Mi lectura de ¡®Memorias del Cigarral¡¯
El libro de Gregorio Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis evoca una experiencia est¨¦tica y un ejercicio c¨ªvico, poderosos argumentos contra la intolerancia
El t¨ªtulo ya nos avisa de que no es un cigarral cualquiera, es el Cigarral. Del Cigarral de Menores todos sabemos algo, al menos que es famoso, porque el doctor Mara?¨®n tra¨ªa a este espacio toledano personas singulares.
De la singularidad del Cigarral, de su cuerpo y de su alma, trata esta obra, que va m¨¢s all¨¢ de unas memorias.
El libro es un estudio polif¨®nico de un lugar que acumula memoria. Nos revela la geograf¨ªa f¨ªsica de un sitio privilegiado con Toledo al fondo, al que ya Tirso de Molina describi¨® como un espacio apacible con un jard¨ªn, ¡°pedazo del de Ad¨¢n, que es la envidia de los sitios m¨¢s soberbios¡±. Nos informa sobre una geograf¨ªa humana que abarca varios siglos y tiene diversos puntos culminantes relacionados con las peripecias vitales del fundador, Jer¨®nimo de Miranda (siglos XVI-XVII), y del doctor Mara?¨®n (siglo XX); entre ambos, transcurren dos siglos como convento y casi otro en diversas manos tras la desamortizaci¨®n; en el presente, el Cigarral sigue acrecentando sus vivencias. A la geograf¨ªa f¨ªsica y humana se le puede a?adir tambi¨¦n una geograf¨ªa ¨¦tica, pues de la lectura en profundidad del libro se extraen lecciones que gravitan sobre el lugar, sobre el tiempo y sobre las acciones que suceden; estas lecciones tienen que ver con conceptos tan toledanos como la tolerancia, la convivencia y el di¨¢logo en su sentido m¨¢s aut¨¦ntico, que es el hablar y el escuchar, con especial hincapi¨¦ en el escuchar. Quiz¨¢ los mismos sonidos del cigarral, tan naturales, crean un silencio pl¨¢cido tan necesario para fomentar la escucha.
Se suele afirmar que ¡°todo lo que se escribe con pasi¨®n se lee con gran inter¨¦s¡±. Memorias del Cigarral es evidente que est¨¢ escrito con pasi¨®n; as¨ª lo ha dicho el autor en alguna ocasi¨®n. En mi lectura encuentro que hay pasi¨®n por la historia y por la peripecia de la familia Mara?¨®n, una parte muy interesante en la que se mezclan la objetividad de los datos documentales, la tradici¨®n oral, lo que el autor ha ido extrayendo de las conversaciones con unos y con otros; es patente la presencia de los recuerdos y la emoci¨®n con la que se cuentan, especialmente, como es el caso del autor, cuando se ha vivido la infancia en este entorno. Si Rilke dec¨ªa que ¡°la patria del hombre es su infancia¡±, aqu¨ª se cumple; la patria de Gregorio Mara?¨®n, avanzando un paso m¨¢s sobre lo que Rilke enunciaba, es su infancia en el Cigarral. Tambi¨¦n hay pasi¨®n por la sociedad y por los individuos que la forman y han participado de alguna manera en la historia y la intrahistoria de este lugar (m¨¢s de 600 personas se citan en el libro). Hay pasi¨®n por la naturaleza y por el arte. Y hay pasi¨®n cuando el autor traspasa los l¨ªmites del Cigarral y el libro deviene en una suerte de memorias recientes en las que se narran asuntos toledanos candentes, como el salvamento de la Vega Baja de la especulaci¨®n inmobiliaria.
El Cigarral es un lugar donde se cristaliza y se refugia la memoria, cerrado en s¨ª mismo, con algunos datos sueltos
La pasi¨®n despierta inter¨¦s por la lectura. El libro tiene inter¨¦s para quienes gusten de la historia documentada y estimen el g¨¦nero biogr¨¢fico; para quienes quieran conocer detalles y hechos de las personas que han pasado por este lugar y han dejado su huella o su recuerdo; para quienes gusten del arte, pues en el Cigarral hay ejemplos de todas las ¨¦pocas; para quienes est¨¦n interesados en la vida del doctor Mara?¨®n y su rico entramado de relaciones; para quienes quieran adentrarse en algunas claves de la historia moderna de Toledo; y, por supuesto, tiene aliciente para las personas que buscan, m¨¢s all¨¢ de los nombres propios y las an¨¦cdotas, una reflexi¨®n, una actitud ¨¦tica y una visi¨®n del mundo.
De Memorias del Cigarral tambi¨¦n se puede afirmar que es un buen texto coherente y cohesionado, con sentido y que, adem¨¢s, resuena bien. El libro es ameno y est¨¢ bien escrito; tiene ritmo y su prosa es ¨¢gil, con un castellano derecho y con pocas concesiones al juego ret¨®rico. Resuena, a veces, a novela hist¨®rica y, en otras, a narraci¨®n emotiva sin sentimentalismos l¨¢nguidos; en ocasiones parece cr¨®nica period¨ªstica, donde funde informaci¨®n y opini¨®n; suena m¨¢s personal en la parte final, cuando las memorias tienen m¨¢s que ver con la peripecia del autor que del Cigarral y el libro se adentra en un presente reconocible; y parece melodioso cuando la escritura se torna prosa po¨¦tica en momentos especiales: la descripci¨®n de la ma?ana en la que llega al Cigarral la impresionante escultura de Chillida, las abundantes referencias al jard¨ªn, a los p¨¢jaros o al sucederse las estaciones.
