¡°Ma?ana ya habr¨¦ cambiado de opini¨®n¡±
El cantautor debuta como novelista con 'Espa?a de mierda' (Roca Editorial)
Como ¨¦l mismo intuye, cuando esta entrevista con Albert Pla (Sabadell, 1966) llegue a sus manos, querido lector, ya no tendr¨¢ vigencia. ?l ya habr¨¢ cambiado de forma de pensar y sentir. Pero hab¨ªa que intentarlo. Pla debuta como novelista con Espa?a de mierda (Roca Editorial). Ha terminado su prueba de sonido antes de actuar en la sala Galileo de Madrid. Arranca la ?entrevista?
Pregunta. ?Qu¨¦ se le ha perdido en un g¨¦nero supuestamente estructurado como la novela?
Respuesta. Me puse un d¨ªa, una letra me llev¨® a la otra y... Claro, puedes hacer muchas cosas. Por ejemplo, a m¨ª me hubiera gustado hacer un espect¨¢culo sobre Leonardo da Vinci. Y otro sobre un t¨ªo que se convierte en pez. Otro sobre un virus que ataca a toda una poblaci¨®n¡ pero como tienes tantas ideas¡ bah, intent¨¦ buscar como un hilo conductor y nada, me puse a escribir.
P. ?Y c¨®mo se le qued¨® el cuerpo cuando vio el primer ejemplar, cuando vio que en vez de sus deseos de libro ya hab¨ªa un libro?
R. No se me qued¨® de ninguna manera.
P. Se la sopla.
R. Noooo, me gusta que haya salido, as¨ª me lo he quitado de encima.
P. No habr¨ªa que darle tanta solemnidad a esto de publicar una novela, ?no? En la literatura espa?ola ya hay demasiados profesionales de la solemnidad.
R. A ver, yo a esto siempre lo llam¨¦ librito, no novela. Lo escrib¨ª estando de vacaciones en Uruguay, de pie, con ni?os por ah¨ª, con amigos, que si ¡°mira esto y aquello¡± y ¡°jajaja¡±, en dos meses¡
P. ?Le sali¨® de corrido? ?Puede decirse que la eruct¨®?
R. No, tuve que parar, parar para no seguir¡ porque se te van ocurriendo tantas cosas que¡ y luego hay que repasar, corregir.
P. En la mesa de escritura se puede parar. En el escenario, no. ?Se parecen en algo o son mundos antag¨®nicos? ?Puede sentirse la misma soledad en los dos?
Lo peor es cuando alguien tiene raz¨®n; ?por tenerla no me vas a matar, hostia!
R. Es que cuando act¨²as solo nunca te equivocas. Es imposible.
P. Porque solo rindes cuentas a ti mismo, solo eso.
R. Claro. Es m¨¢s, los imprevistos en el escenario son divertidos. A m¨ª es que salir al escenario no¡ no me produce ni nervios extras antes ni satisfacciones extras despu¨¦s. Salgo, paso el rato y me voy.
P. Qu¨¦ pocas cosas sorprenden ya. Usted s¨ª. Su novela tambi¨¦n. Es salvaje y divertida.
R. No s¨¦.
P. ?Le preocupa que haya quien diga ¡°y este intruso, qu¨¦ hace escribiendo libros?¡±.
R. Yo siempre fui un intruso. Nunca fui ni el t¨ªpico cantautor catal¨¢n ni s¨¦ nada de rumba, pero mira, he tocado hasta con flamencos que me han dicho ¡°?venga, dale!¡± y hala, yo ni puta idea, y he hecho teatro con los mejores directores y los mejores actores y tampoco ni puta idea. Siempre me he sentido un intruso. Pero a todo el mundo le pasa lo mismo, creo. No soy ¨²nico en eso.
P. Hay gente que opina de todo y todo el rato, tod¨®logos que solo meten ruido, ?no cree? ?No hay demasiado ruido ah¨ª fuera?
