hallazgo imprevisto durante unas obras en Suecia: una osamenta que ten¨ªa al lado una figura de madera. Llegaron a la conclusi¨®n de que era un t¨ªtere. Claro que el ser humano va a conservar el t¨ªtere. Estoy convencido¡. Bueno, ¡°estoy convencido¡± [r¨ªe] es una forma de empezar. Claro que va a haber un lugar como lo que hoy llamamos librer¨ªas. ?C¨®mo ser¨¢n? Eso para el pr¨®ximo libro. Mira, es buena idea. Hay gente que nunca ha entrado en una librer¨ªa.
Parte del viaje literario consiste en luchar contra tus convenciones, contra tu propia estupidez
P. ?Recuerda la primera vez que entr¨® en una?
R. S¨ª, se llamaba La Poes¨ªa. Luego nos acercamos por all¨ª. Est¨¢ cerrada, pero conserva algo. Cada vez que paso por ah¨ª pienso: ¡°?Por qu¨¦ no me hago librero?, ?por qu¨¦ no abro La Poes¨ªa?¡±. Tengo una especie de culpa. En casa no hab¨ªa libros y le compramos uno a mi madre. Siempre se le regalaba algo para la casa ¡ªuna fregona, una cafetera¡ª y mi hermana Mar¨ªa, que era la vanguardia, dijo que le compr¨¢ramos uno porque en la ni?ez mi madre hab¨ªa le¨ªdo mucho. Por casualidad. Muri¨® mi abuela y mi abuelo se qued¨® con 10 hijos. Era campesino, viv¨ªa al lado de la casa rectoral y una sobrina del cura medio adopt¨® a mi madre, que sub¨ªa al desv¨¢n y se pasaba el d¨ªa leyendo vidas de santos, que es lo que hab¨ªa, pero tambi¨¦n estaban los poemas de Rosal¨ªa. El primer libro de mi vida fue o¨ªr a mi madre recitar a Rosal¨ªa. Ella era la boca de la literatura. Total, que nos fuimos a La Poes¨ªa y vimos un libro que coincid¨ªa bien con el presupuesto. Era un tocho; mucho mejor, un regalo m¨¢s grande. Se titulaba Cinco mil a?os de historia. Mi madre lo abri¨® y, bueno, asom¨® de una l¨¢grima. Nunca tuve miedo de entrar en las librer¨ªas. Si vamos es porque hay gente con la que nos gusta estar, no solo por los libros, aunque los libros tambi¨¦n son gente.
P. ?Por qu¨¦ ir a una librer¨ªa si puedes comprar por Internet?
R. Si desaparece el factor humano en los intercambios ¡ªy una librer¨ªa es un lugar donde alguien que te da el libro con la mano¡ª, tambi¨¦n va a desaparecer lo humano en el libro. Tal vez es demasiado determinista, pero hay parte de raz¨®n. La ciudad existe porque existen librer¨ªas, el taller de bicicletas, las tabernas¡ En Coru?a abrieron un centro comercial. La gente se sentaba all¨ª porque llueve. Pensaron: ¡°Si se sientan, no compran¡±. Quitaron los bancos y la gente se sentaba en las fuentes, as¨ª que pusieron unos hierros. En los libros te puedes sentar siempre. La literatura es resistencia, una intervenci¨®n contra la realidad. Una vez existi¨® esa idea de las vanguardias de que pod¨ªas cambiar el mundo pintando, cantando, bailando. Lo in¨²til pod¨ªa influir en lo ¨²til, cambiar la vida. Ahora se perdi¨® eso. Hubo una renuncia. Asumimos el discurso de lo ¨²til. ¡°Vuestra utilidad es el entretenimiento¡±, nos dicen. ¡°Dedicaos a eso¡±. Pero uno sabe que hay libros que le han cambiado la forma de mirar, y eso tambi¨¦n es cambiar la realidad, ?no? Aunque sea por un instante, en un tris. Un tris vale mucho.
P. El librero de su novela se identificaba de joven con David Bowie. ?Alg¨²n m¨²sico le influy¨® tanto como Rosal¨ªa de Castro?
R. El salto de las falsas fronteras entre alta y baja cultura lo vivimos a trav¨¦s de la m¨²sica. La poes¨ªa estaba pasada de moda, pero segu¨ªa en las letras de las canciones. Estuve muy colgado con Dylan, con la Velvet, con Joy Division, con Patti Smith. Creo que no met¨ª a Patti Smith en el libro porque me quise quedar con ella.
P. ?Cabe la poes¨ªa en una novela?
R. Toda escritura es po¨¦tica porque el lenguaje se pone o no se pone en vilo. Hay palabras que alcanzan esta condici¨®n. La lengua se pone en otro tiempo, que no es pasado ni futuro, sino otro tiempo. Esta novela tiene una hermana transg¨¦nero que es este libro [saca de la cartera A boca da terra, un poemario publicado en verano por Xerais]. Son hermanos siameses.
