La proscrita solter¨ªa
'Langosta' conforma un apasionante universo, el del Hotel-C¨¢rcel como purgatorio

Desde su irrupci¨®n internacional con Canino (2009), el griego Yorgos Lanthimos se ha ido introduciendo en nuestro subconsciente para ir formando otra realidad. Una realidad absoluta, mucho m¨¢s fascinante que la cotidiana; una superrealidad que te taladra y te abrasa, alrededor de los l¨ªmites del deseo y las estructuras sociales imperantes. En Langosta, su primera pel¨ªcula en ingl¨¦s, una coproducci¨®n entre cinco pa¨ªses, parece estar componiendo una par¨¢bola futurista, una distop¨ªa sobre un tiempo que quiz¨¢ no tarde en llegar, en el que los solteros son unos proscritos, unos parias a los que es necesario reeducar y guiar para que encuentren pareja en un plazo m¨¢ximo de 45 d¨ªas. Una sociedad del futuro que no es sino la nuestra y que, a su paso, encuentra m¨²ltiples posibilidades de asimilaci¨®n y variados paralelismos, en principio sobre el deseo y la convivencia, pero tambi¨¦n sobre la ruptura con los c¨®digos impuestos por el poder establecido.
LANGOSTA
Direcci¨®n: Yorgos Lanthimos.
Int¨¦rpretes: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden, John C. Reilly, Ben Whishaw.
G¨¦nero: surrealismo. Grecia, 2015.
Duraci¨®n: 118 minutos.
Con un mayor poder visual que sus dos anteriores obras (Canino, Alps), que ya pod¨ªan presumir de una estudiad¨ªsima concepci¨®n del encuadre y de la ordenaci¨®n y movimiento de los elementos en los l¨ªmites de la pantalla, pero que quiz¨¢ adolec¨ªan de una fotograf¨ªa mortecina que no acababa de encajar con el fuego interior de sus criaturas, Langosta conforma un apasionante universo, el del Hotel-C¨¢rcel como purgatorio para la reeducaci¨®n del amor, que sin embargo decae un tanto cuando, en la segunda mitad, vira hacia la huida, hacia el abandono del protagonista de su deseo de redenci¨®n en favor de su inclusi¨®n en el grupo de los rebeldes, los que habitan fuera, la insurrecci¨®n organizada.
Una segunda parte que, eso s¨ª, abre otras posibilidades metaf¨®ricas, quiz¨¢ m¨¢s sobrecogedoras. Es entonces cuando vemos que los revolucionarios, en su ambici¨®n por no acatar las milim¨¦tricas reglamentaciones de los de arriba, acaban obligando a otras normativas tan disparatadas en su estrechez como las que pretenden cuestionar. Y es entonces cuando vemos que no hay salida a un mundo compartimentado, tan reaccionario por arriba como dogm¨¢tico por abajo, en el que nadie tiene cabida, en el que no hay resquicio para la libertad y la mirada limpia y propia. Justamente la mirada aut¨¦ntica, original y ajena a los convencionalismos que, pese a algunas ca¨ªdas, reiteraciones y vaguedades, s¨ª posee Lanthimos.
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