Literatura contra el cinismo
La escritora estadounidense Marilynne Robinson presenta en Barcelona su novela 'Lila'
Marilynne Robinson (Idaho, 1943) tiene una preocupaci¨®n: las sociedades democr¨¢ticas est¨¢n olvidando su base fundamental, "la predisposici¨®n a confiar en la buena voluntad de los otros". Lo repiti¨® cuantas veces pudo durante una visita a Barcelona, en la que tambi¨¦n present¨® Lila, novela con que la escritora estadounidense completa la trilog¨ªa precedida por Gilead y En casa. "Nos han hecho creer que somos sirvientes de la econom¨ªa, que hay gente prescindible. El darwinismo social es un error y un empobrecimiento", denunci¨® en una conferencia en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB). Ese error, continu¨®, es uno de los muchos que debe ayudar a remendar la literatura.
Aun sin tener un discurso preparado, cuando Robinson habla parece que articule un ensayo sobre la marcha. A sus 72 a?os, esta te¨®loga cristiana, ganadora de un premio Pulitzer por Gilead (Galaxia Gutenberg, 2011), no tiene prisa por convencer a nadie; su cr¨ªtica del cientificismo y la mercantilizaci¨®n del talento humano es tan implacable como tranquila. "La literatura naturalista dec¨ªa que hay personas m¨¢s dignas de compasi¨®n que de respeto, una visi¨®n reduccionista de la mente humana que ha calado", razona durante una entrevista: el resultado es un cinismo generalizado que define como "una reacci¨®n barata y autoprotectora hacia las cosas, que niega nuestra capacidad para emocionarnos y convertirnos en mejores personas".
Precisamente la falta de cinismo, as¨ª como una modulaci¨®n casi b¨ªblica, son caracter¨ªsticas de Lila, publicada ahora en castellano (Galaxia Gutenberg) y catal¨¢n (Edicions de 1984). Su protagonista, Lila, es una hu¨¦rfana criada con un grupo de buscavidas n¨®madas del Midwest en los a?os previos a la Gran Depresi¨®n; su ¨²nico hogar conocido es una interminable sucesi¨®n de campos de trigo y puebluchos de carretera a la que algunos llaman Estados Unidos de Am¨¦rica, pero que para ella no tiene nombre. En su canto espiritual particular no hay condescendencia: "Si le niegas compasi¨®n y amor a un personaje, estar¨¢s creando un ser en dos dimensiones", afirma Robinson.
No es extra?o que eligiera una outsider como protagonista. Es su modo de dignificar segmentos de la poblaci¨®n normalmente estigmatizados. "Lila es una persona que no est¨¢ socialmente definida, no est¨¢ alienada por el lenguaje", describe. Amparada por Doll, la enigm¨¢tica mujer que la "rob¨®" siendo un beb¨¦, Lila tira adelante en condiciones dickensianas hasta topar con el viejo reverendo John Ames, en quien encuentra un compa?ero improbable. De su pasado errante conserva s¨®lo la navaja afilada de Doll, y una desconfianza instintiva hacia el resto de humanos.
"Lila es una persona que no est¨¢ socialmente definida, no est¨¢ alienada por el lenguaje"
Ames, que ya aparec¨ªa como narrador en Gilead, es un asceta cultivado en asuntos teol¨®gicos para quien la Biblia es m¨¢s real que la misma realidad. Aunque su soledad y la de Lila se alivian mutuamente, nunca desaparecen del todo: son versiones extremas de una condici¨®n inherente en las personas, el desasosiego por "ser incapaces de ser felices, aunque tengamos todo lo necesario para la felicidad", resume la autora. "Hacemos todo lo posible para distraernos de la soledad, pero somos esencialmente criaturas solitarias": incluso ya casada y con hijo, Lila fantasea con volver a la incertidumbre de su existencia anterior, a la vida hura?a y brutal que evoca al leer los vers¨ªculos de Ezequiel.
Robinson, autodeclarada escritora cristiana, descalifica sin problemas a pensadores como Nietzsche ("no me impresiona nada su mirada desde?osa y triunfal a la especie humana"), as¨ª como a secuaces contempor¨¢neos suyos como Richard Dawkins o Steven Pinker. "Cualquier pensamiento que aborde las grandes cuestiones me parece interesante, pero el de estos es muy pobre. El ate¨ªsmo se merece algo mejor", dice alegremente. Su soluci¨®n a la crisis de valores pasa por recuperar el prestigio de las humanidades en la academia, entrenar artistas y fil¨®sofos para remediar el utilitarismo actual: "Ya tenemos suficiente riqueza. Deber¨ªamos ser capaces de pensar en cosas que no fueran c¨®mo generar a¨²n m¨¢s". Cosas como la literatura, el arte o Dios, ese "gran misterio" que Robinson no se atreve a definir con palabras.
Babelia
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