P. En sus libros de cuentos inclu¨ªa poemas.
R. Empec¨¦ por ah¨ª. Recuerdo estar escribiendo lo que a m¨ª me parec¨ªan poemas en clase de matem¨¢ticas, con un profe muy serio. Pas¨® a mi lado y vio que en medio de las cifras hab¨ªa unos bichos. Me agarr¨® la libreta. Pensaba que me iba a echar una bronca. Cuando me la devolvi¨® dijo: ¡°?Por qu¨¦ siempre escriben ustedes cosas tan tristes?¡±. Pens¨¦: ¡°As¨ª que soy de una especie de club de los tristes¡±. Aquello me vino bien porque se dio en m¨ª una reacci¨®n que es la marca moderna de la literatura: la iron¨ªa. Reaccionar contra el estigma de triste me activ¨® el lado ir¨®nico. Otro detector de la literatura es que es una creaci¨®n que no quiere dominar. La diferencia con otros discursos ?¡ªla filosof¨ªa, la historia¡ª es que no te quiere dominar. Cuando te quiere dominar notas que pasa algo raro, que est¨¢ intoxicada.
P. ?Mantiene activa la iron¨ªa para no convertirse en escritor nacional de Galicia?
R. Total. Caes en la caricatura si te consideras el s¨ªmbolo de algo. Lo m¨¢s triste que le puede pasar a un escritor es que lo conviertan en un monumento, dec¨ªa Cort¨¢zar. Parte del viaje literario consiste en luchar contra tus convenciones, contra tu propia estupidez. Eso no quita que la literatura tenga una dimensi¨®n de activismo, pero no puede caer en la condici¨®n de instrumental. Acabar¨ªamos mat¨¢ndola. Eso s¨ª, todo lo que escribes te va a comprometer.
P. Sus protagonistas son muchas veces v¨ªctimas de la historia. ?No se corre el riesgo de embellecer la derrota?
R. Por supuesto, por eso es importante ense?ar lo que cada uno tiene de contradictorio. De cada personaje sabes a trav¨¦s de otro. Me lo dijeron de El l¨¢piz del carpintero: los buenos son muy buenos, y los malos, muy malos. No lo creo. Precisamente para evitarlo le di la voz del narrador al verdugo. Pero es un riesgo. Por eso no me gustan los cuadrados. Estamos habitados por varios seres. En esta novela, a uno que es muy estudioso su hijo lo ve como un cobarde. Somos tambaleantes, fr¨¢giles. Escribir es estar en una posici¨®n de fragilidad.
Nuestra serie negra, esa que dicen que no hemos tenido, est¨¢ en los libros de la Guerra Civil. La diferencia es que aqu¨ª la mafia ocupaba el Estado.
P. Parte de la novela transcurre durante los funerales de Franco y es cr¨ªtica con lo que vino despu¨¦s.
R. Espa?a es una democracia amputada. Ya no tiene sentido discutir qui¨¦n deb¨ªa haber ido a la c¨¢rcel, pero la gente debe saber que un torturador como Billy el Ni?o sigue campando y que nunca hubo una comisi¨®n de la verdad. Hemos visto en televisi¨®n campos de concentraci¨®n nazis, pero no franquistas, que hubo. Puedes acceder a documentos de EE UU, pero a los de aqu¨ª no. A lo que no podemos renunciar es a la verdad. Nunca es tarde. Nuestra serie negra, esa que dicen que no hemos tenido, est¨¢ en los libros de la Guerra Civil. La diferencia es que aqu¨ª la mafia, la organizaci¨®n criminal, ocupaba el Estado.
P. Cuando termina la dictadura en Espa?a empieza en Argentina, tambi¨¦n muy presente en este libro.
R. La Operaci¨®n C¨®ndor se prepar¨® en el funeral de Franco. Adem¨¢s, para m¨ª fue muy importante escribir la historia de la aniquilaci¨®n de la familia Oesterheld [¡°El desaparecido HGO¡±, recogido en A cuerpo abierto]. Les mataron las cuatro hijas sucesivamente. Ten¨ªan 24, 23, 19 y 18 a?os, alguna embarazada. A H¨¦ctor Germ¨¢n Oesterheld todos lo adoraban, y no solo como guionista de los c¨®mics de El Eternauta. Lo desaparecieron. Quedan dos nietos y la abuela, Elsa, que se preguntaba por qu¨¦ segu¨ªa viva. La novela est¨¢ dedicada a ella.
La Poes¨ªa sigue cerrada en la calle San Andr¨¦s. Rivas repara en que adem¨¢s han borrado el r¨®tulo de la librer¨ªa: ¡°Mala se?al¡±.
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