El libro se titula Memorias del Cigarral, un lugar; sin embargo, es un libro de voces diversas. Se siente que habla el autor y m¨¢s personas a las que ¨¦l presta la pluma. En cierto modo, es un relato de relatos. El Cigarral aporta la historia, el contexto y las an¨¦cdotas, es la causa necesaria para que el libro exista. Causa necesaria es el autor material, para quien escribir sobre historias de otros y vivencias propias es intentar capturar el latido que palpita en sus recuerdos y en este lugar de la memoria y compartirlo con los lectores. El autor se sit¨²a en el presente y repara en que la vida se sostiene sobre el pasado y adquiere un sentido con la reflexi¨®n de lo vivido por ¨¦l y lo vivido por otros. Por eso, importa la an¨¦cdota, sin ella no se entiende de qu¨¦ se escribe; y no se puede prescindir de la reflexi¨®n. Esta ¨²ltima hace que las historias y an¨¦cdotas del Cigarral ofrezcan m¨¢s que una entretenida lectura.
El Cigarral es un lugar donde se cristaliza y se refugia la memoria, cerrado en s¨ª mismo, con algunos datos sueltos. Este libro es importante porque resuelve la memoria en historia. La memoria est¨¢ abierta a la dial¨¦ctica del recuerdo y de la amnesia, la historia no.
El relato es m¨¢s que la suma de hechos que ilustran las circunstancias del lugar y las gentes que pasaron por ¨¦l. Hay algo m¨¢s que vive y se perpet¨²a en el alma del Cigarral. Yo dir¨ªa que el objetivo central del autor es el de la convivencia, que crece sobre el valor positivo de la?solidaridad. Al Cigarral se ven¨ªa a pensar, a compartir, como comparten Lorca o Unamuno sus lecturas, o F¨¦lix Urabayen, los de la generaci¨®n del 98, los novecentistas, los del 27, el doctor Fleming o Marie Curie, Lil¨ª ?lvarez, Aza?a o Herriot¡ y tantos otros; despu¨¦s, Cela o Gonz¨¢lez Ruano, Teresa Berganza o Andr¨¦s Segovia, Juan Belmonte o Domingo Ortega, la reina Sof¨ªa o Riccardo Muti y tantos m¨¢s que pasaron por este lugar toledano, crisol del mestizaje en el tiempo y centro del humanismo, en el que se tomaba conciencia de que las personas, sobre todo las de liderazgo ¨¦tico y social, est¨¢n para transformar la sociedad con hechos, no con ret¨®rica.
Gregorio Mara?¨®n y Bertr¨¢n de Lis, con este libro, piensa en lo que escribe, cree en ello, lo siente y lo transmite. Y todo esto lo hace escribiendo desde la pasi¨®n, la objetividad y la verdad constatable, y no desde la ficci¨®n y la impostura. Esto conlleva una moderaci¨®n de estilo que consigue el equilibrio y no cae en la desmesura. Es importante el fondo y lo es la forma. Y en la forma es apreciable el uso exquisito de la lengua, cuyo valor reside en la capacidad de expresar lo que se quiere en las dimensiones del decir, el sentir, el desear, el so?ar, el compartir, el amar, el pensar y el convivir. La lengua expresiva de Gregorio Mara?¨®n es excelente en la generaci¨®n de razones y expresiones permanentes de respeto y convivencia.
Conociendo el Cigarral y leyendo el libro, puede parecer, como afirma Jorge Guill¨¦n en la famosa d¨¦cima del beato sill¨®n, que ¡°el mundo est¨¢ bien hecho¡±; y debe parecerlo mientras paseas a la sombra de los ¨¢rboles, escuchas el rumor del agua de las fuentes o contemplas el perfil de Toledo recort¨¢ndose contra un cielo que clarea, o al ver el volar y el trinar de los p¨¢jaros, o cuando te adentras en la mon¨¢stica biblioteca del abuelo, o miras un cuadro del Greco, de Zuloaga o Canogar o una escultura de Berruguete, o sencillamente rezas en la capilla. Escribir en el Cigarral es, sin duda, experimentar estas sensaciones. Leer el libro tambi¨¦n nos lleva a ellas. Las p¨¢ginas de Memorias del cigarral son como un paseo y su lectura, adem¨¢s de la historia, nos evoca una experiencia est¨¦tica y un ejercicio c¨ªvico, cuya conjunci¨®n me parece un poderoso argumento contra el dogmatismo y la intolerancia.
Recomiendo la lectura de Memorias del Cigarral, un excelente texto que se ilustra con una extraordinaria colecci¨®n de im¨¢genes. Es un viaje en el espacio y en el tiempo que instruye y reconforta.
Memorias del Cigarral. Gregorio Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis. Taurus. Madrid, 2015. 240 p¨¢ginas. 28,90 euros.
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