R. La verdad es que s¨ª. Pero ignoro bastante a toda esa gente. Es todo muy invasivo. Pero yo tampoco he sido nunca muy hablador, ?eh? Por ejemplo, los m¨²sicos, por mucho que te hablen, descubres de verdad lo que dicen cuando empiezan a tocar.
P. La diferencia entre si eres ¡°no muy hablador¡± o ¡°tod¨®logo del ruido¡± se nota, por ejemplo, en c¨®mo se siente uno en las fiestas¡
R. Pero yo, en las fiestas, soy de esos a los que les comen la oreja. Pero en las entrevistas pasa un poco tambi¨¦n, ?eh?
P. ?Eh?
R. S¨ª, pues que mis opiniones en un momento dado parece que sean m¨ªas y eternas, como si yo no pudiera cambiar de opini¨®n o de estado de ¨¢nimo al d¨ªa siguiente. Es que yo nunca me...
P¡ nunca se reconoce en las entrevistas.
R. No, ma?ana ya he cambiado de opini¨®n. El hombre, cuando no tiene raz¨®n, es una putada. Pero lo peor es cuando la gente tiene raz¨®n. ?Vale, tienes raz¨®n, t¨² ganas! ?y qu¨¦? Porque tengas la raz¨®n no me vas a matar, hostia. La puedes tener hoy y ma?ana no.
P. Quiere decir que las verdades de hoy a las ocho y diez en esta mesa, entre usted y yo, no son las mismas de ma?ana.
R. Es que hay gente que es m¨¢s papista que el Papa.
P. Los llamados medios de comunicaci¨®n de masas ¡ªaunque cada vez con menos masa¡ª ?tienen culpa en todo esto?
R. Cada uno se gana la vida como puede. Yo, los medios, pues no. Puedo vivir sin ese l¨ªo, porque s¨¦ que es un l¨ªo. Me da grima.
P. ?Eso siempre fue as¨ª o en alg¨²n momento le¨ªa peri¨®dicos, ve¨ªa la tele?
R. No, nunca he sido muy seguidor, me he perdido muchos presidentes del Gobierno, y eso. Yo no me acuerdo qui¨¦n era presidente del Gobierno cuando me di mi primer beso.
?Bataclan? Mientras haya armas, se usar¨¢n; y si no, que dejen de fabricarlas
P. Pero s¨ª se acordar¨¢ del beso¡
R. S¨ª. Tampoco me acuerdo de si entonces ten¨ªa dinero o no. Hay personas que s¨ª, que se acuerdan de qui¨¦n era el ministro de Econom¨ªa cuando fueron de viaje a Segovia. Yo no creo que la sociedad sea tan importante.
P. ?C¨®mo, la sociedad?
R. Claro que hay que organizarnos un poco, pero hostia, d¨¦jame vivir, no hace falta que estemos 24 horas pendientes de todo¡
P. Uno tiene a veces la tentaci¨®n, y leyendo su libro se acrecienta, de creer que la m¨²sica profesional ¡ªgiras, ensayos, grabaciones, fans¡¡ª debe de ser un guateque sin fin. Sospecho que es puro prejuicio y desconocimiento.
R. Pues no s¨¦, yo soy muy puntual, limpio, aseado, no grito, llego el primero y me voy el ¨²ltimo¡ el recorrido que sale en el libro, yo este a?o me lo he hecho tres veces. Y llevo veinte a?os. Si no te lo tomas con calma, no se puede.
P. Oiga, en la novela se habla de un atentado con bomba en una sala de conciertos, con muchos muertos. ?Qu¨¦ pens¨® cuando se enter¨® de lo de Bataclan?
R. Me parece l¨®gico. Mientras haya armas habr¨¢ gente que las utilizar¨¢. Para eso sirven, ?no?, para matar. Y si en esas estamos¡ si se trata de matarnos, pues nos matamos. Y si no, que dejen de fabricarlas. Si hay armas, se usan. Igual que las guitarras.
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